Julen Rekondo vía Diario Noticias de Navarra
Con motivo de la entrega el jueves 17 de febrero del premio Luka Brajnovic a título póstumo por parte de la Universidad de Navarra a David Beriáin, el periodista que fue asesinado en Burkina Faso el pasado mes de abril, este diario publicaba el pasado martes una entrevista de la periodista Maite Pérez, que al leerla me hizo exclamar lo siguiente: «Que grande eres Angelines. De tal palo tal astilla».
Las miradas de la fotografía que se publicó en el DIARIO DE NOTICIAS de Navarra junto a la entrevista, en la que se veía a Angelines Amatrian con una foto de su hijo David Beriáin, reflejan la profundidad con la que observan la vida: esto sí es amor. Siento un gran respeto y admiración por personas excepcionales como Angelines Amatriain y su querido hijo David Beriáin, como ya lo he dicho a través de algunos artículos justo después del asesinato de David Beriáin y de su compañero Roberto Fraile.
A lo largo de la entrevista, Angelines Amatriain demuestra una gran generosidad y el comentario que hace refiriéndose a su hijo David Beriáin «ya que lo vas a hacer, hazlo feliz», indica su filosofía de vida. Sin duda, me emocionó, y más cuando dice en otro pasaje de la entrevista «… no, yo no creo que sea nada difícil amar así; ni por asomo. No tengo para nada la sensación de haberme pegado un acto heroico. Creo que soy una madre muy normal que quizá tuvo un hijo que no era muy… iba a decir normal pero no; me lo puso muy fácil. No tengo para nada conciencia de que he hecho algo especial. Él me fue marcando los tiempos y yo los fui viendo normales. Es que tampoco nunca me pidió permiso para ser libre; que esa es otra. No, los hechos se fueron sucediendo y, conforme se fueron sucediendo, yo los fui no admitiendo, porque no tenía tampoco posibilidades de eso, los fui viviendo». ¡Qué mujer!
En otros pasajes de la entrevista, la madre de David Beriáin describe a su hijo con frases como «era un chico muy sensible, a veces difícil de entender, porque te planteaba las cosas muy radicalmente, muy comprometido, muy luchador por lo que él creía y estaba convencido, maduro, y como hijo para mí, de mucha luz». Y, Angelines Amatriain sigue diciendo cómo en David nació su pasión por el periodismo y de los riesgos que conlleva dicha profesión, aunque según su madre, su hijo David le tranquilizaba y le decía que no se preocupara.
Y cuando la periodista Maite Pérez le pregunta que «sorprende la ausencia de rencor, de odio… en las que declaraciones que has hecho ella y tu familia», Angelines le responde: «Yo eso lo tuve muy claro porque mira, igual voy a decir una burrada, creo que todo el mundo tiene derecho a ir por el mundo libremente, sin que ocurra nada, sin que atenten contra su vida. Es un derecho de la humanidad, pero también creo que hay lugares donde ese derecho que yo lo puedo tener como persona europea, como persona que tengo unas garantías, aunque luego no se cumplan, ellos no las tienen para nada. Entonces, si te pones en el otro lado, de las agresiones, de las injusticias, del hambre…, igual porque eso me lo inculcó mucho David, pues yo no voy a justificar, cómo voy a justificar que lo mataran, pero tampoco voy a odiar; nunca».
El asesinato de los periodistas David Beriáin y Roberto Fraile en el sur de Burkina Faso el pasado mes de abril, mientras preparaban un documental sobre la protección de la vida silvestre frente a la caza furtiva y las comunidades que habitan en los parques naturales de aquel país, realza el compromiso informativo en zonas en las que la violencia se ha adueñado de la suerte de sus pobladores, y la importancia que adquiere testimoniar lo que sucede en aquellos lugares. Los dos reporteros pretendían transmitir con sus palabras e imágenes la angustiosa situación que se vive en aquella región fronteriza con Benin en la que, como en tantas áreas de África, se dan cita el terrorismo islamista, grupos tribales armados y depredadores sin ningún tipo de escrúpulos de la fauna de aquellas tierras que están al servicio de otras partes del mundo.
Me quedo con dos respuestas que dio David Beriáin, en dos entrevistas. La primera, el 14 de mayo de 2024, al DIARIO DE NOTICIAS de Navarra: «Mientras que la figura del periodismo de guerra siempre ha estado asociada a la imagen de un periodista temerario, la realidad dista de la ficción. No soy un yonqui de la adrenalina, no me gusta el riesgo. Hay que desterrar ese estereotipo que hace pensar que el corresponsal o reportero que va a estos sitios es el que más loco está, el que menos miedo siente o el valiente de la redacción. No es así, no sirve para nada bajar al infierno si no sabes qué le vas a preguntar al diablo. Mi trabajo es hacer lo que la historia que voy a contar me manda asumiendo el menor riesgo posible».
La segunda a El Periódico, al mostrar a grandes figuras del crimen organizado y todo tipo de criminales de forma abierta, y que estas se abran y cuenten sus experiencias ante la cámara voluntariamente, dice: «en todo lo que hago intento evitar la cámara oculta. Es una norma: nunca voy con cartas ocultas ante quien quiero filmar. Por eso, prefiero hablar de inmersión. Es importante el matiz, ya que yo no busco hacer periodismo a través del engaño. Tratamos de entrar en esos mundos y mostrar con la mayor claridad posible cómo son y explicarlo sin tapujos».
David Beriáin y Roberto Fraile habían llegado a enfrentarse a los riesgos con el valor de la profesionalidad. Trataban de ofrecer al mundo una información veraz, para contribuir a que ningún lugar del mundo quede a merced del secretismo y la desinformación sobre la que se impone la sinrazón. A eso se le llama periodismo comprometido, atrevido y honrado.
El autor es experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente
Creo que soy una madre muy normal que quizá tuvo un hijo que no era muy… iba a decir normal pero no; me lo puso muy fácil