Por José Manuel Alonso
Desde los primeros años del cristianismo surgieron los elementos que forman el escenario y los personajes del tradicional Belén, pero tuvo que ser hace ocho siglos, a finales del 1223, cuando San Francisco de Asís, tres años antes de su muerte (3 de octubre de 1226), llegó a Greccio con el fin de evangelizar a los habitantes de esa localidad italiana en la provincia de Rieti, región de Lacio, y conformar el primer Belén… Lo hizo con su hermano León, y fue entonces, cuando su profundo amor y su devoción a la imagen de la Natividad encuentra su máxima expresión en el misterio de la encarnación, donde el santo reconocía la humildad y la pobreza del nacimiento del Mesías, y entendía que este misterio se renovaba perpetuamente en el sacramento de la Eucaristía, donde Jesús desciende cada día a través del sacerdote…
Esa idea de la Natividad llevó a San Francisco a pedir una dispensa al Papa Honorio III para representar la histórica costumbre de la famosa noche del Nacimiento de Belén y hacerlo precisamente con un Belén completo, incluido los tres reyes magos, que, durante siglos, se consideró que fueron entre 2 y 12 monarcas…
San Francisco había descubierto una gruta en los bosques montañosos, a pocos pasos de una modesta cabaña, y pensó que era el lugar ideal para recordar y representar el nacimiento del Redentor… Y así lo hizo, organizando por vez primera una representación viviente… Según la hagiografía, durante la misa apareció en la cuna un niño, de carne sonrosada, que San Francisco cogió en brazos… y de este episodio surgieron para siempre los Belenes más tradicionales…
Aquella noche fue el origen de un fenómeno de difusión extraordinaria… Los franciscanos, continuando con el ejemplo de su fundador, se convirtieron en los pioneros del Belén en las iglesias y conventos… Y con el tiempo, exactamente desde 1986, San Francisco de Asís es considerado el patrón universal del Belén…
El pesebre se hizo popular y empezó a construirse en los hogares, volviéndose imprescindible para celebrar la Navidad en familia… Y aunque los belenes hayan cambiado a lo largo de la historia, siempre asombraron y conmovieron porque –en palabras del Papa Francisco– manifiestan la ternura de Dios, que “se presenta así, en un niño, para ser recibido en nuestros brazos… En la debilidad y en la fragilidad esconde su poder que todo lo crea y transforma… Parece imposible, pero es así: en Jesús, Dios ha sido un niño y en esta condición ha querido revelar la grandeza de su amor, que se muestra en la sonrisa y en el hecho de tender sus manos hacia todos”…
Cuando los católicos nos paramos a observar con detenimiento cualquier Belén, e incluso lo construimos, el recuerdo lo mantenemos durante todo el año, hasta la visión del año siguiente… Y no solo actualmente recordamos el Belén sino también a su genial fundador, y fue el Papa actual, Francisco (Jorge Mario Bergoglio), primer Papa jesuita y primero también proveniente del Hemisferio sur, quien nos lo recuerda constantemente desde que el 13 de marzo de 2013, en el cónclave que se celebró en el Vaticano tras la renuncia de Benedicto XVI, fue elegido como Papa, y en aquella ocasión manifestó su voluntad de ser conocido como Francisco en honor al santo de Asís, celebrando, como expresó San Francisco “la memoria del niño que nació en Belén, reclinado en el pesebre junto al buey y el asno” (…)
En la actualidad, recordando esa primera aparición del Papa Francisco a los periodistas, nos explicó que había elegido ese nombre porque “Francisco de Asís es el misionero de la esperanza, además del hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y protege la creación” (…)
San Francisco, ejemplo de la austeridad de Cristo
El nombre de San Francisco de Asís, originalmente, era el de Juan Bernardone y nació en 1182 en una ciudad italiana situada en la región de Umbría y era hijo de un rico comerciante en tejidos, Pedro Bernardone, pero el santo renunció a su herencia para seguir desde sus 20 años el ejemplo de austeridad de Cristo, y vivir bajo la más estricta pobreza y cumplimiento de los Evangelios. Incluso se ocupó de la conversión de los musulmanes al cristianismo en Egipto y eligió esa su vida profundamente religiosa y austera, dedicada al anuncio del Evangelio, especialmente con la llamada a la penitencia… Vivía de los donativos de los habitantes de Asís y otros lugares, mendigando de puerta en puerta… La pobreza era el fundamento de su orden y San Francisco sólo llegó a recibir el diaconado porque se consideraba indigno del sacerdocio…
Santo, santo, nuestro santo Francisco, del que recordamos varias frases porque son de las más profundas y del más puro sentimiento, por eso seleccionamos tres de ellas: (1) Señor, hazme un instrumento de tu paz. (2) Donde hay caridad y sabiduría, no hay temor ni ignorancia. (3) Empieza haciendo lo necesario, continúa haciendo lo posible; y de repente estarás haciendo lo imposible… San Francisco siempre mostró su creencia de que todo lo creado era obra divina y que todos los seres deberían tratarse como hermanos y hermanas, y siempre le recordaremos a través del “Cántico de las Criaturas” (…)