Asociación Vasca de periodistas - Colegio Vasco de periodistas

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Paseando por Bilbao de la mano de Unamuno, en el “cumpleaños de su muerte”: 31-XII-1936

Por José Manuel Alonso

La muerte del genial Miguel de Unamuno y Jugo fue en Salamanca, el 31 de diciembre de 1936, donde había fijado su residencia y su trabajo desde 1891, con 27 años, ya que nació en pleno Casco Viejo de Bilbao el 29 de septiembre de 1864.

            Coincidiendo con cada final de año, fecha anual de su fallecimiento, este periodista, admirador de toda su obra, tiene la costumbre de dedicar un artículo recordando al genial vasco como articulista, periodista, novelista, ensayista y autor de teatro, así como filósofo, profesor y rector de la Universidad de Salamanca a lo largo de tres períodos: el primero en 1900 y el último en 1931, que cumplió hasta su destitución, el 22 de octubre de 1936, por orden de Franco… Recuerdo siempre aquella frase suya de “hay que vivir el ayer, el hoy y el mañana a la vez” (…)

            Tal y como se ha definido a Unamuno repetidamente, el “inquietador por excelencia”, según frase de Jesús Mota…, fue “el último gran filósofo español”, según diversos autores… Pero es que además de filósofo, escritor e intelectual por excelencia, fue también diputado de las Cortes constituyentes de la Segunda República, con una enorme obra humana, intelectual y escrita, variando sus posturas políticas según los graves momentos que vivía España en los años 30, lo que le obligaron, ya en 1936, a estar “encarcelado” en su propia casa de Salamanca, hasta su muerte, que, según alguna última fuente, fue por asesinato… Anteriormente, en 1934, se jubiló de su actividad docente y fue nombrado, a título honorífico, rector vitalicio de la Universidad de Salamanca, donde creó una cátedra con su nombre… En 1935 fue declarado ciudadano de honor de la República…

            Don Miguel no había cumplido los seis años cuando quedó huérfano de padre: Félix de Unamuno, que falleció de enfermedad de tisis pulmonar el 14 de julio de 1870 en el balneario de Urberuaga, en Marquina,… El genial escritor, al acabar sus primeros estudios en el colegio San Nicolás de Bilbao y ya en el instituto, asistió en 1873 al asedio de la villa vasca durante la Tercera Guerra Carlista, lo que reflejará en su primera novela, “Paz en la tierra” (…)

            Para sus biógrafos, aquella experiencia de la guerra civil en pleno País Vasco marcó su tránsito de la infancia a la adolescencia… En 1873 a 1880 termina el bachillerato. Se va a Madrid a estudiar a la Universidad. Muere su abuela Benita. Comienza un periodo de racionalización de su fe. En 1882 cumple una etapa de radical humanismo ateo… En 1883 termina la carrera y al año siguiente se doctora con la tesis: Crítica del problema sobre el origen y prehistoria de la raza vasca. Vuelta a Bilbao, donde prepara oposiciones durante varios años y al mismo tiempo trabaja como profesor. En 1886 comienza a redactar su Filosofía Lógica, que no llegó a publicar, y se produce la culminación de su etapa positivista. En 1889 viaja a Italia y Francia. En enero de 1891 se casa con Concepción Lizarraga. En junio entabla amistad con Ángel Ganivet y aprueba oposiciones a la Cátedra de Griego en la Universidad de Salamanca. Se instala en dicha ciudad. Comienza sus ataques al Obispo Cámara.

            En 1892, el 3 de agosto, nace su primer hijo, Fernando, y en 1894 nace el segundo: Pablo… Comienza a escribir en el periódico La Lucha de Clases de Bilbao. Se afilia al PSOE. En 1895 publica una serie de ensayos que luego en 1916 reaparecen bajo el nombre En torno al casticismo, utilizando el concepto de intrahistoria. En 1896. el 7 de enero, nace Raimundo, su tercer hijo. En1897. Publica Paz en la Guerra. Se da de baja en el PSOE. El 21 o 22 de marzo sufre una neurosis cardíaca. Cree estar al borde de la muerte. Se refugia en el convento de los dominicos. Comienza una etapa de preocupaciones religiosas. En 1898 prosiguen sus inquietudes religiosas, junto con problemas familiares y penuria económica: tiene ya cinco hijos… En 1899 lee en el Ateneo Nicodemo el Fariseo, que había escrito a raíz de su crisis religiosa. Escribe un drama: La Venda, pero no lo publica ni lo estrena hasta unos años después… En 1900 toma posesión del cargo de rector de la Universidad por nombramiento del ministro… y fue bien acogido por el alumnado, pero no así por sus compañeros de claustro. Asume la reorganización de la Universidad y crea una cátedra de Filología comparada que desempeñará él. Su religiosidad de nuevo empieza a decaer…

            Pese a su ya residencia fija en Salamanca, mantuvo una constante relación con Bilbao, por el que periódicamente asomaba todos los años, en especial hasta el 1908, en que falleció su madre, que residía allí y a la que dedicó un cuento titulado “Soledad” (…) Otro lazo fue el de sus colaboraciones con la prensa bilbaína, reiteradas desde el mismo año que llegó a Salamanca donde leía casi a diario la prensa local vizcaína. Y así lo expresa, con estas palabras: “He querido siempre vivir en mi Bilbao, y he querido que mi Bilbao y vuestro Bilbao, y vuestro Bilbao, y el Bilbao que es de todos y no es de nadie, ni de sí mismo, viva en mí, y para ello he recibido a diario algún periódico de mi pueblo”  

            Sobre la vida y obra de don Miguel, las escenas más repetidas han sido las de Paraninfo de la Universidad de Salamanca, el 12 de octubre de 1936, durante el acto de apertura del curso académico, que se celebraba tradicionalmente en la misma fecha que el Día de la Raza…

Como puede observarse en la foto, rodeado de falangistas con el brazo extendido y militares al mando de Franco, el rector se enfrentó públicamente al general Millán-Astray, que había pronunciado unas soflamas contra la inteligencia, soflamas exaltadoras de la muerte. Posteriormente se atribuyó a Unamuno un discurso lapidario que habría incluido su famosa frase: “Venceréis, pero no convenceréis” Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha: razón y derecho. Y, por tanto, me parece inútil pediros que penséis en España” (…)

         Los últimos días de vida (de octubre a diciembre de 1936) los pasó don Miguel de Unamuno bajo arresto domiciliario en su casa, en un estado, en palabras de Fernando García de Cortázar “de resignada desolación, desesperación y soledad” (…) En los últimos meses de 1936, en plena guerra civil, Unamuno hizo varias declaraciones… El 24 de noviembre, escribía al filósofo italiano Lorenzo Giusso: La barbarie es unánime. Es el régimen de terror por las dos partes. España está asustada de sí misma, horrorizada. Ha brotado la lepra católica y anticatólica. Aúllan y piden sangre los hunos y los hotros. Y aquí está mi pobre España, que se está desangrando, arruinando, envenenando y entonteciendo”

         Profundamente vasco, luchador contra la banalidad

         Unamuno se sentía profundamente vasco, y siempre nos habla o escribe de un pueblo laborioso y capaz de grandes gestas, “parcos en palabras pero en obras largos” (…) Intenso activista cultural y luchador incansable contra la banalidad, Miguel de Unamuno representa el espíritu existencialista en su generación. Paradójico hasta la contradicción, inquieto en lo religioso y en lo político, vivió en estado de alerta permanente frente a la condición trágica del ser humano, pero su compromiso social le llevó a ser desterrado entre 1924 y 1930 por su oposición a la dictadura de Primo de Rivera, convirtiéndose en diputado socialista a su regreso.

         Catedrático de griego y después rector en la universidad de Salamanca, Unamuno fue un apreciable poeta gracias a sus Poesías (1907), a El Cristo de Velázquez (1920), y a un póstumo Cancionero, publicado en 1953. Preocupado por dos temas básicos: la sociedad española y el sentido de la vida, encontró en la novela su mejor medio de expresión, de forma que el recorrido por su evolución novelística refleja con precisión su atribulada trayectoria vital, en la que se movió siempre entre la espiritualidad y la crisis de fe, por un lado, y entre la práctica política y el análisis social teórico, por otro.

         Sus primeras novelas relevantes fueron Amor y pedagogía (1902) y Niebla (1914), con las cuales creó el género que denominó «nivola» y situó por primera vez en castellano a un personaje que se revela contra los designios de su autor. Le siguieron las psicológicas Abel Sánchez (1917), Tres novelas ejemplares y un prólogo (1920) y La Tía Tula (1921), además de la excepcional San Manuel Bueno, mártir, donde trató el tema de la eternidad y la mentira con genial maestría.

         En el terreno ensayístico -el teatral ha quedado siempre eclipsado por su farragosa complejidad-, trató los grandes temas de la España del primer cuarto de siglo con obras como Andanzas y visiones españolas (1912) y los de la historia peninsular en libros como Vida de don Quijote y Sancho (1905). Sin embargo, son sus ensayos sobre temas de religión y espiritualidad los que le señalan como un destacado filósofo. En este sentido, Del sentimiento trágico de la vida (1913) y La agonía del cristianismo (1925) suponen sus grandes cimas en el ámbito de la reflexión. Aunque parte de su obra parece envejecer con los años, la vitalidad medular del resto de sus creaciones le mantiene como un destacado exponente de la narrativa de principios del siglo XX.

         Murió repentinamente en su domicilio salmantino de la calle Bordadores, en pleno casco viejo salmantino, la tarde del 31 de diciembre de 1936, durante la visita que le hizo el falangista Bartolomé Aragón, profesor auxiliar de la Facultad de Derecho… Se ha postulado como causa de la muerte la inhalación de gases de un brasero, aunque también, como hemos señalado, se ha hipotetizado que fue asesinado por su visitante…​ A pesar de su virtual reclusión, en su funeral fue exaltado como un héroe falangista… A su muerte, Antonio Machado escribió: “Señalemos hoy que Unamuno ha muerto repentinamente, como el que muere en la guerra. ¿Contra quién? Quizá contra sí mismo; acaso también, aunque muchos no lo crean, contra los hombres que han vendido a España y traicionado a su pueblo… ¿Contra el pueblo mismo? No lo he creído nunca y no lo creeré jamás” (…) Los restos de don Miguel reposan en el cementerio de Salamanca, tras este epitafio: “Méteme, Padre Eterno, en tu pecho, misterioso hogar, dormiré allí, pues vengo deshecho del duro bregar” (…)

         La larga experiencia unamuniana de este periodista

         Miguel de Unamuno y Jugo fue siempre para este periodista “don Miguel”, lo fue por lo mucho que me enseñó y me permitió pasear por Bilbao, pasear desde que con 17 años estuve de prácticas en “La Gaceta del Norte” identificarme así con las calles y los sentimientos de sus vecinos, lección aprendida gracias al genial escritor, pensador y maestro…

         Mi experiencia personal con respecto a “don Miguel” fue en el bachillerato, colegio de los Jesuitas… Un compañero y amigo me regaló un libro sobre el escritor vasco, prohibido en el centro escolar, lo que me costó una breve expulsión, pero, también, me permitió interesarme aún más por, como él decía, “la verdad de la vida”, y a escondidas leía a un Unamuno de cientos de artículos y de constantes lecciones, certificado entones como un escritor único y tan bilbaíno como salmantino…, escritor repleto de lecciones aplicables a la brega literaria y a la realidad de la vida…


Mas adelante, época de estudiante en la Universidad de Navarra y de prácticas en “La Gaceta del Norte”, ya me advirtieron de que Unamuno estaba entre los autores prohibidos, lo que hizo que me interesara aún más… Seguí leyéndole y escribiendo sin llegar a publicar, lo que hice libremente años después, a partir de la democracia, hasta el punto de que escribí un libro dedicado a él, libro titulado: “Paseando por Bilbao de la mano de Unamuno”, y durante algunos años pronuncié dos conferencias en Salamanca invitado por la Universidad, y otras dos en Bilbao, en el Casco Viejo… Y otra muestra más de mi admiración: a partir de la muerte de Franco y con la libertad en los medios informativos, cada final de año, coincidiendo con la fecha de la muerte de don Miguel, el 31 de diciembre, escribo un artículo dedicado al genial escritor, pensador y maestro. Y, precisamente, en los últimos años lo hago en “Kazetariak”, esta nuestra publicación quincenal, la de los periodistas vascos…

                   Un par de lecciones sobre la sinceridad y la verdad

         La obra de don Miguel es una constante lección académica y/o humana, a veces dolorosa y siempre investigadora Recojo un resumen de dos de ellas, sobre la sinceridad y la verdad: “Ha sido mi convicción de siempre, más arraigada y más corroborada en mí cuanto más tiempo pasa, la de que la suprema virtud de una persona debe ser la sinceridad. El vicio más feo es la mentira, y sus derivaciones y disfrace; la hipocresía y la exageración. Preferiría el cínico al hipócrita, si es que aquél no fuese algo de éste

         “Abrigo la profunda creencia de qué, si todos dijésemos siempre y en cada caso la verdad, la desnuda verdad, al principio amenazaría hacerse inhabitable la Tierra, pero acabaríamos pronto por entendernos como hoy no nos entendemos. Si todos, pudiendo asomarnos al brocal de las conciencias ajenas, nos viéramos desnudas las almas, nuestras rencillas y reconcomios todos se fundirían en una inmensa piedad mutua. Veríamos las negruras del que tenemos por santo, pero también las blancuras de aquel a quien estimamos como malvado”.

         Al cumplirse los 50 años de su muerte, en 1986, se hicieron numerosos homenajes con charlas y actos muy diversos. Entre otros, alguna exposición, sobre todo en Salamanca y Bilbao… Precisamente este periodista, profesor entonces de la Facultad de Información, asistió, con numerosos alumnos, a ese aniversario en Salamanca invitados por la Asociación de Amigos del genial escritor… Y allí recordamos de nuevo una de las frases de más divulgación: “Es la bruma de lágrimas de añoranza, de recuerdos de mi Bilbao, sobre todo el de los decenios 70 al 90. Y de esa bruma de lágrimas, de añoranza, se desprende como un (…) sirimiri, que es el rocío de mi pasado, y sobre todo de mis esperanzas” (…) Unamuno sigue saltando a la actualidad como no lo ha hecho ningún otro autor puente entre los siglos XIX y XX…

“Max Aub definió a Unamuno como “el escritor más importante de su tiempo” (…) Y este periodista lo recordó con alguna charla y varios escritos en “Deia”, y lo hizo con el convencimiento de que “estaba por encima de sus circunstancias, y entonces (tanto como hoy) nos resultan escalofriantes sus anticipos” (…) Unamuno fue un hombre no sólo extraordinario, fuera de lo común, sino un intelectual esforzado permanentemente por ser libre, incluso de sí mismo, y de repartir su plural pensamiento y sus muchos anticipos tan humanos como intelectuales… Unamuno fue, y sigue siendo como él quería, un puñado de sabiduría y otro de palabras, alrededor del núcleo semántico de su Yo: Dios, inmortalidad, agonía, razón, sentimiento, ser y nada. Por eso, homenajearle, recordándole, es volver a sus propias, únicas y sabias palabras, las de todo un genio…

Voy a terminar con una de las muchas frases célebres de Unamuno, tomando buena nota de la actualidad de entones y de ahora: “A veces, permanecer en silencio es mentir, ya que el silencio puede interpretarse como asentimiento” (…)

         Querido lector, feliz año nuevo, año en el que ya estamos y nos sirve para recordar de nuevo al genial Unamuno; hasta el final del año que viene: 31 de diciembre de 2024, si Dios lo quiere…