“… Y voy abriendo al mar las puertas rotas,
Hasta llenar armarios con espuma.
Y no me canso de ir y de volver…
Los hilos de un océano encendido,
Y sé que sigo y sigo porque sigo
Y canto por canto y porque canto…”
(Pablo Neruda)
He querido comenzar esta segunda colaboración dedicada a América y los vascos con un canto especial, recogido de uno de esos grandes cantores que América ha dado al mundo: Pablo Neruda… Un canto dedicado al mar, porque por el mar, en el mar, desde el mar, gracias al mar, los vascos llegaron a América y murieron en ella, tal vez antes que los otros europeos, y gracias al mar los americanos y los vascos van y vuelven… Y el Océano es para ambas comunidades, unidas por tantos y tantos antepasados, un camino encendido por tantos y tantos actos de humana sensibilidad, solidaridad y tal vez complicidad… Un camino encendido con fuego; muchas veces iluminado; otras, destructor: ardiente, cálido… Y otras con fuego lleno de vida y fertilidad o progreso, y otras también de paralización y de muerte… Y porque –como canta también Neruda– “el hombre vasco y americano; vasco-americano; americano-vasco) es más ancho que el mar y que sus islas…, y hay que caer en él como en un pozo para salir del fondo…con un ramo de agua secreta y de verdades sumergidas” (…)
Relación directa entre los vascos y América
Escribir sobre los vascos y América es hacerlo sobre los hilos de un Océano encendido. Escribir sobre América y los vascos es no cansarse de ir y volver… Ir al pasado; volver al presente; ir al futuro, volver al pasado… Y es seguir y seguir entre comunidades; cantar y cantar a múltiples pueblos e historias; entenderse y ayudarse en donaciones; conocerse y seguir conociéndose voluntariamente…
Escribir sobre los vascos y América es hacerlo sobre el mar y sobre el hombre, ese hombre vasco-americano, americano-vasco, el vasco y el americano; sobre “el hombre que es más ancho que el mar”. Y sobre sus islas, que son grandes, pero más pequeñas que el hombre… Y hay que caer en ese mar cómo en un pozo, para salir con el agua secreta de los secretos hechos y no desvelados del pasado y de las verdades, muchas sumergidas y otras refrotadas a la superficie de la solidaridad y de la sangre compartida… Porque es evidente que entre este pueblo vasco y los pueblos americanos nunca hubo indiferencia de relaciones… Por eso precisamente se ha mantenido durante los cinco siglos el contacto y el intercambio e identificación…
Para los vascos, América nunca ha sido una realidad lejana. Con América a los vascos les une no solo una historia de vecindad y de solidaridad… Y si todo país que se precie culturalmente debe explorar la cultura de los países vecinos, con los que emprende proyectos e iniciativas coincidentes, mucho más debe comprometerse con aquellos que están unidos por amor y consanguinidad, aunque no sean vecinos…
Siendo así, es indudable que al referirnos al tema de América no podamos quedarnos ni fuera de la Historia ni fuera de la realidad… Lo que ocurre es que la Historia tiene unos agujeros vacíos tan grandes como los tiene en la actualidad la capa de ozono en la atmósfera terrestre, y que la realidad parece quedarse a expensas de juicios o interpretaciones más que de hechos objetivos… Por no haber, no existe todavía, que yo sepa, el libro en el que sean descritos finalmente aquellos primeros viajes de Colón y de sus acompañantes, y de los que les sucedieron poco después…
Terranova, la isla que ha visto navegar a los vascos desde hace siglos
Es claro que no podemos caer en la simple veneración del pasado, pero tampoco dejarnos arrastrar por la negatividad. Y aunque así fuera, el destino de los pueblos podrá estar condicionado por su pasado, pero no determinado por él… Y no hay pueblo que no pueda dar un golpe de timón a su historia, ni pueblos que no se entendieron en poco tiempo comiencen a entenderse…
Y si aquella historia general de América encontrada, descubierta, amada, enfrentada por Europa, está llena de lagunas, “la historia de los vascos respecto de América está todavía por hacer y es obligación de los historiadores el hacerla”, como explicaba el verano del 89, en San Sebastián, la profesora eibarresa Monserrat Gárate: “El problema es que no contamos con todos los datos que quisiéramos, y hay que reconstruir la historia a través de fuentes indirectas y de archivos de fuera… Pero, desde luego, no cabe duda de la relevancia en la presencia vasca en América” (…)
Isla de Gander, vinculada a la historia de los marineros vascos
La compañía Cubana de Aviación, en sus vuelos desde Europa hasta La Habana, hace escala en un aeropuerto de Terranova, región del Canadá, concretamente en un pueblo al NE de la isla: Gander, y muy cerca de la península de Labrador… En el frío aeropuerto, con temperaturas bajo cero por la cercanía de Groenlandia, hay numerosas muestras de vida, historia y sabiduría vasca… En los mapas de Terranova que se exhiben en las paredes del aeropuerto se leen nombres con referencia y dedicatoria a lo vasco y a los topónimos vascos; se lee: “Puerto, Isla y Bahía de los Vascos” o “Portuchoa”. Y hasta las figuritas que se venden en la zona representan la pericia de los cazadores vizcaínos y guipuzcoanos, considerados desde la Edad Media los mejores de Europa y, por tanto, del mundo, sobre todo en ese arte tan difícil y arriesgado de la caza de la ballena.
Si en el aeropuerto de Gander uno se asombra de que pudieran llegar hasta allí hace siglos los navíos vascos, persiguiendo al mayor de los animales (la ballena) para aprovechar de él la riqueza de su aceite, o las vitaminas de su carne y la utilidad de sus huesos… Y si la presencia de la ballena en el Golfo de Bizkaia se registra en época tan temprana como el siglo VI, no es de extrañar que poco después del descubrimiento con referencia histórica de Terranova por el italiano Juan Cabot, en 1477, e incluso antes, se considere que llegaron a sus costas navíos vascos, porque si las ballenas cambiaron sus emigraciones para evitar a los cazadores de la mar de Guipúzcoa y Vizcaya, éstos construyeron navíos más grandes y sofisticados para perseguir a los mamíferos marinos, y hacerlos allí donde la ballena era más grande y más tímida, y viajaba e bandadas y no en solitario como la ballena del Golfo de Vizcaya.
Se ha llegado a escribir que fue esa exigencia de embarcaciones más grandes para el comercio ballenero la que creó una de las bases de la industria de la construcción naval vasca, aprovechando también la madera de las verdes y frondosas montañas de Euskal Herria y las artes manuales de la construcción naval…
No es de extrañar, por tanto, que aquellos miles de vascos, expertos marinos y cazadores, que partían de sus puertos de origen portando escudos en los que dibujaban los arpones o escenas de la caza de ballenas (ejemplos: Bilbao, Lekeitio, Baiona), pudieran descender desde Terranova hasta la actual América del Norte o hasta el Caribe, o América Central o del Sur, llevados por el afán de la pesca o por algún viento de norte a sur, o por el propio destino… Por eso existe una tradición literaria y una leyenda sin confirmación histórica que data de los siglos XVI y XVII que atribuye a los vascos su llegada al “Nuevo Mundo” antes que Colón…
Hay quienes creen que pudo ser un marino vasco, tal vez de Bilbao o Guetaria o Lekeitio o Baiona, el que informara a Colón sobre la existencia de tierras maravillosas al otro lado del Atlántico, y eso permitió al navegante italiano exclamar al llegar a la costa nor-oriental de Cuba (27 de octubre de 1492) lo que ya sabía de referencias concretas: “esta es la tierra más bonita que nunca ojos humanos vieron” (…) Y otros creen que fueron marineros vascos los acompañantes de Colçón…
El Mar de los Vascos
La razón por la que la Compañía Cubana de Aviación hace escala en Terranova (Tierra Nueva), se nos ocurre adivinar y desear que responda a un homenaje obligado a aquellos vascos que llegaban a la isla de Terranova y que tal vez lo hicieron después a Cuba, sin saber siquiera que hubieran “descubierto” nada especial y sin ningún ánimo de conquista y menos aún de subyugación, y con la única recompensa de la persecución de la pesca por ser riqueza necesaria para volver a los puertos del Golfo de Vizcaya y alimentar a los suyos. Un Golfo que en algunos mapas medievales aparece como “El Mar de los Vascos” (…)
Y digo que no sería nada de extrañar este homenaje a los vascos porque una vez en Cuba se siente esa encarnación, se siente a través del apellido del piloto del avión o de los apellidos y del nombre del guía turístico, sea blanco, negro o mestizo, porque el amor, la consanguinidad y la amistad unen mucho más que lo que el mar, la distancia o el tiempo separan… Pero no sólo en eso se siente lo vasco, porque cubanos descendientes de vascos te los encuentras en los lugares más insospechados del Archipiélago, sino también en la arquitectura de sus palacios o casas, en muchas de sus costumbres y hasta en la música de sus habaneras que parecen viejas o nuevas bilbainadas, compuestas muchas de ellas por músicos vascos…Tanto es así que uno no acierta a saber si todo aquello es recepción de lo vasco en América o si en Euskadi se ha asumido la emisión de lo americano, porque si lo vasco ha estado permanentemente en América desde el principio del conocimiento histórico, incluso, tal vez, antes, lo americano ha recalado en Euskadi con similar advenimiento.
Pero lo vasco está, además de en Cuba, como en otros países americanos, en los nombres, las administraciones y las artes, en las realizaciones, fábrica o empresas, puertos o ferrocarriles… Está también en los nombres de las calles de las ciudades o de las plazas de los pueblos… Lo vasco está también en el recuerdo a gobernantes y gobernados vascos o descendientes de vascos…
Sin salirnos de la capital cubana, si uno va a La Habana Vieja, núcleo primario de la ciudad y hoy Patrimonio Cultural de la Humanidad, ha de detenerse en la Plaza de Armas, a unos 50 metros del puerto, y pararse frente al Templete, bello monumento que conmemora la fundación de la ciudad, levantado junto a un umbroso árbol americano, la ceiba… Todos los habaneros pasan delante de este monumento y de su ceiba en cada aniversario, en noviembre, para pedir la concesión de una gracia o favor en ese año..
Pero la mayor sorpresa para un vasco no es esa, sino que el Templete y la ceiba tienen una enorme semejanza con la Casa de Juntas y el Árbol, en roble, de Gernika… Cuando uno se pregunta el “por qué”, descubre que ese Templete fue mandado construir por un Capitán General de Cuba, de origen vasco, en la primera mitad del siglo XIX, levantándose casi a un tiempo la Casa de Juntas y el Templete, 1826 y 1833…
Homenaje en La Habana a la Casa de Juntas de Gernika
En ese lugar de La Habana Vieja se celebró la primera misa y se constituyó el primer Cabildo de la villa de La Habana, el 16 de noviembre de 1515, y se hizo al pie de una frondosa ceiba de la que se conserva allí mismo un hermoso retoño. Y en las aulas de Historia de la Universidad de La Habana se recuerda la simbología comparada de la ceiba con el roble de Gernika, porque “Vizcaya nunca perdió la nativa libertad, como no la perdió el pueblo vasco, y en la fundación de la ciudad de La Habana habría algún vasco que recordó el valor del Fuero, gestándose tal vez –-a decir de los estudiantes– los primeros brotes de una Cuba única” (…)
O si nos referimos a la contribución física, moral, social, económica, política, religiosa, cultural y humana para la independencia y desarrollo de los distintos países de América, hemos de recordar a vascos que contribuyeron a hacerles más libres como Simón Bolívar o Lope de Aguirre; más cultos, como Zumárraga y Rada, o Campión, patriarca del renacimiento cultural vasco; o hemos de citar algunos de los que les enseñaron a descubrir lo que los nativos no habían descubierto aún, como el caso de Juan de la Cosa o Pascual Andagoya; o a levantar y bautizar zonas, regiones, pueblos y ciudades como Legazpi, Bosneto y Gopayi; sin olvidar las labores transmitidas en el navegar y pescar, en la explotación de la tierra, en la industrialización de los productos, en el aprovechamiento y extensión del comercio, en la creación de grandes negocios industriales y navieros (casos de Martínez Rivas y de la Sota y Llano); o a los que redactaron las leyes y gobernaron transmitiendo formas y manera democráticas.
Toda esa gran labor podría sintetizarse en una rápida y próspera transmisión de conocimientos: la construcción y aprovechamiento de los barcos, por lo que supuso de salida y llegada, de puente y lazo, de transporte y comunicación, de acercamiento y hermanamiento, y hasta de despensa y defensa frente a miserias y los piratas. “En la construcción de barcos –escribe Rafael Ossa Echaburu en el libro “Euskalerría”— además de objetivos comerciales había otros propósitos menos prosaicos como los de culturizar América, transmitir progreso, muy de acuerdo con el espíritu de la época y que Ramón de Basterra sintetiza con el título de una de sus obras: “Los Navíos de la Ilustración”.
Contribución del vasco a América
La contribución del vasco a América ha sido prioritaria y enorme, hasta el punto de que se ha dicho que fueron sus antepasados (probablemente aquellos cazadores de ballenas) quienes “dieron forma al mundo” para “voltear el mundo después de ganárselo” con la vuelta de Juan Sebastián Elcano… Pero la contribución del vasco no ha sido sólo un “encuentro” con aquellas tierras, ni siquiera con sus continentes, ha sido también una búsqueda y una lucha en favor de la libertad, la paz y la construcción de uno a uno de los diecisiete países en los que intervino, incluido Filipinas. Y desde América, el vasco Bolívar lanzó el grito de “la paz y la libertad de un Nuevo Mundo, esperanza del Universo”. Como añadió Unamuno, a las palabras del Libertador Bolívar: “¡Esperanza de libertad para el mundo todo!” (…)
La comunicación entre el vasco y América quedó establecida en doble dirección. Los barcos y los hombres iban y venían, volvían a ir y a venir. Alguien llegó a decir entre nosotros aquello de: “O vas a América o América viene a ti”. Y así fue. La contribución de América a Euskadi nunca fue pequeña y en algunos momentos históricos fue única. Bastaría citar el decreto del presidente argentino, de ascendencia vasca, Roberto Ortiz Lizardi, el 20 de enero de 1940, permitiendo el ingreso al país de los exiliados y emigrantes vascos que habían sido amenazados en Francia donde se encontraba tras la guerra civil del 36… Justo es citar y reconocer el valor de aquella decisión en un momento tan delicado y dramático para los vascos.
En la otra dirección, tan grande fue la contribución de los vascos a América que, en 1864, en el Parlamento de Madrid, un anti foralista, Sánchez Silva, llegó a decir que en América eran los vascos quienes estaban en todas las grandes empresas de construcción y constitución del gran continente americano…
Eso ha sido así por referencias históricas concretas de acontecimientos escritos y reconocidos, pero pudo ser aún más y mejor para ese conocimiento histórico y evaluación simbólica universal. Sin embargo, por la propia característica del vasco, hay un gran vacío de conocimientos y una falta absoluta de documentos que memorizen y eleven hasta la justa realidad esa contribución. El vasco se valió siempre de la palabra, incluso era parco en palabras –a decir de Tirso de Molina- porque era abundante en obras. La palabra hacía las leyes, el fuero, la cultura y la historia. Pero la palabra hablada. Y no dejó escrito ni contado literariamente lo que transmitió, prometió, legisló o realizó.
Aquellos vascos –escribía Pablo de Gorosabel- eran robustos, enérgicos, ágiles, ingeniosos, económicos, cuerdos, honestos, laboriosos, inmunizados por su naturaleza contra los rigores del frío, del calor, de lluvias, de nieve y viento; pero el vasco no tuvo el sentido de la historia, no valoró el documento escrito ni el texto épico ni la crónica periodística. Lo basaba todo en la palabra y en la promesa. Y en la acción: “hasta nuestras palabras suelen ser acción y rectitud “ (compromiso)… Tanto que Ortega y Gasset creía que “no existe en Europa un pueblo de más acendrada moralidad; rectilíneo de alma como de rostro” (…) Pero “ningún vasco, como confesaba Pío Baroja,- supo poner un comentario a su acción, precisamente cuando el mundo creía y ha creído siempre –desde las hazañas de Aquiles y Ulises– en la frase, en la retórica, en la historia contada, en la narración escrita” (…)
“Nadie –continúa Pío Baroja- habló de aquellos hombres pioneros en América. Pasados algunos años, algunos eruditos contaron con poca gracia sus hazañas, y ni los de dentro ni los de fuera se enteraron de ellas. No basta el hecho; se necesita también el comentario… Si de aquellos marinos y de otros hubiera quedado alguna relación escrita, hubiera sido la más brillante de la historia del País Vasco, pero no quedó nada, vivieron y murieron en la oscuridad” (…)
Como escribía Unamuno, “son muchos los vascos que duermen desconocidos de la Historia que crearon, duermen en un camposanto de aldea, olvidados, porque siendo personajes históricos no tuvieron a nadie para que escribiera de ellos y narrar sus aventuras y logros” (…) Hubiera hecho falta el cantor, el poeta, el escritor o literato que acrecentara los hechos y los transformara en verdades históricas o al menos en leyendas literarias.
Este silencio expresivo e informativo, esta carencia de transmisión escrita, ha hecho que los vascos que están en la historia principalísima, como Bolívar o Elcano, se preocuparan ellos mismos de lo que se dijera a través de los cronistas de la Historia, sobre todo Simón Bolívar, quien llegó a confesar: “Yo vivo de la estimación de los hombres y un día seré aclamado por el mundo” (…)
Pero éste ha sido la excepción y por eso existe hoy una falta de conocimiento y reconocimiento de la labor de los vascos en América, compensada y recompensada por los propios vascos que actualmente viven, dando muestras evidentes de su hacer como vascos.
“América y los vacos”, iniciativa de Joseba Arregi
Todo este vacío o silencio nos sirve de lección hoy, de lección y de renovación. Debemos corregir el error del pasado y no volver la cabeza atrás sino es para desagraviar y mejorar… Cada época –decía Adam Asnyk, poeta y dramaturgo polaco— tiene sus propios ensueños y abandona los de ayer… Estos sólo nos interesan en cuanto realidades de hoy, en cuanto recuperación de lo que es nuestro, porque cultura es también conocimiento de todo nuestro pasado. Para ello debemos servirnos de la aportación investigadora y de los medios para conseguirla. Es necesaria una recogida de fuentes bio-bibliográficas para tener un conocimiento previo a toda investigación.
Esta es una labor que, desde el Gobierno Vasco, concretamente el Departamento de Cultura, iniciamos, con Joseba Arregi Aramburu (1946-2021) como consejero, y este periodista firmante del artículo, como responsable de la comunicación, iniciamos la búsqueda de la memoria o pasado de Euskadi, a través de antiguos archivos y también de los más próximos, y que extendimos a los de América, iniciándose ya con la aportación individual de algunos estudiosos… Labor callada, difícil, nunca suficientemente reconocida, pero absolutamente necesaria…
Para ello, fue importante la aportación del Gobierno Vasco en general, que creó una Comisión con el encabezamiento general de “América y los vascos”, y lo fue también con la aportación de grupos de investigación, todos ellos referentes al hecho vasco-americano. ..Tuvimos la suerte de contar, ya, con el interés de numerosas entidades culturales, asociaciones, empresas e iniciativas particulares… Entre todas esas entidades, además de la Universidad Vasca y la de Deusto, estuvo la Real Sociedad vascongada de Amigos del País, Eusko Ikaskuntza, además de otras americanas o la Sociedad Bolivariana del País Vasco, y empresas como el Banco Bilbao-Vizcaya… Entre los proyectos en estudio, de cara al 92, podría destacarse la edición de libros sobre el hecho Vasco-americano, producciones de cine, vídeo y televisión, Biblioteca Vasco-americana, edición de un catálogo vasco en los Archivos de Indias, organización de una exposición antológica, además del ofrecimiento de ayudas y subvenciones a labores de investigación, estudios, creaciones, etc., en torno al tema vasco-americano.
Si ha quedado claro que vascos y americanos estuvieron vinculados estrechamente por acontecimientos históricos y éxodos humanos, está claro también que América marcó a los vascos un camino irrenunciable y muy propio… Y si el vasco contribuyó siempre a que América encontrara su auténtico y verdadero ser, el camino hacia su unidad como fuerza y su libertad e independencia como condición, a partir de entonces fue el momento de sentar las bases de investigación para el conocimiento de unos hechos y realidades que permitan hablar de vasco-americanismo con, por lo menos, el mismo énfasis y sentido, o acaso más, que el hispano-americanismo, el franco-americanismo, el anglo-americanismo, etc…. Seguimos teniendo tiempo para demostrarlo … ¡Que así sea!…
José Manuel Alonso