Por Alberto Ayora Hirsch.
Una vez expuesta la situación actual del estado preventivo en montaña, expondremos a continuación los pilares que, desde mi modesta opinión y a modo de decálogo, deben sustentar la gestión de riesgos en montaña.
Propuestas para la prevención de los accidentes en montaña
- Debe darse un papel activo y prioritario a los gestores del riesgo, a los profesionales de la seguridad, léase guías de montaña, equipos de intervención (GREIM, Bomberos, etc.), técnicos de seguridad, etc., perfiles profesionales para los cuales la seguridad es lo primero y es innegociable. ¿Quién dirige las campañas de prevención?
Valga como ejemplo la clara evidencia de la mucho menor accidentabilidad de las actividades de montaña con guías profesionales, criterio de seguridad mucho más extendido en los países alpinos.
- No puede concebirse una campaña únicamente con “voluntarios” desde el despacho, desde la zona llana, sin contar con los verdaderos profesionales de la seguridad que viven y generan valor en las zonas de montaña. Una campaña como la actual muy cara para su eficacia y eficiencia, y sin criterios para la autocrítica y la evolución constructiva.
Es muy interesante, como buen ejemplo (rectificare sabium est) ver la evolución de los accidentes de tráfico en España, y ver que el punto de inflexión desde 6.000 muertes/año hasta 1.000 muertes/año, aproximadamente, coinciden en un cambio desde una estrategia hasta entonces basada en la comunicación y difusión de buenos consejos, hacia una estrategia basada en herramientas y toma de decisiones, objetivas y posibilistas, para la reducción del riesgo, como radares, mayor vigilancia en las carreteras, carnet por puntos, etc., a pesar del aumento constante de los viajes en carretera. La implantación de cámaras en algunos barrancos del Pirineo y prescriptores profesionales que informan a la Oficina de Montaña del Ayuntamiento de Jaca y la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada (FEDME) es un buen ejemplo. Y entre otras cosas nos permite evaluar cuántos accidentes y rescates ha habido en estos barrancos antes y después de su implantación.
- La prevención y planificación debe ser en origen, pero la información y formación al visitante en el territorio debe incidir, debe realizarse en el último kilómetro. Bien en una Oficina de Montaña, como exitosamente han puesto en marcha el Ayuntamiento de Jaca y la FEDME, con guías de montaña; bien dando información profesional en los parkings de acceso al medio natural; o bien en la red de alojamientos y hostelería del territorio, a veces el único punto de contacto del visitante con el territorio. Pero si el personal es profesional en gestión del riesgo los resultados serán mejores.
- Por supuesto no hay que olvidar cómo informar al visitante en sus hogares, algo fácil de pensar, pero más difícil de ejecutar, pero que debe realizarse de forma coordinada con los territorios de los visitantes, siempre pensando en que se debe ir a la montaña con seguridad, y bajo el marco de un Plan Nacional de Prevención.
Lo que parece poco eficaz es concentrar la comunicación de esta estrategia entre la población local en las montañas, posiblemente la mejor informada al respecto, a no ser que sea para una autojustificación de una acción difusa, más propaganda de que se debe hacer algo, pero alejado de un discurso sólido y creíble.
- Se debe contar con todos y cada uno de los talentos, así como con las acciones de innovación que ya existen en el territorio de manera exitosa, especialmente si dichos talentos están y viven en la montaña ya que son conocedores directos de la evolución de las situaciones de riesgo. Se debe implicar directamente a los gestores del riesgo del territorio, ya que conocen y viven precisamente de ello, de gestionar todos los días el riesgo.
- Se deben analizar y evaluar los datos obtenidos de una manera crítica y profesional, mediante lo observable, donde el observador experto puede obtener conclusiones y lecciones aprendidas, no mediante lo observado, donde se observa la situación de riesgo sin ninguna enseñanza posterior, para obtener soluciones lógicas, que podamos contrastar y medir para disminuir las situaciones de riesgo. Por eso desde el Comité de Seguridad de la FEDME trabajamos porque se creara un Observatorio de la Montaña en Aragón, y gracias a las Jornadas de Derecho y Montaña se consiguió concienciar a nuestros gobernantes y finalmente es ya una realidad. ¿Pero por qué no es el modelo que propusimos con trabajadores profesionales que midan lo observable? ¿Por qué no tenemos todavía un Observatorio Nacional como aprobaron en una PNL en el Congreso de España todos los grupos parlamentarios sin excepción?
- Los pasos que se dan en la montaña siempre van a depender de uno mismo, del visitante, del jugador, pero las mismas administraciones públicas que promueven el destino turístico, el terreno de juego, en las distintas ciudades del país y en los países emisores de turistas, tienen que disponer igualmente de una estrategia para ir a la montaña con seguridad, la cual debe desarrollarse en el destino y también en esos mismos lugares de promoción, formando parte indisociable del producto turístico. Ocurre que la accidentalidad en la montaña no es principalmente un problema deportivo, sino un problema esencialmente turístico. Es decir, el perfil del accidentado no es un deportista de montaña que estadísticamente adquiere la condición de turista cuando se aloja en un establecimiento hotelero, sino que es un turista que eventualmente practica una actividad en el destino de montaña, ajeno a la consideración deportiva que pueda tener la misma. El orden de los factores sí debiera alterar el producto a la hora de diseñar e integrar las estrategias de prevención de las administraciones públicas, autonómicas principalmente.
- Si miramos a nuestro alrededor, en otros países, con situaciones similares, vemos un enfoque más profesional, con herramientas, normativas específicas, metodologías y ayudas a la decisión, objetivas y pragmáticas, con una estrategia frente a los riesgos en montaña para la realización de las actividades en montaña con una seguridad aceptable.
- No se debe perder de vista que el problema de la seguridad en montaña también va ligado al aumento de las tensiones turísticas, a la convivencia con la población local, a la capacidad de carga y de acogida turística de las áreas naturales y al cambio en el perfil del visitante, por lo que se debe integrar la política pública de turismo sostenible con el resto políticas en un marco de planificación territorial estratégica de las zonas de montaña.
- Se debe evitar la banalización del riesgo en montaña en las redes sociales y los medios de comunicación, algo que algunos comunicadores deben repensar, ya que el efecto llamada a un público desconocedor del terreno de juego, de condiciones cambiantes, puede provocar situaciones de riesgo indeseadas.
Como escribió Marie Curie, no hay nada que temer en la vida, sólo comprender.
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