Asociación Vasca de periodistas - Colegio Vasco de periodistas

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Aitor Sánchez: «La salud de la humanidad no se puede separar de la del planeta»

Por Nekane Lauzurika para Deia

¿ESTAMOS DESTRUYENDO EL PLANETA CON NUESTRA ALIMENTACIÓN? «SEGÚN LOS DATOS CIENTÍFICOS, LA RESPUESTA ES SÍ», DICE CON ROTUNDIDAD AITOR SÁNCHEZ. «EN EL MUNDO ACTUAL UN ACTO TAN RUTINARIO COMO HACER LA COMPRA PUEDE CONDENAR O SALVAR NUESTRO PLANETA. ESTÁ EN NUESTRAS MANOS CONCIENCIARNOS Y TOMAR DECISIONES DE FORMA MÁS RESPONSABLE PARA SU SALVAGUARDA», RECALCA

Reconoce este nutricionista y tecnólogo alimentario que tardó mucho tiempo en ser consciente del impacto que tenía el consumo en el planeta, «y más difícil todavía fue percibir el impacto que generaba concretamente mi alimentación». De ahí que a la pregunta de ¿Qué tendríamos que hacer?, responda: «Debemos analizar por qué hemos llegado a este punto de alto impacto medioambiental y ahondar en cada uno de los factores que nos han conducido hasta él».

¿En Tu dieta puede salvar el planeta, su último libro, qué temas aborda?
La huella de carbono generada por los kilómetros que recorren nuestros alimentos, el coste de la producción alimentaria, los modelos de explotación animal, el efecto social de los alimentos malsanos o la repercusión de los envases de plástico, entre otros temas. Intento, además, promover el cambio hacia un consumo responsable.

¿La nutrición y la salud se relacionan con la sostenibilidad?
Sí, de ahí que la respuesta a los retos de sostenibilidad y salud sea la misma, porque la alimentación saludable es también una alimentación sostenible. La salud de la humanidad de ningún modo se puede separar de la del planeta, porque van de la mano. Además, la salud, a todos los niveles, debe contemplar el que una persona se sienta cómoda con su modelo de consumo.

Al ministro Alberto Garzón, antes de la polémica de las macrogranjas, ya le llovieron las críticas por decir que había que consumir menos carne.
Uno de los capítulos de mi libro se refiere a este tema, y creo que hay que reducir el consumo de carne para minimizar la huella ecológica. Me refiero a la dualidad entre la ganadería intensiva y extensiva, y pongo de manifiesto que, aunque esta última comporte numerosas ventajas a varios niveles, el modo de producción no importa tanto como el hecho de reducir el consumo.

¿Por qué la carne de vaca o ternera tiene un impacto tan grande respecto a otros tipos de carne?
Las vacas y las terneras son rumiantes, de modo que a la hora de hacer la digestión acaban generando una mayor carga de metano, que llega hasta la atmósfera. Ese metano tiene un efecto invernadero mucho mayor que el CO2, y al hacer la conversión con los equivalentes de CO2, el resultado final de gases nocivos liberados se multiplica exponencialmente.

¿Criar a un animal con recursos para luego alimentarse de él es muy ineficiente?
Sí. Alimentar animales, muchas veces, implica tener que cultivar superficies enormes para poder darles de comer. La FAO, en su informe La larga sombra del ganado, ya nos informaba hace tiempo de que el 70% de toda la superficie agrícola del mundo se destina a comida para el ganado. Imagínate la deforestación y destrucción de suelo que eso significa.

¿Hay algunos alimentos que puedan tener un impacto positivo?
Sí, eso podría darse por ejemplo en el caso de los frutos secos y otras producciones asociadas a algunos árboles. Como la producción de ciertos alimentos depende de árboles –almendros, nogales, avellano€– si dichos árboles se están plantando en sustitución de otros cultivos, y por lo tanto tenemos un uso de tierra conveniente, su crecimiento implicará un almacenamiento de carbono en el propio árbol. Estaríamos retirando CO2 atmosférico y llevándolo a los árboles.

¿Es necesario otro modelo productivo para prevenir futuras pandemias?
Algunas investigaciones muy recientes ya lo están poniendo de manifiesto. Hay que cambiar el modelo para no facilitar la aparición de zoonosis, una enfermedad transmitida entre diferentes animales, incluyéndonos a los humanos como animales, por supuesto, como la malaria, por ejemplo.

¿La pandemia de la Covid-19 tiene vínculos con la alimentación?
Y muy importantes. El primero tiene que ver con nuestro modelo de producción de alimentación y el impacto en el medioambiente. Esta pandemia está considerada por la perspectiva epidemiológica como una consecuencia de un mundo alejado de los entornos naturales, en el que encontramos una gran dualidad urbano-rural. El segundo tiene que ver con la actividad que hace el ser humano directamente con los animales, y que puede propiciar la aparición de estos fenómenos. Aunque la Covid-19 no está directamente vinculada con el ganado en sí mismo, sí que está empezando a ser una preocupación el hecho de que pudiera aparecer una zoonosis por motivos relacionados con nuestra producción animal.

El despilfarro alimentario fue el responsable de entre un 8% y un 10% de las emisiones de los gases causantes del calentamiento global en el periodo 2010-2016.
Sí, y si además tenemos en cuenta que la producción de alimentos es responsable del 25% de todas estas emisiones, ya nos podemos hacer a la idea y estimar una dura realidad: entre un cuarto y un tercio de toda la comida que producimos no se acaba consumiendo.

¿Cómo se podría combatir este desperdicio? ¿Cuál es el reto?
Tenemos que dejar de ver la convivencia del hambre con el desperdicio alimentario como un simple problema de logística. El reto es la incapacidad de poder llevar la comida a los países más pobres, como si la producción de comida solo sucediera en aquellos estados más desarrollados. El problema lo tenemos en el modelo de producción de alimentos y de distribución de riqueza, brecha que cada vez más grande y desigual.

¿Cuánta comida se desperdicia realmente?
Se sabe que en la Unión Europea durante 2011 se generaron 129 millones de toneladas de desechos de alimentos, que en su origen formaron parte de los 638 millones de toneladas disponibles para consumo humano, por lo que el desperdicio alimentario en la UE rondaría, según estos datos, el 20% de la producción total.

¿Alimentación bio es igual a alimentación sostenible?
Lo bio o biológico nuestra mente lo asocia a positividad, y es que el marketing funciona y nos crea unas ideas que, en apariencia, lucen demasiado bien. A priori suena maravilloso e inofensivo. En el Estado español estos productos siguen en alza. Sin embargo, el desconocimiento sobre qué garantías ofrecen es total en la mayoría de sus consumidores, funcionando su etiqueta como un reclamo que no sabemos exactamente qué nos aportará en cuestiones nutricionales o de salud. El problema de lo bio y ecológico es que no es todo tan bonito como parece.

¿Ni siquiera están más buenos?
No, no necesariamente. La producción ecológica no exige que un producto tenga que estar necesariamente más sabroso, ni que tenga que dejarse más tiempo en el árbol, ni tampoco que haya que recolectarlo en su punto de maduración óptimo. El hecho de que esté más o menos bueno dependerá del momento de la recolección, en el caso de los productos vegetales, y de las condiciones de cría en el caso de un producto de origen animal.

¿Y lo de las vacas y cerdos felices?
Todos esos discursos que van en esta línea son simplemente un lavado de imagen. Tampoco es coherente el que se permitan algunas prácticas veterinarias que no tienen ninguna evidencia científica, como es la autorización de la homeopatía en explotaciones animales.

¿Consejos a la hora de comprar?
Lo ideal sería basar la compra en alimentos que no estén envasados y optar por las materias primas. También recomiendo comprar en tiendas que comercialicen productos al peso y a granel y llevar a la compra tus propias bolsas y tuppers, así conseguiremos hacer una reducción progresiva de la demanda no voluntaria. Hay que reducir la compra de todos los envases que no sean imprescindibles; no hace falta comprar de inicio nuevos productos si ya disponemos de esos accesorios en casa. Comprando nuevos envases no vamos a reducir el impacto, sino a aumentarlo. Por otro lado, hay que rechazar aquellos alimentos con un envasado que sea a todas luces excesivo.

 –PERSONAL- Lugar y fecha de nacimiento: Albacete, 1988. Formación. Nutricionista y Tecnólogo Alimentario. Trayectoria: Investigador en varios centros como la Universidad de Granada, la de Bristol (Reino Unido) y el Karolinska Institutet (Suecia), se inició en la divulgación científica en 2011 con la creación de su blog midietacojea.com, desde el que dio el salto a Radio Nacional de España, La 2, La Sexta y RTVE. Es cofundador de los centros de nutrición Aleris, actualmente se dedica sobre todo a la divulgación científica, y es profesor en diferentes universidades. Libros: Es autor de varios, entre ellos Mi dieta cojea y Mi dieta ya no cojea, y coautor, junto con Lucía Martínez, del libro sobre nutrición infantil ¿Qué le doy de comer? Ahora ha lanzado Tu dieta puede salvar el planeta.