Por Marisol Rodríguez, periodista especializada en salud
Todos necesitamos sentirnos queridos y reconocidos y el mundo digital ha descubierto como generar chispas de dopamina que nos provoquen placer al instante. Lo queremos todo y lo queremos ya.
Y ahí están las pantallas, diseñadas para darnos gratificaciones instantáneas. Y eso nos alivia. Un subidón de dopamina que genera frustración y fracaso en cuando baja el pico. Por eso volvemos a por más. Más likes, followers, visionados, compras…más de cualquier cosa que nos llene. Las pantallas son positivas siempre que seamos nosotros quienes las controlamos, pero no parece tan fácil hacerlo ni hay grandes muestras que lo estemos consiguiendo mucho.
La pandemia ha abierto una brecha en cuando a visibilizar que la salud mental es una parte tan importante como otras a tener muy en cuenta para el conjunto de nuestro bienestar. Nos vamos permitiendo decir que estamos deprimidos, angustiados, tristes, que tomamos ansiolíticos, antidepresivos… Valoramos que deportistas y personas conocidas sean valientes y den el paso de hablar pública y abiertamente de lo que les duele a nivel emocional. Cada vez nos va pareciendo menos vergonzoso y tabú contar que pasamos por dificultades, que tenemos miedos, que las emociones a veces nos desbordan y no sabemos cómo manejarnos con ellas. Dejar ver al mundo y a nosotros mismos que somos vulnerables, que somos humanos.
Sin embargo, nos sigue costando ver y reconocer cómo de adictos emocionales somos. De hecho, el enganche al móvil, redes sociales, videojuegos, pornografía o compras compulsivas se trata en las consultas con los mismos fármacos que para las adicciones a la cocaína. Y es que las recompensas digitales van por los mismos canales neuronales. Son las mismas rutas del enganche. Y cuanto más las transitamos más poderosas las hacemos y más control dejamos que tengan sobre nosotros y nuestros comportamientos.
Por ello muchos médicos y psiquiatras nos animan a quitar las notificaciones de la pantalla, limitar las redes a momentos determinados del día, dejar de llevar el móvil pegado a la mano como si fuera un miembro más de nuestro cuerpo. En definitiva, una sana invitación a aprender a postponer las recompensas, acabar con el culto al instante y a la conexión tecnológica sin límite ni equilibrio.
¿Algo más para reducir pantallas, miedos, vacío y estrés?
Sonreír más, abrazarnos un rato largo, vernos en el mundo real, un café, una buena charla, mirar en nuestro interior para descubrir lo que nos asusta y aprender a tratarlo sin miedo, romper el techo de cristal de las limitaciones que nos ponemos, un rato más de bromas, dedicar nuestra atención y tiempo a los otros, escuchar sin juzgar…
Medicina natural para que nuestro cuerpo produzca más oxitocina y menos cortisol. Y lo tenemos tan solo a un paso, el de cambiar de perspectiva y atrevernos… porque todo lo que deseamos para sentirnos mejor está al otro lado de nuestros propios miedos.