Por José Manuel Alonso
El pasado domingo 15 de mayo, el Papa Francisco canonizó a diez beatos, entre ellos a un sacerdote carmelita holandés y periodista: Tito Brandsma (1881-1942), declarado santo en la ceremonia como segundo patrón de los periodistas, después de Santo Domingo de Sales (1567-622), acontecimiento que tuvo su prólogo hace 37 años al ser beatificado por el papa Juan Pablo II
Tito Brandsma, nacido el 23 de febrero de 1881 como Anno Sjoerd Brandsma en Bolsward, ciudad de los Países Bajos en la provincia de Frisia, entró en la orden de los Carmelitas y se ordenó sacerdote en 1905. Tradujo las obras de Santa Teresa de Ávila al holandés y, en 1935, fue nombrado asistente eclesiástico de la Asociación de Periodistas Católicos, incluso llegó a ser presidente de la Asociación Holandesa de Periodistas, cargo que ocupaba cuando Alemania invadió Holanda en la II Guerra Mundial, el 10 de mayo de 1940. Desde el comienzo de la guerra manifestó su oposición a la difusión de la ideología y propaganda nazi. Visitaba a los editores de los medios y a las redacciones de los periódicos católicos para que no se plegasen a los dictados de los invasores, animándolos a resistir la presión nazi, y ese compromiso, junto a la defensa de la verdad, acabaron por costarle la vida… Fue asesinado por los nazis mediante una inyección letal el 26 de julio 1942 en el primer campo de concentración y exterminio nazi, el de Dachau, a 13 kms. de Múnich, y fue canonizado el pasado día 15 por el Papa Francisco, confirmado ya algún milagro concreto, como veremos…
Una vez detenido e ingresado en el campo de concentración, Brandsman partió con la certeza de que “también allí encontraré amigos y Dios está en todas partes”, como escribió a su hermano en una de sus últimas cartas. Pasarían solamente algunas semanas hasta que enfermó gravemente y dejó de trabajar, por lo que fue conducido a la enfermería, donde le utilizaron como cobaya para experimentos, manifestando él su ternura, amor y compasión por sus compañeros, y, finalmente, le aplicaron una inyección letal. Esto ocurría, como atestiguó tiempo después la enfermera que le inyectó la dosis de ácido fénico que acabó con su vida a las dos de la tarde del 26 de julio de 1942, enfermera a la que Tito regaló su rosario antes de morir, y “mientras los otros presos la insultaban, Tito la cogió de la mano y dijo: “Solo eres una pobre chica, yo rezaré por ti”. El asesinato se produjo el 26 de julio de 1942, el mismo domingo en que los obispos holandeses hacían leer en todas las iglesias su valiente protesta contra las deportaciones de judíos, y ocho días antes de que naciera el periodista que firma este artículo.
El periodista fue beatificado por Juan Pablo II en 1985
Esta canonización como santo de Tito Brandsma se produce después de 27 años (el 5 de noviembre de 1985) en que fue beatificado por el Papa Juan Pablo II. En aquel proceso de beatificación, tras recordar la profunda formación religiosa del hermano carmelita y su actividad como profesor de Filosofía y de Historia, y de la Mística en la universidad de Nimega (Holanda), el papa Wojtyla dijo que el nuevo beato se hizo periodista «al no poder permanecer indiferente ante los muchos hermanos que permanecían fuera de las instituciones académicas sin recibir las informaciones debidas, y la falta de información veraz de lo que estaba ocurriendo» (…) A aquella ceremonia de beatificación asistieron diez mil fieles, de los cuales 2.000 eran holandeses y 1.500 alemanes occidentales.
Y la canonización de hace unos días de este primer santo periodista en la historia de la Iglesia, se debe a dos hechos concretos. En primer lugar, a la vida sagrada que llevó el nuevo santo, así como al considerado milagro: la curación de un sacerdote carmelita en Estados Unidos que estaba al borde de la muerte porque “se le había diagnosticado un melanoma metastásico de los ganglios linfáticos” (…) Y a partir de ese hecho, se debe también, según se informó, a la petición de un grupo de periodistas católicos de diferentes países al Papa Francisco, al que dirigieron una carta pidiéndole que “proclamara a Tito Brandsma santo copatrón de los periodistas, ya que el actual patrón es Francisco de Sales, que no fue un periodista en el sentido moderno de la palabra sino un santo hombre de fe y de gran mérito” (…)
En el escrito de estos periodistas, se recordaba que el religioso carmelita fue director de un periódico y profesor universitario. Desde el nacimiento del fenómeno nazi estuvo fichado, ya que en sus clases hacía referencia a Hitler y a lo que calificaba como “neopaganismo”. Trabajó como redactor jefe en un periódico y se esforzó por establecer “una formación profesional para los periodistas”. Y en el escrito, añadían: “Nosotros, periodistas católicos, reconocemos en Tito Brandsma a un compañero de profesión y a un creyente de gran prestigio e influencia, que compartía la misión más profunda que debe impulsar el periodismo en los tiempos modernos: la búsqueda de la verdad y la veracidad, la promoción de la paz y el diálogo entre los pueblos”.
“Este nuevo santo de la Iglesia –subrayaban en el escrito–, “se opuso, de palabra y de obra, al lenguaje de odio y división que se estaba imponiendo en aquella época de la gran guerra, e igualmente, a lo que ahora describimos como “fake news” (…) Y los periodistas católicos concluían su petición al Santo Padre afirmando que consideran al padre Brandsma «un amigo y un defensor de toda nuestra profesión, de hecho, un santo patrón del periodismo».
Parece que el motivo concreto de la detención de Tito fue el hecho de visitar los periódicos y decirles a los directores, en nombre del episcopado holandés, que no podían publicar las consignas y propaganda nazi porque dejarían de ser considerados católicos. Por todo, debido a su apostolado y a la grave crítica al nazismo fue detenido el 19 de enero de 1942. Su estancia de unos meses en el campo de concentración de Dachau la compartió con más de 2.000 sacerdotes y religiosos, por lo que tuvo una experiencia muy fraternal
Tal y como se ha publicado en estos días, principalmente por periodistas que han celebrado el hecho de que se considere a Tito Brandsma como patrón de los periodistas. Para ello lo han justificado en dos apartados: su actividad como profesor y como consejero delegado de la Asociación de Prensa Católica.
Brandsma visto como profesor y como consejero de 50 periódicos
Como profesor, siguió manifestando libremente sus opiniones acerca de la ocupación y el gobierno del NSB (Nacionalsocialista Movimiento de los Países Bajos); como carmelita y sacerdote, defendió la igualdad de cada raza y la dignidad de toda persona, considerando “como una injusticia evidente, y como un ataque a la misión de la Iglesia y a sus escuelas, el hecho de que sean expulsados por la fuerza personas que deseen recibir una enseñanza en nuestros centros, ya que en la ejecución de su misión, la Iglesia no hace distinción alguna de sexo, raza o pueblo» (refiriéndose a los niños judíos), así como oponiéndose a «cualquier mesianismo político que tratase de sustituir la presencia y guía de Dios en la historia”.
Como consejero delegado de la Asociación de Prensa Católica, se encargó de hacer saber a la dirección de los más de 50 periódicos católicos que había en aquella época en los Países Bajos que “deberán rechazar formalmente cualquier comunicado relacionado con la propaganda o apología del nacional socialismo, si quieren conservar el carácter católico de sus periódicos, incluso si dicho rechazo condujese a una amenaza, multa o suspensión, ya sea temporal o definitiva”. Será precisamente a raíz de este punto concreto, en enero de 1942, después de realizar un largo viaje por todo el país para reunirse personalmente con todos los directores de los periódicos, y animarles a no ceder ante las presiones del NSB, cuando dos agentes de las policía militar lo detengan a las puertas de su convento y comience su kénosis, su pasión gloriosa, la consumación del martirio de aquél «frailecillo peligroso y subversivo».
“Vivimos en un mundo que condena el amor”
Tomás Rico publicaba el pasado día 15 un interesante artículo sobre Tito Brandsma recordando en primer lugar las palabras de este nuevo santo: “Vivimos en un mundo que condena el amor como una debilidad que hay que superar”. Y se remontaba a enero de 1939, cuando “Europa comienza a temblar ante el auge del nacionalsocialismo, que se extiende como una mancha oscura acogida con entusiasmo por unos, aceptada con miedo por otros e impuesta a la fuerza por la mayoría. En la Universidad de Nijmegen (Nimega), en el corazón de unos Países Bajos que todavía veían lejana la ocupación que les sobrevendría algunos meses más tarde, en un aula cualquiera, un profesor toma la palabra y exclama con firmeza: Quien quiera ganar el mundo para Cristo debe tener el valor de entrar en conflicto con este mundo. El neopaganismo puede repudiar el amor, pero la historia nos enseña que, a pesar de todo, saldremos victoriosos de este neopaganismo a través del amor. No renunciaremos al amor. El amor nos devolverá al corazón de estos paganos. La naturaleza es más fuerte que la filosofía. Aunque una filosofía rechace y condene el amor y lo llame debilidad, el testimonio vivo del amor renovará siempre su poder para conquistar y cautivar el corazón de los hombres. Si el nacismo reniega del amor, será con el amor con lo que venceremos a este nuevo paganismo.
Y en otro artículo con motivo de la canonización de Brandsma, firmado por Antonio Olivié, artículo titulado “La valentía en el martirio”, se subraya el hecho de que todo acto de amor exige una consumación. Y fue quizá ahí en aquellas aulas, donde el sacerdote carmelita comenzó a consumar el suyo, su martirio, su palma de la victoria. Estas fueron sus palabras: No es el amor, dicen algunos, lo que hay que cultivar, sino las propias fuerzas: que cada uno sea lo más fuerte posible, y que los débiles perezcan. Son los mismos que afirman que la religión cristiana, pregonera del amor, ha cumplido ya su tiempo y debe, por lo mismo, ser sustituida por la antigua potencia germánica. Así es, por desgracia. Os vienen con esta doctrina, y no faltan incautos que la aceptan de buena gana.
“Brandsma, un mártir de la libertad de expresión” (Juan Pablo II)
Tito Brandsma fue, como hemos señalado, beatificado por el papa santo Juan Pablo II el 3 de noviembre de 1985. La ceremonia se celebró en la basílica de San Pedro, ante la presencia de 10.000 fieles, de los cuales 2.000 eran holandeses y 1.500 alemanes occidentales. Durante la misa, el Papa elogió la figura del nuevo beato y aprovechó para recordar el infierno de los campos de concentración nazis, a los que definió como «huella infame de nuestro siglo», que el carmelita holandés soportó «con cristiana resignación y no respondiendo al odio con el odio, sino con el amor… Brandsma –continuó el santo padre– fue un «mártir de la libertad de expresión contra la tiranía de la dictadura»,
Tras recordar la profunda formación religiosa del hermano carmelita y su actividad como profesor de Filosofía y de Historia de la Mística en la Universidad holandesa de Nimega, el papa Wojtyla dijo que se hizo periodista “al no poder permanecer indiferente ante los muchos hermanos que permanecían fuera de las instituciones académicas”
Juan Pablo II denunció también la ocupación nazi de Holanda y resaltó el empeño del padre Brandsma en promover el movimiento ecuménico, en una actitud de constante fidelidad hacía la Iglesia y de total lealtad hacia los que pertenecían a otras confesiones». El Papa destacó el optimismo del religioso, que «atrajo la simpatía de todos aquellos que tuvieron la suerte de conocerlo y que no le abandonó jamás».
«Hasta el final», agregó el Papa, «para los otros prisioneros del campo de concentración fue un mitin de apoyo y esperanza. Para todos ellos tenía una sonrisa, una palabra de comprensión, un gesto de bondad, y para la misma enfermera que el 26 de julio de 1942 le inyectó el veneno mortal afirmó más tarde tener siempre presente en la memoria la cara de aquel sacerdote que ‘tuvo compasión de mí».
La ceremonia de beatificación concluyó con el rezo de los fieles, un sacerdote italiano oró «por las víctimas de todas las guerras y por aquellos cuyos derechos humanos no son reconocidos y son ofendidos en su dignidad». Un polaco lo hizo «por todos aquellos que se dedican a la difusión de la verdad a través de los medios de comunicación social, en particular por los periodistas y locutores de radiotelevisión, para que rechacen toda tentación de manipular la verdad y realicen su vocación en favor de la dignidad humana».
Junto al Papa, en el altar de la confesión, adornado con 4.000 flores procedentes de Holanda, concelebraron la ceremonia los cardenales holandeses Johann Willebrands y Adrian Simonis, así como el alemán Joseph Ratzinger, el presidente de la Comisión Pontificia para los Medios de Comunicación Social, el arzobispo norteamericano John Foley y el ex deportado a Dachau monseñor Carlo Manziana. En la ofrenda, un periodista italiano y otro holandés llevaron al altar varios libros y revistas que se referían al nuevo beato… Al rito asistieron 12 cardenales, el cuerpo diplomático, una representación de la universidad de Nimega y ex deportados del campo de concentración de Dachau.
Dachau, primer campo de concentración nazi, anterior a Auschwitz
El campo en el que fue asesinado Tito Brandsma, Dachau, fue el primer campo de concentración nazi abierto el 22 de marzo de 1933 y sirvió como modelo y prototipo para los que le siguieron. En Dachau fueron concentrados religiosos, aristócratas, intelectuales y políticos. Fue construido sobre una fábrica de pólvora en desuso y sus instalaciones principales fueron terminadas un día antes de su apertura. Los primeros trabajadores que ocuparon las instalaciones no eran prisioneros, como muy bien queda acreditado en la visita al campo. Los trabajadores tenían taquilla y litera propia en barracones compartidos. En la puerta de entrada al campo reza la leyenda Arbeit macht frei (“El trabajo os hará libres”), fue mucho más tarde cuando pasó a ser un campo de prisioneros, y posteriormente un campo de exterminio. En un principio contaba con dos hornos, para después pasar a cuatro, en los que se metían de dos en dos a los prisioneros, siendo necesarias 8 horas para incinerar dichos cuerpos. El campo estuvo abierto hasta su liberación el 29 de abril de 1945. Junto con el mucho más grande campo de concentración de Auschwitz, Dachau es uno de los campos de concentración nazis más conocidos y visitados por el público, doble visita que realizó este periodista hace años…
Gestionado al principio por las SA y SS locales, desde 1934 estuvo bajo la autoridad de las SS. Fue escenario de castigos tremendamente crueles y fue modelo del sistema de campos ordenado y eficaz. Su gestor principal, Theodor Eicke, nombrado por Heinrich Himmler, fue el responsable de que los prisioneros fueran considerados como enemigos infrahumanos del Estado y del especial tratamiento dado a los judíos y a los católicos, en forma de castigos aniquiladores desde el punto de vista físico y psicológico. En Dachau se realizaron también cientos de experimentos médicos ilegales e inhumanos.
Un prisionero que sobrevivió a la criminalidad del campo, relató una de las arengas de las SS nazis: ¡Camaradas!. Todos sabéis para qué nos ha llamado el Führer. No estamos aquí para tratar a esos cerdos de ahí dentro de modo humano. No les consideraremos hombres como nosotros, sino como hombres de segunda clase. Hace años que venimos aguantando su criminal naturaleza. Pero ahora tenemos el poder. Si esos cerdos hubiesen llegado al poder, nos habrían cortado a todos la cabeza. Por ello no tendremos miramientos. Quien de entre los camaradas aquí presentes no sea capaz de ver la sangre, no es de los nuestros y debe renunciar. Además, cuantos más de esos perros matemos, menos tendremos que alimentar.
En total, más de 200.000 prisioneros de más de 30 países fueron recluidos en Dachau y las estadísticas del campo hablan de 41.500 personas asesinadas, además de otros miles que murieron víctimas de las pésimas condiciones de vida. A comienzos de 1945 se desató una epidemia de tifus en el campo, tras lo cual este fue evacuado; en esta acción murió gran parte de los prisioneros. En 1942, se construyó el área del crematorio junto al campo principal. Incluía el viejo crematorio y el crematorio nuevo con una cámara de gas.
Dachau sirvió también como el campo principal para albergar prisioneros religiosos cristianos. Según datos de la Iglesia Católica, al menos 3.000 religiosos, diáconos, sacerdotes y obispos fueron recluidos allí. En cuanto a su procedencia, la mayor parte (1.780) eran sacerdotes polacos, de los que 868 no sobrevivieron. Las otras nacionalidades eran (entre paréntesis se indica el número de fallecidos): 447 alemanes (94); 156 franceses (10); 109 checoslovacos (24); 63 neerlandeses (17); 46 belgas (9); 28 italianos (1); 16 luxemburgueses (6). En total fallecieron en Dachau 1.034 personas con cargos religiosos. En este campo fue también ejecutado Georg Elser, quien perpetró el primero de una serie de atentados contra Hitler…
El campo fue liberado el 29 de abril de 1945 por la 20ª División Blindada y la 45ª División de Infantería del VII Ejército de Estados Unidos. Dachau siguió usándose durante muchos años como residencia para refugiados. Las instalaciones del campo de concentración de Dachau cumplen hoy la función de Museo Conmemorativo. Este museo fue instalado en 1965 por iniciativa y con el planeamiento de reclusos sobrevivientes, que se unieron en el Comité Internacional de Dachau y con la ayuda del Estado Bávaro. Este museo cuenta con 22 zonas, 21 de ellas están abiertas al público y solo la zona del antiguo campo de las SS es inaccesible. Y una curiosidad: en noviembre de 2014 fue robada la puerta de entrada al campo de concentración…