Asociación Vasca de periodistas - Colegio Vasco de periodistas

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ENTREVISTA AL PATRONO SR. ALFONSO SÁNCHEZ-TABERNERO

Entrevista realizada por Natalia Ortiz y Silvia Barrán vía Fundación Comunicando Futuro –  Alejandro Echevarría

Si se caracteriza por algo a Alfonso Sánchez-Tabernero, es su simpatía, entusiasmo, amor por el periodismo y el mundo de la comunicación. Además, se nota que es un entusiasta de la institución universitaria y de la formación de los nuevos comunicadores del futuro, pero subraya la importancia de volver a los orígenes del periodismo y de rescatar los valores de “antaño”: rigor, ética, veracidad, honestidad…

Sánchez-Tabernero defiende que los que realmente transforman el mundo son los grupos de personas que quieren y tienen ganas de cambiarlo y afirma que la plataforma de la que forma parte como Patrono, la Fundación Comunicando Futuro –  Alejandro Echevarría, es una de las herramientas para conseguir su leitmotiv: “una sociedad bien informada es una sociedad mejor”.

Entre su magnífica carrera profesional destaca que ha albergado la rectoría de la Universidad de Navarra (UNAV) durante 9 años, es licenciado y doctor en Ciencias de la Información, profesor de Empresa Informativa y ha dirigido el Máster en Gestión de Empresas de Comunicación. Ha sido profesor de Estructura de la Información Periodística y vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). De 2005 a 2007 fue el primer vicerrector de Comunicación Institucional de la UNAV. Fue vicerrector de Relaciones Internacionales de 2007 hasta  2012, cuando fue nombrado rector de la UNAV. Actualmente continúa impartiendo clases en la Facultad de Comunicación y asesorando a alumnos.

  1. ¿Cuál ha sido tu relación con los medios de comunicación?

Estudié periodismo en la UNAV, he hecho tareas de consultoría e investigación aplicada para compañías de comunicación. Siempre me he relacionado con los medios desde la academia, pero nunca he formado parte de la redacción. Mi relación ha sido más intensa con el mundo empresarial y directivo que con la parte de la elaboración del producto.

  1. ¿Has tenido vocación innata? ¿Siempre supiste que querías estudiar algo relacionado con el tema de la comunicación y el periodismo?

Siempre fui un hombre de letras: me gustaba leer, escribir, las cosas que pasaban en el mundo, cuestiones que tenían impacto en la sociedad, política, literatura, el periodismo… Cuando tuve que elegir qué estudiar, elegí periodismo porque me parecía que contar la verdad hacía que el mundo progresara. Lo que sucedió es que cuando vine a estudiar a la universidad me gustó tanto la institución que decidí que no quería irme nunca. Por lo mismo que me gustaba el periodismo: porque es un ámbito de libertad. Cuando se está en un medio de comunicación se tiene que respetar una línea editorial, pero dentro de ese marco general uno cuenta lo que honradamente piensa que ha sucedido. Lo mismo ocurre en la universidad con la libertad de cátedra y con que los profesores investigamos lo que queremos. Por lo tanto, ambos son entornos de libertad donde lo que realizas tiene un gran impacto en la sociedad: creando comunidades más libres, respetuosas, cohesionadas y mejor formadas.

  1. Totalmente de acuerdo en ese aspecto. Al final siendo profesor educas a las generaciones futuras en la ética periodística, profesional de los comunicadores y en valores.

Sí, así es, la duda era ¿pesco o enseño a pescar? He trabajado en una facultad de comunicación muchos años que alberga miles de estudiantes, en la que además he tenido la oportunidad de ser decano durante nueve años, de influir en el foco de la facultad y conseguir formar a hombres y mujeres con estándares éticos muy exigentes. No basta con los conocimientos técnicos sobre la elaboración de la noticia, sino estaríamos preparando a los estudiantes para manipular extraordinariamente bien y engañar con gran precisión. El objetivo es instruir buenos profesionales y personas honradas que, con su labor, contribuyan a que la sociedad sea mejor, pero claro, es mucho más fácil decirlo que hacerlo.

  1. ¿Percibes que ha habido un cambio generacional con cómo era la comunicación pasada, presente y futura?

Sí, el mundo vive un cambio acelerado. Nuestros hábitos, los sistemas políticos y el modo de financiar las iniciativas evolucionan. Ahora todo cambia en el periodismo, pero su esencia es más fundamental que nunca: conviene contar la verdad relevante a las personas de modo comprensible y atractivo. Eso lo hacen profesionales bien entrenados y retribuidos, que es la esencia de la profesión. Tenemos quizá personas más curiosas, con un perfil internacional, versátiles y que son conscientes de que el día que dejan de aprender algo nuevo, pierden capacidad de ejercer bien su trabajo.

  1. ¿A qué nuevos retos opinas que se tienen que enfrentar los comunicadores actuales?

Además de hacer buena información, son necesarias dos habilidades que han adquirido valor: las destrezas tecnológicas y entender las exigencias económicas de la profesión.

Por un lado, la tecnología no es lo esencial, pero es verdad que condiciona el contenido. No es lo mismo el presupuesto del que dispongo para enviar un mensaje audiovisual en Twitter de 15 segundos, que el que emplea una productora norteamericana para hacer un largometraje.

Por otro lado, es entender las exigencias económicas de la profesión. Es decir, el buen periodismo requiere profesionales. Los profesores tienen la mala costumbre de cobrar un sueldo, lo que supone un valor y ese coste quiere decir que es necesario un modelo de negocio sostenible que permita hacer frente a los sueldos y conseguir un beneficio para quien aporta el capital.

  1. ¿Cómo concibes actualmente el mundo de la comunicación?

Una de las circunstancias más sobresalientes es que hay un increíble crecimiento de la oferta e infinitos proveedores de contenidos compitiendo por la atención del usuario. Hace 15-30 años, ¿cómo nos habríamos informado de las elecciones en Andalucía, los incendios en España y la guerra de Ucrania? Disponíamos de cinco o seis proveedores de ese contenido en función de la ubicación en la que uno estuviera. Hoy, ¿cuántos tenemos? Literalmente infinitos. Ni siquiera decenas de miles, porque hay tres mil millones de usuarios de redes sociales que son proveedores de contenidos. Es verdad que son proveedores, no profesionales, pero lo esencial es que la oferta es potencialmente infinita y eso quiere decir que distinguirse de los demás es más difícil, y para conseguirlo, básicamente hay que ofrecer calidad y diferenciación: en cuanto a la perspectiva geográfica, edad o de orientación editorial.

  1. Una de las preocupaciones actuales de la ciudadanía es la desconfianza hacia los medios de comunicación y desinformación. ¿Cómo podrían los medios recuperar esa confianza?

Volviendo a los orígenes. La confianza tiene que ver con la credibilidad y ello, con la tarea de cada día de vencer las presiones y contar la verdad. Cuánto peor es la situación económica de la compañía, más vulnerable es. Por ello, es necesario que cuenten con una solidez económica. Por ejemplo, si el gobierno local, regional o nacional me ayuda con publicidad institucional, voy a tender a hablar bien de él y voy a perder la credibilidad porque no estoy elaborando un contenido pensando en el público, sino pensando en que sólo así puedo sobrevivir. La credibilidad se recupera con amor a la verdad, profesionalidad, rigor e independencia.

  1. ¿Cómo opinas que la Fundación Comunicando Futuro – Alejandro Echevarría puede ayudar a contribuir a que los ciudadanos crean en la buena ética periodística, los buenos comunicadores y la credibilidad informativa?

Lo que me gusta de esta fundación, aparte de que tengo una gran sintonía y amistad con su presidente, es que en el mundo hay dos posibilidades. Una es quejarse, lloriquear, hacer listas de culpables e insultar al que no está de acuerdo contigo, lo que resulta estéril y aburrido. La otra opción es remangarse y ponerse manos a la obra. Al final, el gobierno tiene el interés de ser reelegido, la oposición de derrocar al gobierno, la empresa de conseguir que su cotización suba o que su rentabilidad crezca para que el accionista esté contento.

Creo mucho en la sociedad civil, personas que se reúnen sin interés, sin buscar nada para sí mismos, sino intentando generar un beneficio para la sociedad. ¿Y qué hace la fundación? Compartimos este ideal para promover una conversación, una comunicación rigurosa, veraz, profesional.

  1. ¿Qué significa para ti ser Patrono de la Fundación Comunicando Futuro – Alejandro Echevarría??

El ser Patrono significa un compromiso con un grupo de personas, todos ellos destacados profesionales con una trayectoria que les avala: calidad y honradez profesional para perseguir el fin de la fundación: “una sociedad mejor informada es una sociedad mejor”. Los grandes cambios en el mundo siempre proceden de un grupo de amigos que querían hacer algo más. Los temas de impacto social no nacen de la reunión de las cinco grandes potencias internacionales, estas se pueden dividir el mundo o compartir intereses económicos, pero los cambios de fondo los impulsan grupos de amigos que comparten un ideal y que tienen ilusión, esperanza, espíritu optimista y que se empeñan en que sus sueños se hagan realidad.

  1. ¿Cómo piensas que puede ayudar la fundación a los profesionales, medios de comunicación? ¿Qué herramientas puede aportar?

La fundación está llamada a hacer una tarea muy colaborativa: buscar otras fundaciones, empresas, asociaciones, personas individuales que compartan sus principios. Sumando fuerzas podrá influir en la formación de los problemas de la comunicación, en el comportamiento de las compañías. Podrá proponer buenas prácticas profesionales, conceder premios a personas que pueden servir de modelo y de referente para otros.

  1. ¿A qué retos se enfrenta la fundación en el contexto actual de la comunicación?

Un primer reto para mí es la compatibilidad entre la función del buen periodismo y la viabilidad económica de las empresas que apuestan por esa calidad periodística.

Un segundo reto podría ser detectar y reconocer el trabajo de personas que sirven como modelo de referencia en el ámbito profesional en todo el mundo.

Un tercero, es contribuir a actividades de formación no solamente para quienes están en el ámbito universitario, sino también para quienes trabajan. Siempre comparo las personas que trabajan en el mundo de la comunicación con las personas de la rama sanitaria. A los alumnos les digo lo siguiente, imaginad que tenéis cáncer y que vais al médico y os dice que os va a tratar y va a poner en práctica todos los conocimientos que adquirió en la facultad de Medicina de la que salió hace 25 años. ¿Qué haríais? Probablemente huirías de su consulta porque en 25 años la investigación oncológica ha experimentado avances increíbles. En este sentido, existen periodistas que hace 25 años salieron de su facultad y no han vuelto a estudiar, ni a formarse, no piensan que la cobertura de una campaña electoral, una crisis económica o de un partido de fútbol ha cambiado por completo. Por ello, una de las misiones para la fundación es involucrarse en la formación de los profesionales.

  1. ¿Consideras que es importante que, por ejemplo, la fundación albergue foros de debate en los que se trate no solo de los temas de la agenda setting?

Sí, es clave introducir en la conversación asuntos de relevancia pública, aunque tiene cierta complejidad. Siempre pongo un ejemplo similar; si hablamos de la nueva novia del futbolista de moda, al que le gusta el fútbol y el cotilleo es fácil de contarlo. Si hablamos de que en otoño pueden subir los tipos de interés, o soy muy bueno y soy capaz de contar que esa subida de los tipos es mucho más importante para la vida cotidiana del ciudadano que la nueva novia de futbolista, o he fracasado. Es mucho más fácil llamar la atención con lo primero, que con lo segundo que es más relevante. Por tanto, la fundación tiene que introducir en la conversación una cuestión tan relevante como esta, que es que la información de alta calidad es esencial para la democracia.

  1. ¿Qué consejos darías a los estudiantes que quieren estudiar un grado en comunicación dentro de todo este contexto de comunicadores que no son profesionales?

Les preguntaría por qué quieren estudiarlo. Si lo que buscan es notoriedad, prestigio o enriquecerse, les animaría a que no lo hicieran. El motor para estudiar comunicación es contar historias que sean útiles para la sociedad y saberlo hacer correctamente. Si me formo bien, puedo tener creatividad y capacidad innovadora para hacer un gran trabajo, ya sea en el ámbito puramente informativo, del entretenimiento o de la comunicación institucional. Cada uno de esos ámbitos tiene un referente ético distinto.

El referente ético de la información es el respeto a la verdad. Si a esta manifestación han venido treinta y siete, tú no puedes decir han venido ciento doce, aunque me convenga decirlo.

En el ámbito de la ficción, el referente ético no es la verdad, es la dignidad humana. No se espera que hagas una película o una serie verdadera, sino que tenga dignidad humana.

En el ámbito de la comunicación institucional hay otros referentes éticos como la no manipulación, el no abuso de poder, etc.

En definitiva, contamos cosas para causar un impacto positivo, ni siquiera neutro. Porque el buen periodismo no es neutro, es intencional. Por tanto, yo le diría a un estudiante que quiere estudiar comunicación que esté seguro de que quiere causar un impacto positivo y que para conseguirlo tiene que prepararse muy bien, sólo puede lograrlo con mucho trabajo previo. Además, le preguntaría: ¿estás dispuesto a trabajar mucho para adquirir una gran competencia y ser capaz de causar un impacto positivo a través de la palabra, del sonido, de la imagen en la sociedad? Si la respuesta es sí, a por ello.

Me ha recordado a Ryszard Kapuściński en “Los cínicos no sirven para este oficio”. 

Efectivamente es un ejemplo de ello. Él es uno de los que afirma que el buen periodismo siempre es intencional.