Por A. Tena vía Público
Reporteros sin Fronteras documenta la violencia a la que se exponen los periodistas en la Amazonia y en otras zonas del Sur Global amenazadas por el extractivismo.
Ser periodista e informar sobre actividades que destruyen el medio ambiente en el Sur Global supone llevar una diana encima. Las amenazas, intimidaciones e incluso intentos de asesinatos se han convertido la tónica dominante para quienes se aventuran a contar la verdad.
Según los últimos datos de Reporteros sin Fronteras (RsF), entre junio de 2022 y junio de 2023 se han registrado 66 ataques a la libertad de prensa solo en la Amazonia brasileña. La mayoría sobre periodistas que trataban de informar sobre daños ambientales provocados por la industria agropecuaria, la explotación minera o sobre violaciones de derechos humanos sobre los pueblos indígenas.
La Amazonía, según RsF, se ha convertido en una zona cero de la violencia contra periodistas. Los continuos problemas socioambientales de esta región han atraído la atención de numerosos reporteros y las instituciones y gobiernos no han aportado seguridad. Las empresas que operan en el territorio, extrayendo recursos sin freno y desplazando a las comunidades locales, tienen una suerte de carta blanca para ejercer la violencia contra todo aquel que trate de poner luz sobre las sombras de la deforestación o la minería.
«La situación de inseguridad en la región, combinada con presiones políticas y económicas, crea condiciones que llevan a los periodistas a la autocensura», indica el informe reciente de RsF Las tierras quemadas del periodismo en Amazonia. Los profesionales de la comunicación que tratan de informar sobre el terreno suelen ser, además, reporteros locales, ya que los medios internacionales o alejados de la región tienen trabas para acceder a las zonas afectadas.
«Para entender lo que está ocurriendo en primera línea de uno de los conflictos más importantes de nuestro tiempo, necesitamos información fiable procedente directamente de los territorios. En otras palabras, la defensa del periodismo libre, plural, independiente y local en Amazonia debe ser parte integrante de las medidas para abordar la emergencia climática», ha valorado Artur Romeu, director de la Oficina de RSF en América Latina.
La persecución de periodistas ambientales no se reduce solo a la Amazonia. En los últimos cinco años se han registrado al menos diez asesinatos en todo el mundo de reporteros que trataban de informar sobre asuntos relacionados con la degradación de la naturaleza. Si se hecha la vista aún más atrás, a la última década, se registran al menos 20 homicidios.
En algunos casos la violencia se ejerce directamente desde las instituciones y gobiernos, que protegen a las empresas que operan en bosques y entornos naturales con total impunidad. Brandon Lee, periodista del medio filipino Nordis, es un ejemplo de ello. En 2019, el Ejército del país intentó abatirlo junto a otros reporteros acusados de ser extremistas y comunistas que cubrían los impactos socioambientales encubiertos por el Gobierno. «Me han seguido, vigilado, amenazado de muerte y denunciado en las redes sociales», relató tras sobrevivir al ataque.
De los profesionales que fueron asesinados, nueve fueron disparados a sangre fría y todos ellos estaban trabajando en países del Sur Global afectados por el extractivismo: Colombia, México, Filipinas, Birmania e India. El caso más llamativo y mediático fue el de Shubham Mani Tripathi, corresponsal del diario de la India Kampu Mail, que fue disparado seis veces a bocajarro, tres de ellas en la cabeza, en 2020.