Por Mikel Pulgarín, Periodista y Consultor de Comunicación
En este tiempo crepuscular, que más pronto que tarde se volverá a tornar amanecer, los guerreros y supervivientes de mil batallas entonan sus últimos cantos, entierran a sus muertos y recuerdan a los que quedaron atrás, sabedores de que pronto todos se verán reducidos a común materia, la misma con la que se tejen los recuerdos y con la que también se forman los mimbres de la Historia. Los viejos marineros dejan su lugar a los jóvenes navegantes del espacio, nautas que arrojan sus redes más allá de lo imaginable.
Desde el futuro, que ya es presente, los nuevos argonautas leerán la historia de un mundo que perdió el rumbo, sabrán de sufrimientos increíbles, conocerán hasta dónde puede llegar la crueldad humana y se sorprenderán de la facilidad con la que los animales racionales caen en la más absoluta irracionalidad. Desde sus atalayas en las estrellas de la modernidad y la tecnología escrutarán un pasado tan lejano que se les antojará ajeno, observarán los torpes avances protagonizados por generaciones demasiado pegadas al suelo e ironizarán sobre modos de vida que no dudarán en calificar de primitivos.
Pero hasta esas mismas torres llegarán también los reflejos del esfuerzo humano y de las ilusiones forjadas en medio de las tormentas, de la capacidad de sobrevivir cuando no hay nada por lo que vivir, de la superación de las leyes físicas que atan al cuerpo, pero no a la mente, de los avances tan parsimoniosos como constantes, de la lucha que los seres humanos mantienen consigo mismos, sabedores de que de ella depende la esperanza de que un rayo de luz ilumine el futuro.
Y los nuevos centinelas también oirán hablar de los seres que fraguaron la crónica de los tiempos más fulgurantes y a la vez más desgarradores del caminar humano; hombres y mujeres que supieron aceptar con entereza su compromiso ineludible con una Historia que en numerosas ocasiones no les fue propicia, pero que lograron que el ocaso de la época que les tocó vivir se convirtiera en un auténtico e irrepetible crepúsculo de los dioses.