Por Begoña Beristain vía Crónica Vasca
La tragedia que se vive en Gaza desde el pasado 7 de octubre quedará en el recuerdo como la de la masacre cometida por Hamas sobre población israelí que dio comienzo a una de las respuestas genocidas más brutales por parte de Israel. La mayoría de las víctimas son mujeres y menores pero nunca, nunca, el inicio de un conflicto había tenido consecuencias tan mortíferas para el periodismo y los periodistas.
Desde que comenzó este nuevo episodio de guerra de la que, ahora sí ahora no, llevamos hablando desde que se creó el Estado de Israel en 1948, 36 periodistas han sido asesinados y al menos 12 de ellos han muerto mientras trabajaban en Gaza. Son periodistas palestinos, los únicos que pueden informar desde el propio territorio porque al resto se les niega la entrada en la franja. Hay al menos 2.000 periodistas acreditados por Israel que no pueden entrar en Gaza. Son ojos incómodos, activistas de la verdad que solo buscan dar a conocer al resto del mundo lo que está sucediendo dentro de un terreno de unos 45 kms cuadrados de los que no hay escapatoria.
Son ojos incómodos, activistas de la verdad que solo buscan dar a conocer al resto del mundo lo que está sucediendo
Me impresionó mucho el directo realizado por un compañero periodista gazatí después de conocer que otro periodista, Mohamed Abu Hatab, y toda su familia había muerto en un bombardeo israelí. El caso es que ese bombardeo no fue casual. El misil que Israel lanzó sobre la vivienda del periodista iba directo a ese lugar concreto. Tanto los profesionales como las asociaciones de periodistas hablan ya de «asesinatos selectivos» de voces incómodas, voces cuya única intención es que en esta otra parte del mundo, y en cualquiera, tengamos la versión de quienes están padeciendo la brutalidad y no solo la de quienes la están ejerciendo.
En ese directo, el periodista decía «No podemos soportarlo más, estamos agotados. Nos van a matar, es solo cuestión de cuándo». Lo decía entre lágrimas y con indignación y añadía que «no hay protección». «Estos EPI (el chaleco y el casco de prensa) no nos protegen. Nada ni nadie protege a los periodistas. Perdemos vidas, una por una».
En lo que llevamos de conflicto han sido asesinados más reporteros que en Afganistán, Yemen y Ucrania. La guerra no tiene visos de terminar y mientras escribo este artículo llega una última hora: El periodista Mohammad Al-Jaja y algunos de sus familiares acaban de ser masacrados por un ataque aéreo israelí que destruyó su casa en el barrio de Nassr en la ciudad de Gaza. Estamos ante el conflicto más letal de la historia para los periodistas.
Estamos ante el conflicto más letal de la historia para los periodistas
No hay voces suficientes en el mundo para hacer callar los bombardeos. El ataque de Israel a Gaza en respuesta a la masacre de Hamas pasará a la historia no solo como el que borró de la faz de la tierra prácticamente a todos y todas las palestinas sino que, como señalaba el secretario general de Reporteros Sin Fronteras, Christophe Deloire, se recordará como uno de los episodios más crueles para los reporteros. El Estado de Israel está protagonizando otro récord siniestro, el de haber asesinado en tres semanas a más periodistas en el ejercicio de su labor en Oriente Próximo que desde febrero de 2022 en Ucrania.
La verdad siempre es incómoda, especialmente para quienes quieren ocultarla. Ese es el verdadero oficio del periodista, contemplar la profesión como una misión de vida, denunciar las injusticias y hacer visible lo invisible contando lo que otros callan.
Otra de mis sorpresas en las últimas semanas ha sido la reacción de alguna parte de quienes opinan a través de las redes sociales. Critican el supuesto posicionamiento de algunos compañeros a quienes acusan de ser pro-palestinos. Lo hacen, como casi siempre en las redes, con virulencia y anonimato pero contribuyen a generar un clima de crispación que en nada ayuda a esa verdad que nos muestran las imágenes.
Puede que una imagen no valga mil palabras pero si debe generarle a quien la observa, mil preguntas. La frase no es mía, es de la fotoperiodista Anna Surinyach. Esas mil preguntas nos las haremos en la medida que tengamos información, datos, posibilidad de contrastar puntos de vista. Israel no quiere que nos formulemos preguntas y para ello impide entrar a los periodistas extranjeros a la franja de Gaza. Y a los periodistas palestinos, los mata.
Israel no quiere que nos formulemos preguntas y para ello impide entrar a los periodistas extranjeros a la franja de Gaza
Mientras, en España, los y las periodistas se ve acosados, increpados, insultados e incluso agredidos por manifestantes que llevan sus reivindicaciones a la calle con la intención de desestabilizar un proceso democrático. Ven en quienes informan a un enemigo sin darse cuenta, por ignorancia, de que la verdad es lo que les hará verdaderamente libres.
Gracias a todos, a todas las activistas de la verdad por jugarse la vida para contarnos lo que pasa en un terreno que necesita la paz pero la tiene muy lejos. Sin periodismo, sin periodistas, no hay democracia ni libertad.