Por José Manuel Alonso
“Antonio Gala rompió la barrera del escritor tanto porque comenzó a inventarse la vida y escribir desde los ¡nueve años!, como por el hecho de que nunca dejó de hacerlo todos los días, desde que la luz aparecía a la mañana hasta las tardes inacabables en las que el sol se hace el desentendido… y lo hizo ocupándose de todo cuanto rodea al género humano…, ayudando en lo posible a los demás y procurando hacerles agradable la vida…; y lo hizo con un número incalculable de artículos y escritos, siguiendo la recomendación de Newton: “Lo que sabemos es una gota de agua; lo que desconocemos es un océano”… y todo ello, como el decía, “soportando la sobredosis legal que nos ahoga” (Varios autores)
En plena Feria del Libro de Madrid y el día en el que España celebraba elecciones municipales y autonómicas, callaba para siempre una de las voces más necesarias y plurales: Antonio Gala, que fallecía a los 93 años. De él recordamos aquellos sus versos en los que decía que la muerte “me ha dispuesto un profundo y verde sueño” (…), o aquellas palabras que representaron toda su vida: “los intelectuales precisan hacerse la ilusión de no estar solos, de que hablan en nombre de una clase o de una muchedumbre” (…) Para él la vida fue “permanente mudanza, agitación, una incesante búsqueda y carrera, porque vivimos demasiado deprisa y en muy poco tiempo”, y él vivió con la escritura de cada día ¡hasta esos 93 años!…
De Antonio Gala este periodista, que entrevistó en alguna ocasión, tiene y goza de su amplia obra, de la que leyó con frecuencia y aprendió mucho, porque en sus escritos y en su vida, siempre fue contracorriente, además de divertido, crítico y libre… Se definía como “escritor no por vocación sino por absoluto destino” (…) Y hacía una viva recomendación: “lo que nunca debe morir es la lealtad” (…) y nos daba una lección muy gráfica: “Cualquier empresa humana que valga la pena tiene que ser una empresa colectiva, como sucede con los costaleros de los pasos de Semana Santa” (…)
Nacido en Brazatortas, Ciudad Real, el 2 de octubre de 1930, a los 9 años se trasladó, junto a su familia, a Córdoba, y para entonces escribió sus primeras obras, dando a los catorce una conferencia en el Círculo de la Amistad… Estudió desde la temprana edad de 15 años la carrera de Derecho en la Universidad de Sevilla y, como alumno libre, Filosofía y Letras, Ciencias Políticas y Económicas en la Universidad de Madrid, obteniendo licenciaturas en todas ellas. Al acabar sus estudios universitarios, inició la preparación de oposiciones al Cuerpo de Abogados del Estado, abandonándolo en un gesto que él recuerda como de rebeldía ante las presiones de su padre, para ingresar después en los cartujos. Pero la rígida disciplina monástica no estaba hecha para él, y, como cuenta en su autobiografía, fue expulsado de la orden… En 1959 comenzó a impartir clases de Filosofía e Historia del Arte, y recibió un accésit del Premio Adonáis de poesía por su obra “Enemigo íntimo”, empezando una exitosa carrera teatral y periodística, que le posibilitó desde 1963 vivir sólo de la escritura, obteniendo en 1990 el Premio Planeta de Novela con “El manuscrito carmesí” (…)
“¿Quién soy yo?… ¿ Que somos nosotros?”…
Dejemos que Antonio Gala nos hable / nos escriba: “Sé que a menudo, en solitario, os habréis preguntado ¿quién soy?, ¿quién soy yo?… Y la indagación de la exacta respuesta a ese ¿quién soy? es la que da plenitud a la vida, y abre el principio de la iluminación. Sin ella –sin la respuesta, pero también sin su búsqueda– la vida, por mucho que la atiborremos de aspiraciones y de aparentes cumplimientos, carecerá de propósito ya que carecerá del personal e individual sentido que la hace inconfundible y única”…
Gala siempre añoró un nuevo futuro en la sociedad. Un futuro que hay que facilitarlo, aclararlo, iluminarlo y alegrarlo, porque sólo entonces será el futuro de todos y habremos ganado, entre todos, la batalla… Y la realidad es que “ante el panorama actual que vivimos, os peguntareis: ¿Qué somos? Un saco de dudas, de vacilaciones, de recelos; pero también de sueños e ilusiones, de aspiraciones y exigencias… Y repito: os inquieta el futuro. Un futuro que no podéis permitiros el lujo de que os lo fabriquen y os lo sirvan esa gentuza que sólo se ocupa de engrosar su presente. Un futuro que, con actividad, debéis ir preparando, porque hoy es ya mañana” (…)
“La indignidad del momento en que vivimos”
Según Gala, la palabra que mejor define este momento histórico es la de indignidad. Lo tiñe todo y todo lo salpica. La superficialidad y la ligereza con que se aborda cualquier cuestión: desde la política a la ciencia, desde la enseñanza a las nuevas profesiones, desde la economía a los sentimientos, todo es light en la acción y en la reacción… Un hedor hace que se respire con dificultad hasta en los ámbitos más próximos a nuestro corazón (…)
El éxito –añade– se ha puesto como medida de todas las cosas, y el dinero como medida del éxito. La facilidad es el instrumento predilecto, y el concepto de cultura –como equilibrio y armonía, como inserción en el orden más amplio de la Naturaleza– fue abolido por dificultoso y enrevesado… Pensar es un oficio de espíritus que pasaron de moda y no persiguen lo que persigue la generalidad, o sea, de espíritus desenfadados y descatalogados…
Este mundo versátil, ambicioso, erizado, voraz, conquistador de pacotilla y exaltador de todo cambalache, no está para escuchar la música callada: está para otros ruidos más procaces y toscos, para eventos efímeros, para originalidades fugaces en el arte y las ciencias, para solemnidades pasajeras y desde luego productivas…
“El saber vivir nos hará libres”
Recogemos textos de otro artículo de Antonio Gala: En otro tiempo vivió el hombre como una vagoneta que transcurre sobre rieles fijos. Contemplaba la vida con antojeras, sin acceso a una gran cantidad de objetos, sin gozar de movilidad y de información, lo cual ceñía sus posibilidades a muy estrictos límites. Por el contrario, hoy en día, se ha convertido en un ávido e insatisfecho consumidor, disfruta de una creciente movilidad, y es objeto de una aparatosa y negadora información. Es por eso por lo que su insaciabilidad de cosas puede transformarlo en un ser frustrado, que rastree su identidad en el exterior de sí mismo, y aspire a diferenciarse y destacar a fuerza de una extraversión con la que, probablemente, sólo conseguirá anonadarse y diluirse (…) El desear tener(reducido a objetos de consumo, a dinero, a celeridad más o menos vertiginosa, o a una información cambiante) nos convierte en esclavos de las situaciones, porque cometemos el desatino de buscarnos entre ellas, en lugar de hacerlo en la penumbra y el silencio y la soledad de nuestro interior. Es el saber vivir lo que nos hará libres, porque nos permitirá investigar la certeza de nuestro ser en nuestra verdadera intimidad (…)
Y es que la más alta meta de cualquier conocimiento es el hallazgo de uno mismo; el resto es secundario. Hoy en día, sin embargo, tiende el hombre a actuar más al nivel de la mente y menos al del corazón, siendo así que los dos caminos han de converger para responder al ¿quién soy?… Con la vida se nos da una lámpara al nacer: no para que la ocultemos ni para que prendamos con ella fuego al bosque, sino para iluminar el camino de la búsqueda hacia nosotros mismos…
De esa forma será como lograremos llenar nuestros días de vida, lo cual ha de ser nuestra máxima ambición… haya sol o sombra, felicidad o desdicha, mañana o noche, frialdad o calor. Porque la cumbre tiene su sentido, y el valle tiene el suyo. Y es en el contraste de los dos donde reside la riqueza del mundo… Y una recomendación: “el camino de la verdad y de los valores es un camino que permanece oculto para muchas personas, que lo ven como algo frío, aburrido o triste, cuando en realidad la mejora personal es un camino siempre menos fatigoso, más alegre, más interesante y más atractivo” (…)
Sentimientos de Gala “para la muchedumbre solitaria”
“Antonio Gala, señor de la palabra, poeta del amor”
Juan Cueto (1942-2019), uno de los grandes comunicadores, que fue directivo de televisión española, afirmaba en el prólogo del libro de artículos de Antonio Gala, titulado “En propia mano”, el escritor fallecido hace unos días “escribía para el lector virtual o modelo que pertenece a esa clase amplia, mayoritaria, de ciudadanos de cultura media, que no se sienten integrados de manera explícita, o formal, en cerradas categorías sociales, religiosas, ideológicas o familiares; seres más urgidos de líderes espirituales que políticos, huérfanos de modelos carismáticos donde reflejarse o apoyarse por unos instantes, y faltos de códigos individuales que den respuesta a las mil angustias cotidianas de las sociedades modernas”…
Tampoco escribe Antonio Gala, según Cueto, para una sola edad, una sola cultura, un solo sexo, una sola clase social, una sola sensibilidad (…) Y añadía: los escritores de periódicos suelen convertir los sentimientos en actualidad, pero Gala transformaba la actualidad en sentimientos… Esos sentimientos que agobian la muchedumbre solitaria”, y lo hace, como se ha dicho, con “atrevimiento sentimental”, además de su brillante estilo literario, su léxico sin concesiones o sus constantes referencias culturales clasicistas… Gala trataba siempre de seducirnos con su verbo hecho carne tipográfica. Y esos temas insistentes, recurrentes, de la felicidad, el amor, la solitaria solidaridad o la redención por el dolor o el sufrimiento… ¿Y qué cosas son –según Juan Cueto– sino otras tantas manifestaciones de su creencia en la salvación terrenal del hombre, en lo fascinante de la vida? (…) Se trataba de esa fascinación o inspiración, esa categoría central de lo numinoso, de lo santo que se convierte en excesivo (…) Incluso se ha señalado que Antonio Gala aportó un nuevo lenguaje social de lo sagrado….
“La sobredosis legal que nos ahoga”
Antonio Gala nos advirtió varias veces y desde hace años que estábamos en una era en la que nuestra asesora principal debe ser la intuición… Y añadía: “esa era siento perdérmela” (…)
Termino, amigo lector, con unas recomendaciones del propio Antonio Gala: (1) Las diferencias que nos caracterizan deben seguir existiendo y hay que respetarlas, no rechazarlas ni anularlas. Y será esa actitud la que nos ennoblezca y nos dignifique a todos // (2) La violencia y la agresividad yacen en el obsceno corazón humano… Y lo que echamos de menos es la alegría // (3) A Dios se le conoce abriendo los ojos, como se conoce la luz; como se conoce la música abriendo los oídos… Si Dios y el cielo existen, están aquí y ahora. Si no somos capaces de percibirlos ahora y aquí, tampoco podremos percibirlos después…
Ante graves errores de la sociedad en la que vivimos, no hagamos el silencio y procuremos que esta nuestra sociedad se salve, para lo que un genio literario como Antonio Gala entregó toda su vida… ¡Que así sea! (….)