Por Julen Rekondo, Julen Rekondo, experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente
En el marco del Día Mundial de la Biodiversidad, que se ha celebrado el pasado 22 de mayo bajo el lema ‘Construir un futuro compartido para todas las formas de vida’, el Gobierno Vasco y la Sociedad Pública de Gestión Ambiental Ihobe han presentado el Perfil Ambiental de Euskadi de 2022. En esta ocasión, se aborda el tema de la biodiversidad en el territorio, que engloba cuestiones variadas como la superficie natural protegida, el estado de conservación de las especies o la inversión pública vasca en esta materia.
La diversidad biológica o biodiversidad es la variabilidad total de la vida sobre la Tierra. Según la definición aportada en el Programa Medioambiental de las Naciones Unidas 1995, “la biodiversidad hace referencia al número de especies en un área determinada, a los nichos ecológicos desempeñados por esas especies, al agrupamiento de las mismas que ocurre en un área, al conjunto de procesos e interacciones que tienen lugar dentro y entre los sistemas ecológicos. La biodiversidad incluye la diversidad de ecosistemas en regiones biogeográficas, en el planeta, y abarca también la variabilidad genética dentro de las poblaciones”.
La importancia que la comunidad internacional concede a la diversidad biológica quedó reflejada en el Convenio sobre la Diversidad Biológica aprobado el 5 de junio de 1992 en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo celebrada en Río de Janeiro.
Detrás de la biodiversidad, están procesos que son imprescindibles para la vida en el planeta y de la propia humanidad. Caben citar muchas cuestiones, entre las que resaltaría la purificación del agua y del aire, la estabilización del clima terrestre, la creación y conservación del suelo o el mantenimiento de las nutrientes. Debido a ello, han podido tener su desarrollo las sociedades humanas y han sido la base de nuestra alimentación, regulación del clima, protección del suelo y regulación del ciclo hídrico.
Los paisajes naturales que tenemos están estrechamente relacionados con la biodiversidad, si bien incorporan también aspectos culturales, estéticos y recreativos. Los paisajes se consideran recursos culturales del patrimonio de un país y son, por tanto, objeto de cuidado y preservación. La conservación de un espacio natural requiere la conservación de los hábitats que lo integran, por lo que la protección del paisaje tiende a favorecer la conservación de la biodiversidad y viceversa. Las personas crean lazos afectivos y de identidad con los paisajes naturales que les rodean y demandan su preservación y restauración.
Las presiones sobre la diversidad biológica se han intensificado especialmente desde la segunda mitad del siglo XX. La explosión demográfica, los modelos de producción y consumo existentes a nivel global y la sobreexplotación de los recursos naturales son las fuerzas motrices clave tras la degradación que está conociendo el patrimonio biológico de la Tierra.
Euskadi, igualmente, ha conocido desde hace un siglo y medio, un fuerte proceso de industrialización y antropización de sus sistemas naturales, pero, a pesar de ello, tal y como se señala en el Perfil de Biodiversidad 2022 del Gobierno vasco e Ihobe, dispone todavía de valiosos espacios naturales y con una diversidad biológica apreciable. Cuenta con hábitats propios de las regiones biogeográficas atlántica, mediterránea y alpina, así como con ecosistemas terrestres, acuáticos continentales, estuarinos, litorales y oceánicos.
Según los datos que recoge el Perfil de Biodiversidad 2022, casi una cuarta parte de todo el territorio de Euskadi (el 24,2%) está protegida, lo que supone un total de 175.330 hectáreas. Con estos datos, Euskadi se acerca a la meta marcada por la Estrategia de la Unión Europea sobre Biodiversidad para 2030, de conferir protección jurídica al 30% de la superficie. Esta estrategia también prevé que al menos un 30% de hábitats y especies alcancen un estado de conservación favorable, obtenido ya por el 22% de los hábitats de interés de Euskadi en el periodo 2013-2018.
En cuanto a especies, destacan datos como que el 37% de las aves analizadas han incrementado sus poblaciones y el 20% del resto de especies muestran un estado de conservación favorable. Sin embargo, preocupa la población de aves en el medio agrario, que ha caído un 44% en la última década. También se ha reducido un 85% la biomasa del alga roja en la costa vasca en un periodo de poco más de 25 años y ha disminuido la fanerógama Zostera noltii -una planta marina similar a la posidonia- casi el 10% en un lustro.
Por otra parte, las presiones y amenazas en la actualidad que impactan sobre la biodiversidad en Euskadi, son la artificialización del territorio -ha experimentado un incremento de 0,4 puntos porcentuales durante 2006-2018 y es la superficie destinada a infraestructuras básicas, comunicaciones y actividades económicas en detrimento de los espacios libres-, y las prácticas agrícolas, ganaderas y forestales poco sostenibles que constituyen presiones para la integridad del 82% de los Hábitats de Interés Comunitarios (HIC) vascos. Entre algunos datos, se destaca que el Euskadi el consumo integrado de fertilizantes se cifra en 2019 en 46,1 unidades de nitrógeno por hectárea. A futuro, además, se espera que las especies invasoras, los procesos naturales y la crisis climática constituyan una amenaza cada vez mayor.
En cuanto a la crisis climática en el Perfil de Biodiversidad 2022 se viene a decir que debido “a la mediterraneización del clima en Euskadi se prevé que para 2071-2010 el macrobioclima mediterráneo sea el predominante en el 79% de nuestra comunidad. Los hayedos xerófilos y acidófilos, las tejedas y los marojales serían los hábitats en mayor riesgo frente a la crisis climática”.
En la conservación de la diversidad biológica es fundamental vigilar, documentar, evaluar y comprender las relaciones entre las actividades humanas, las presiones que estas generan sobre la biodiversidad, así como las alternativas existentes para frenar el deterioro de la misma. Hay que decidir qué se quiere conservar, como hacerlo y comprobar si se está consiguiendo o no. Para ello, es imprescindible mejorar la información y el conocimiento a través de programas sistemáticos y la investigación y la educación. En este sentido, documentos como el Perfil de Biodiversidad u otros, son muy necesarios.
En otro campo y desde mi faceta de divulgador ambiental, considero importantísimo saber adaptarse a las nuevas formas de comunicarse, pero sin olvidar la metodología de buscar las fuentes originales, contrastar la información, dudar de cualquier información que no haya sido verificada, y por tanto, ir la fuentes científicas. Digo esto, porque sin duda hay muchísima información en internet, pero también a menudo de baja calidad y con poca credibilidad.