Por David Cebrián Aranguren
Muhammed Salha
Sleep in peace, my little girl
Your life is gone while you are trying to save your little sister, tell me, my little girl, how you learned all this tender motherhood, tell me where you came from with all these effects on yourself while you are fighting death like your baby sister, tell me how you resisted suffocation with steadfastness and you provide an oxygen dose for the baby so that she may live, what is all this satisfaction in the innocence of your face and the smile of your beautiful gap?!
My beautiful little girl, where are your parents and siblings? Isn’t there any other than you left for the infant, did you do all their roles?
My little girl, sleep in peace, your actions have exceeded all the greats of the world.
Estas son palabras de Mohammed Salha.
Mohammed vive en Gaza. Bueno ahora sobrevive.
Mohammed es la persona más integra que conozco.
En 2014 Mohammed junto con otras personas fue la contraparte de una expedición de payasas y payasos que viajamos desde España a tratar de mitigar con sonrisas el dolor causado por los bombardeos israelíes.
Mohammed y Aaed y muchos y muchas otras personas que viven bajo el terror israelí en Gaza y Cisjordania saben que la única forma de combatir la ocupación, el Apartheid y las bombas es conservar la vida, el amor, la risa, el cariño y no sucumbir al odio que desde hace más de 70 años siembra el sionismo en su tierra.
Mohammed y los demás que son más representativos del Pueblo Palestino que toda la estructura de Hamás, se enfrentan a las bombas desnudos, armados tan solos de un corazón tan enorme que representa a toda la humanidad.
Y es contra ellos y contra niñas y niños como los de la imagen contra quién va dirigida la fuerza destructora del ejército israelí.
Por mucho que la maquinaria propagandística sionista insista en justificar su genocidio con Hamás, la verdad escapa sus muros, los físico y los informativos. Este es un genocidio contra población civil, de hecho es el último capítulo de un Holocausto que se extiende por más de medio siglo.
Hamás y sus crímenes no son sino consecuencia de este holocausto y lo cierto es que las víctimas inocentes de los atentados de Hamás son en realidad víctimas de la política sionista que siembra el odio desde la Nackba. Es curioso como las propagandas fascistas retuercen y dan la vuelta a la verdad. Los políticos sionistas y sus cómplices estadounidenses y europeos insisten en que las víctimas palestinas son víctimas del terrorismo de Hamás, si aceptamos esa argumentación es claro que todas las víctimas de Hamás son víctimas de la política de limpieza étnica del estado de Israel que lleva causando muerte, dolor y odio en la población palestina desde hace 70 años. Sin ocupación, sin bloqueo, sin Apartheid, Hamás no existiría, no tendría ningún sentido.
Biden, ese señor que parece dirigido por control remoto y que está ahí para evitar que el imperio lo dirija un psicópata con bronceado de rayos uva, es cómplice y está haciendo cómplice a la nación más poderosa del mundo de esta masacre. Europa es cómplice de está masacre.
Debería parar el mundo exigiendo el fin de los bombardeos, de la ocupación y del Apartheid.
Si no mañana cuando despertemos descubriremos que palabras como justicia, democracia, paz, humanidad ya no tienen sentido. Se lo están quitando a bombazos en Palestina.
La historia recordará estos días como los más vergonzantes y aberrantes de nuestra era.