Asociación Vasca de periodistas - Colegio Vasco de periodistas

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El ‘machetazo’ final a los autónomos

Daniel González (Twitter @dgonzalezWRITER)

El whatsapp de un amigo me puso en alerta. Lo leí demasiado tarde, ya de noche, y no pude dejar de dar vueltas en la cama, sin dormir. No. Aquello no podía ser. Las cantidades que el Gobierno central ha adelantado de su propuesta para las cuotas de autónomos no podían ser verdad. Vale, de acuerdo con las más altas (porque no creo que muchos de los que malviven como autónomos lleguen siquiera a rozar los 4.000 euros). Pero lo preocupante, el verdadero machetazo a quienes intenten emprender para ganarse la vida (buscando por su cuenta clientes, tirando los precios para ver si pueden pescar algún encargo) es que ganando 600 tristes euros la cuota para el año 2023 sea muy similar a la que ahora apoquina todo el colectivo sujeto al primer tramo. Es decir, 280 euros para el Estado de los 600 que el autónomo ha logrado. Me da miedo hasta intentar sacar el porcentaje de lo que se lleva papá Gobierno.

“Tiene que ser anual, no puede ser cada mes”, me dije mientras miraba la noticia en diferentes medios, en busca de una confirmación. Pero, al margen del mantenimiento de la tarifa plana (de 70 euros/mes) para quienes empiezan en este turbulento mundo laboral, la certeza estaba ahí. Adjunto las tablas de cantidades a este artículo para que quienes lo lean puedan juzgar por sí mismos.

Hace ya tiempo que dejé de ser autónomo (por suerte) y, raro en los tiempos que corren, he podido trabajar por cuenta ajena dos años. El sueldo no era una maravilla, claro, pero ni había que retener IVA ni pagar ese extra a la Seguridad Social (de eso se encargaba el empresario). Eso sí, con una retención del IRPF del 2% que luego me causó verdaderos dolores de cabeza con la declaración de la renta (no olvidemos que, por regla general, el autónomo retiene un 15% en sus facturas). Pero contar con la certeza de un salario fijo y no variable, del derecho a paro que ahora me salva el cuello gracias a esos dos años
(porque los diez anteriores, de autónomo, no valen ni ‘pa pipas’), era una tranquilidad que ahora se convierte en incertidumbre. Porque, juguemos a calcular cómo viviría un periodista freelance (que queda más bonito que decir autónomo).


1.100 euros brutos

En mis tiempos de periodista uno de los medios más potentes de Euskadi dejó de pagar a sus colaboradores por noticia publicada y les ofreció una cuantía fija. De media, estos colaboradores podían realizar entre dos y cuatro noticias al día. Pasar de unas tarifas decentes a la friolera de una oferta de 1.100 euros brutos (descuenta de ahí el IRPF del 15 %, la cuota de autónomos entonces de casi 280 euros, y los gastos que genera trabajar, desde el teléfono al transporte) dejaba al periodista (muchos con varios años en el medio) con un ingreso final menor incluso que lo que cobraban los becarios con beca
concertada de un año. Por suerte esas tarifas han mejorado ya algo, pero si partimos de la tabla que nos propone el Gobierno central, lo que partimos es el espinazo de estos compañeros.
Y bueno, vamos a hablar de la famosa leyenda urbana de que si no se llegaba al Salario Mínimo Interprofesional (SMI) no era necesario ser autónomo porque se consideraba una actividad económica esporádica o residual. Si antes ya era dudoso (a pesar de que empresas dependientes del Gobierno a través del SEPI se valían de ello para, a la hora de contratar personal externo a cambio de una miseria, con documento tipo firmado adjunto al contrato mercantil que certificaba esa “actividad esporádica”), ahora esa posibilidad desaparece y surge un vacío legal para actividades como la de los escritores autoeditados
que, obligados a darse de alta en el Impuesto de Actividades Económicas (IAE) como editores al ser ellos mismos quienes distribuyen sus libros, cuentan muchas veces con unos ingresos, mes a mes, tan paupérrimos que hacerse autónomo sería lo mismo que hacerse el harakiri.

Creo que el Gobierno progresista y social que ahora ejerce el poder ha entendido muy mal la petición histórica del colectivo de autónomos cuando se pedían tramos en función de los ingresos. Basta ver las tablas ofrecidas para comprender cuán alejados están nuestros dirigentes de la realidad (mi amigo, el del whatsapp, es arquitecto autónomo y suspira satisfecho cuando su facturación supera los 2.000 euros, sobre todo porque ha llegado a trabajar de falso autónomo en un estudio donde, por menos de 1.300 brutos al mes y a media hora de distancia de su ciudad, se le exigía el mismo ritmo de trabajo que
aquellos que, en ese estudio, cobraban el doble como asalariados).


Macroexplotación humana
En pleno debate sobre las macroexplotaciones ganaderas, el Gobierno central se ha creado su propia macroexplotación humana, todo con el fin de recaudar y equilibrar la saqueada economía de la Seguridad Social (que más bien parece, visto lo que nos espera con las pensiones, una estafa piramidal). Y el pagano, como siempre, es el emprendedor que intenta ganarse la vida sacándose de la manga una oportunidad laboral en un entorno en la que los empresarios, cada vez más, quieren abaratar costes con falsos autónomos que integran en sus plantillas (ya ni disimulan con lo del teletrabajo) porque saben que
la inspección de trabajo, sobresaturada, no va a hacerles nada. Y nuestros dirigentes, en vez de decidir acabar con estas irregularidades, parecen dispuestos a hacer caja con ello.