Por Begoña Pérez Sancho
Se diría que el cómic es un medio reciente, coetáneo del cine, de finales del Siglo XIX o principios del XX. Sin embargo, si escarbamos un poco, observamos que en realidad es muchísimo más antiguo, tanto como las pinturas rupestres, donde aquellos dibujos y grabados sin duda querían decir algo. Comunicaban un sentido, tenían un significado compartido entre quienes los dibujaban y quienes los observaban, como si de un comic mudo se tratase. En aquel entonces, en que no se había inventado todavía la escritura, la comunicación y la trasmisión del conocimiento no podían ser más que orales y a través de elementos visuales, a partir de los cuales fueron surgiendo los símbolos.
Cuando vamos avanzando en la historia y nos detenemos en la antigua civilización egipcia, con sus jeroglíficos, comprobamos el salto cualitativo que se ha dado, puesto que, en ese punto, los dibujos se utilizan ya como signos de escritura. Es decir, cada dibujo o conjunto de ellos, tiene un significado concreto. ¿Pero cómo se ha dado ese salto? A lo largo de un proceso muy largo en el tiempo, algunos miembros de cada grupo humano, van a ir estableciendo asociaciones entre dibujos y significados. El resto del grupo, o una parte distinguida del mismo, va a ir aprendiéndolas. No podemos olvidar que la lectura y la escritura, han sido privilegios de élites y minorías hasta hace bien poco, en que, por fin, se ha ido extendiendo su enseñanza y su uso a la población general, aunque no en todos los países todavía.
Nuestra escritura, que aparece mucho después, se compone en su base de unas pocas letras, con las que poder realizar infinitas combinaciones dando lugar a miles de palabras y millones de frases. Aquí de nuevo nos encontramos con el dibujo. Porque, ¿qué son las letras del abecedario, sino poco más de dos docenas de dibujitos que hemos diferenciado y nombrado? La A, la B, la C… ¿Y las palabras? No son otra cosa que la agrupación de esas letras de maneras diferentes, a las que se ha otorgado un significado propio en cada lengua. Además, cultivar la caligrafía, procurar escribir de forma bella y elegante ¿no es sino otra forma de dibujar?
El proceso de aprendizaje de la lengua hablada, de la lectura y de la escritura, consiste fundamentalmente en reconocer y en recordar los vínculos entre sonidos e imágenes primero, y luego entre palabras escritas e imágenes, desde las que inferir su significado. A una criatura muy pequeña, cuando queremos enseñarle a conocer y distinguir las partes del cuerpo, primero se las nombramos, a la vez que se las señalamos. Así asocia el sonido nariz con la imagen de la nariz de quien pronuncia ese sonido y simultáneamente se toca esa parte de la cara. Estamos integrando el sentido del oído con el de la vista. Cuando ya va aprendiendo a hablar, lo que hacemos es señalar de nuevo la nariz y esperar a que sea la criatura quien diga nariz. Está dando el paso de escuchar a pronunciar, y en este punto, una vez más, la vista fijada en la nariz que se le señala, sigue siendo una guía y un referente fundamental. Al aprender a leer, esas cinco letras, n, a, r, i, z, que juntas forman la palabra nariz, se las mostramos junto al dibujo de una nariz, y así le resulta mucho más sencilla la conexión y fijación en la memoria. Un poco más tarde, cuando ya sabe leer y está aprendiendo a escribir, va leyendo un texto y de repente aparece el dibujo de una nariz. Aquí se le pide que escriba la palabra a la que se refiere dicho dibujo. Si ya tiene bien fijadas las conexiones, escribirá nariz.
Por tanto, se hace evidente que la asociación y memorización de las relaciones entre imágenes, sonidos, dibujos, y palabras escritas, es crucial en el aprendizaje de una lengua. Resulta tan vital, que, por esa razón, todos los materiales educativos en formato papel y seguramente la mayoría de los digitales que se usan en educación infantil y en los primeros cursos de primaria, tienen en su base las ilustraciones, los dibujos. En los primeros niveles de edad, solas las imágenes y más tarde conectadas a las palabras y también a los números (que no dejan de ser igualmente dibujitos. El 1, el 2, el 3…) Aprendemos de esa misma forma a conocerlos, nombrarlos, distinguirlos. Saber en qué orden van, con qué cantidad se corresponde cada uno. Contar, sumar, etc. Y lo hacemos una vez más, a base de asociaciones de imágenes que se graban en la memoria.
Todos estos procesos son comunes a los que operan en el cómic, donde la combinación de texto e imágenes, es su seña de identidad y característica principal. La educación infantil y la de los primeros años de primaria, beben en buena medida de las mismas fuentes que bebe el comic.
Por ello, resulta tan triste y desagradecido, el desprestigio en el que cae este medio en cuanto se sobrepasa la infancia temprana, olvidándonos de que, gracias a sus mecanismos, hemos aprendido a hablar, leer, escribir, contar, sumar, abstraer y en definitiva pensar.
En el comic, se combinan simultáneamente imágenes y textos en forma de relato secuencial. Esa combinación hace que trabajen los dos hemisferios cerebrales. Esto genera la comprensión cognitiva y emotiva de la información, y, además, su recuerdo resulta mucho más potente. Quizás gracias a haber aprendido de esta manera tan “comiquera”, no se nos olvida leer, ni escribir, ni contar, porque esos aprendizajes han quedado grabados de forma permanente en nuestra memoria y, por tanto, en nuestras estructuras cerebrales.
Por si esto no fuera suficiente, el comic a nivel gráfico tiene una enorme capacidad de expresar las emociones y los sentimientos humanos. Pueden usarse dibujos muy esquemáticos o muy elaborados, que su potencial expresivo y emotivo sigue intacto. Ello facilita la empatía y la identificación de quien los lee (o incluso de quien sólo mira las ilustraciones) con los personajes y con las vicisitudes por las que estos pasan.
Por todas estas razones, se hace evidente el gran valor del cómic, la novela gráfica, las viñetas y tiras de humor gráfico, las infografías y toda la variedad de narrativas gráficas que existen, a la hora de abordar el tema de la Salud.
Como señala la profesora M.ª Blanca Mayor Serrano en su artículo “Cómics, o cómo aprender lenguaje médico a golpe de viñetas”, “se trata de uno de los medios más eficaces para la comunicación y el aprendizaje de múltiples aspectos vinculados con la medicina, entre ellos el lenguaje especializado” (2019: 109). Su modo de operar consiste según ella, en tomar los términos clave de una enfermedad o una prueba diagnóstica y acercarlos al público general usando explicaciones y definiciones sencillas, ejemplos, metáforas o símiles, adaptándolos al discurso del destinatario al que van dirigidos y reforzándolos con analogías visuales.
Reconoce así mismo, que cómics para la divulgación y comunicación médico-sanitaria, y la educación para la salud, elaborados por entidades públicas y privadas, así como por particulares, se vienen creando y utilizando en muchos países desde mediados del siglo XX. Constatado desde hace décadas su gran potencial divulgador y educador, y dados los avances tecnológicos habidos, su número ha crecido de forma espectacular y se ha ampliado el abanico de destinatarios, temas abordados y soportes.
Junto a ellos, nos encontramos con otro tipo de materiales, que no son nuevos, pero que en
los últimos años han despegado con tremenda fuerza y han sido bautizados con el nombre de patografías gráficas, graphic patographies en el original en lengua inglesa, término acuñado por Green y Myers (2010). Otra manera de llamarlos sería memorias gráficas de enfermedad. Se trata de “cómics de autor, de corte autobiográfico o semiautobiográfico, la gran mayoría de no ficción, en los que la carencia de salud del propio autor o de algún miembro de su familia o entorno y todo lo que ello conlleva, constituye el núcleo temático” (Mayor Serrano, 2018)
Desde que en 2007 el médico galés y autor él mismo de cómics, Ian Williams, creó la web Graphic Medicine donde iba reseñando comics y otras narrativas gráficas de tipo educativo-divulgativo y memorias gráficas de enfermedad, la Medicina Gráfica en muy pocos años ha pasado de ser una simple web personal, a todo un movimiento expandido y globalizado. En este escaso tiempo, se han ido organizando en todo el mundo en distintas facultades y organismos de las ciencias de la salud, cursos, seminarios, congresos, exposiciones o incluso Masters, como el de la Universidad Internacional de Andalucía. También han ido creándose más webs, RRSS y editoriales. Así mismo se han publicado artículos académicos, investigaciones, TFG, TFM, tesis doctorales, además de nuevas y variadas patografías gráficas.
En concreto, estas últimas tienen un enorme valor para quienes las crean. Gracias a ellas pueden recuperar la voz que la enfermedad les ha arrebatado. Se reafirman en que su historia merece ser escuchada y en que pueden ser útiles para quienes pasan por una vivencia similar. Les ayudan a dar sentido o comprender mejor lo que les supone la enfermedad. Les resultan terapéuticas, curativas, liberadoras. En algunos casos incluso, les sirven para denunciar situaciones injustas.
Para quienes las leen, si se encuentran en situaciones parecidas, suponen una referencia que les permite la reflexión y la comparación sobre su propia experiencia de la enfermedad. Les aportan compañía, les hacen sentir menor soledad. Les dan esperanza al ver que alguien más pasó por esa circunstancia, la enfrentó y en muchos casos mejoró. Les resultan igualmente terapéuticas, curativas.
En el caso de que quienes las lean sean familiares, cuidadores o entorno muy cercano, les ayudan a hacerse una idea más acertada y precisa de cómo puede ser la vida interior de quien sufre esa dolencia.
Y al resto de la población le permitirá ver el mundo a través de los ojos de la persona enferma y de ese modo, aprenderá a empatizar con sus dificultades y a comprenderlas.
Finalmente, y de vital importancia, cuando son profesionales del ámbito sanitario, sociosanitario, psicosociales y alumnado de esas disciplinas quienes las leen, o incluso profesorado, estas obras “fomentan la empatía, la mejora de las habilidades de observación y diagnóstico, el razonamiento clínico, la comunicación con el paciente, la atención a aspectos de la comunicación no verbal y la conciencia de los sesgos médicos” (Michael J. Green, 2013)
En este marco de la Medicina Grafica se ubica el Trabajo de Fin de Máster que he realizado para completar mi formación en el Máster Propio de Cómic y Educación de la Universidad de Valencia. Su título es El Sistema de Salud Mental visto desde el cómic autobiográfico, y en él se analizan ocho comics creados por personas diagnosticadas de diversos trastornos mentales. Para ampliar el foco, se incluyen igualmente los resúmenes de otros cinco comics, también autobiográficos, creados por profesionales de este sistema. Todas las obras se encuentran disponibles en librerías y bibliotecas.
La presentación de dicho trabajo, tuvo lugar el 17 de febrero de 2022 en la biblioteca del CC Salburua en Vitoria-Gasteiz y resultó muy emotiva y enriquecedora dada la mezcla tan variada de público asistente, empezando en primer lugar por las personas con diagnóstico de trastorno mental, que viven en los pisos tutelados de la Fundación Beti Gizartean, pisos en donde trabajo como educadora haciendo sustituciones. También acudieron compañeras y compañeros educadores, jóvenes enfermeras en su etapa de residencia y público general. De hecho, se llenó por completo y hubo un buen número de asistentes que no pudieron entrar. El objetivo principal del TFM es dar voz y visibilidad a este colectivo y a sus creaciones, pues se trata de un grupo aún muy estigmatizado, y con escasa presencia y peso social. Además de poder utilizarse como recurso educativo y/o terapéutico con diferentes entidades, bien sean de profesionales, alumnado o personas y familiares en situaciones similares a las descritas. De ahí mi disposición a darlo a conocer en todo tipo de espacios culturales o profesionales donde haya interés.
Enlaces on-line a destacar sobre Medicina Gráfica:
Graphic Medicine https://www.graphicmedicine.org/ Creada por Ian Williams. En inglés
Medicina Gráfica https://medicinagrafica.com/ Editada y coordinada por Mónica Lalanda
Medicina y Ciencia Gráfica https://twitter.com/mayorserrano Editada por Mª Blanca Mayor Serrano