Asociación Vasca de periodistas - Colegio Vasco de periodistas

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ESCUCHAR

Por Eugenio Ibarzabal

Eugenio Ibarzabal ha escrito “El marido de la inglesa que vivía en la casa del danés. Una historia del poder de la escucha”, Gestión 2000. Planeta. Promueve en compañía de Eduardo Anitua el Proyecto Escucha

¿Es necesario convencer a un periodista de la importancia de escuchar? Supongo que no. Si ama la verdad, y si se ha introducido en el periodismo para luchar por la verdad, parece evidente que escuchar a los que conoce, entrevista y trata es la primera condición.  Pero lo que a algunos nos resulta evidente puede que no esté de moda cuando el periodismo parece sinónimo de destacar, pero de cualquier modo.

Ya no es que escuchar sea necesario para un periodista, sino que escuchar te cambia la vida. En mi caso lo ha hecho varias veces. Escuchar y hablar son dos maneras de actuar y ver el mundo. Sin olvidar que la persona que no escucha es un peligro público, y cuanto más arriba esté en la escala social y en la organización todavía más; si en algo se parecen Hitler y Putin es precisamente en eso: su negativa a escuchar a los demás.

En cualquier caso, suponiendo que queremos escuchar, la pregunta es: y eso, ¿cómo se hace?, porque escuchar me recuerda a perdonar: todos estamos de acuerdo en que es bueno perdonar, pero la pregunta sigue siendo la misma: ¿cómo se perdona?

Dicho de otra manera, escuchar es una habilidad de la que, al igual que la intuición, podemos estar más o menos dotados, pero que, felizmente, se puede desarrollar y mejorar.

Diría que los dos enemigos fundamentales de la escucha son el tiempo que hay que invertir y que decimos que nos falta (que no lo creo) y el ego (que nos sobra a todos). Escuchar nos convierte en seres más humildes.

Elegir el lugar, visualizar, mimetizar, repetir, resumir, callar, preguntar, mirar o tocar son pautas que deben ser reflexionadas, porque a la hora de escuchar no es tanto el qué sino, como queda ya dicho, el cómo escuchar.

Escuchar nos da la posibilidad de abrirnos a otras personas, otros temas, otras cuestiones, otras culturas, otras necesidades, otras preguntas y otras sensibilidades. Y, lo más importante, de olvidarnos por una vez de nosotros mismos, de empezar nuevas vidas, de conocer otros parajes, otras historias, otros platos, atrapar realidades en lugar de vientos, aprovechar todo eso que tenemos delante y que está a punto de pasar ante nosotros sin que disfrutemos de ello.

Es vida que se nos ofrece para que la vivamos.

Basta con pararse y escuchar.

A cada momento.

Esta vida es un regalo que alguien nos ha dado para que la disfrutemos, no para perderla en conversaciones con los de siempre, a propósito de lo de siempre y enfadándonos por lo de siempre.

¡Qué aburrimiento!

Preguntar es comenzar algo nuevo.

Porque lo bueno de la vida puede estar a punto de llegar.