“El Bilbao de finales de los ochenta era una ciudad desalentada, acosada por la reconversión industrial, la conflictividad social y la heroína, una ruina tiznada por las últimas bocanadas de los Altos Hornos de Vizcaya y un desastre en términos urbanos y de imagen” (…) Son palabras de Iñaki Anasagasti, portavoz del Grupo Parlamentario Vasco en el Congreso de los Diputados entre los años 1986 y 2004, palabras escritas al cumplirse los veinte años de la apertura del Museo Guggenheim Bilbao: 18 de octubre de 1997…
Hubo palabras incluso más duras, como por ejemplo las de Juan Luís Laskurain, diputado de Hacienda de Bizkaiaentre los años 1988 y 1992, personaje clave en la construcción del Guggenheim Bilbao, que, en otoño de 1991, escribía: “Bilbao es el exponente máximo que podemos presentar como ejemplo de algo feo, obsoleto, sucio, violento, crispado, contaminado, en crisis, sin futuro económico, donde impera lo basto, lo soez, lo cutre. Hasta el ayuntamiento está hundido bajo las deudas (…) En el escrito, Laskurain recordaba que, entonces, Euskadi, internacionalmente, era “un lugar en el que ni siquiera se debe pensar a la hora de hacer negocios… En estas condiciones, ¿cómo es posible que se llegue a un acuerdo para ubicar en Bilbao uno de los museos de mayor prestigio y que esto lo haya conseguido gente del PNV?…
Bilbao necesitaba un Plan Estratégico de Revitalización
Volviendo a aquellos años de los noventa hubo una revolución en Bilbao con distintas iniciativas y distintos planes estratégicos y de revitalización, subrayando –como escribía Pepa Marzo en el periódico “Bilbao”— la cualificación profesional, la reindustrialización, las nuevas comunicaciones, la regeneración de medio ambiente, la proyección cultual, la capacidad de gestión de las administraciones, el intento de recuperación del alto grado de identidad ciudadana, etc… Este Plan de Revitalización era “una iniciativa coincidente con otras actuaciones, como el proyecto de Bilbao plaza financiera, el Plan General de Ordenación Urbana, la articulación del llamado Eje Atlántico, el estudio para la renovación física del tejido urbano, etc. Todo ello evidenciaba una enorme preocupación por el distanciamiento de Bilbao de los niveles que caracterizaban a las metrópolis modernas, o a las que se habían ya modernizado… Lo evidente era que la capital vizcaína necesitaba una total transformación, lo que llegó a definirse como un Plan Estratégico de Transformación, y todas las instituciones manifestaron esa necesidad de revitalizar Bilbao…
Adiós a los Altos Hornos de Vizcaya: octubre de 1996
Un claro ejemplo de la situación económica y social de Vizcaya en aquellos años de finales del siglo XX, fue, como y hemos indicado, la despedida de los Altos Hornos, la mayor empresa de España durante gran parte del siglo XX, así como la despedida de la siderurgia tradicional… AHV nació el 29 de abril de 1902 gracias a la fusión de varias empresas siderometalúrgicas…
Aquella extraordinaria y trágica noticia la reflejaron numerosos periodistas, y entre ellos Aitor Guenaga en “El País”, el 20 de octubre de 1996… Estas fueron sus palabras: “Lo que a mediados de la década de los setenta parecía una instalación industrial inamovible, que incluso llegó a abandonar los números rojos en 1989, con una estructura que hundía sus raíces en el tejido industrial de la margen izquierda del Nervión, se ha transformado en cascotes o en material directamente facturado hacia la localidad india de Mangalore, a 200 kilómetros de Bombay, destino del horno alto Mariángeles y de la buena parte de la instalaciones de AHV”… Fue una empresa que en todas sus plantas llegó a tener en 1972 hasta 13.584 trabajadores, que trabajaban en tres turnos” (…) Tocaba ya a su fin la producción de acero con mineral de hierro y carbón” (…) Y como comentaron sus trabajadores, “el cierre era el final de una forma de vida”, y a partir de ese momento los trabajadores tuvieron que acostumbrarse a otra organización de trabajado y de forma de vida porque la cultura del trabajo de Altos Hornos había desaparecido” (…) Unos trescientos trabajadores dieron el salto de la siderurgia tradicional a la tecnología de última ola…
“La cultura: reactivadora de la economía”
Analizando la grave situación de Vizcaya de aquellos años, otro protagonista fue Joseba Arregi Aranburu, que, entre 1987 y 1995, destacó como Consejero de Cultura, Turismo, Juventud y Deportes, así como portavoz del Gobierno Vasco, años en los que este periodista se ocupó de la comunicación de aquel Departamento …
Joseba Arregi fue, con Juan Luís Laskurain, el protagonista principal del acuerdo con los norteamericanos y, por tanto, de la construcción del Guggenheim-Bilbao. Ambos políticos mantuvieron su personalidad y energía para conseguir el Museo para Bilbao… Y antes de eso, organizaron una rueda de prensa en el año 1989, en la que Laskurain hizo un balance real de la complicada y grave situación económica y social de Bilbao-Vizcaya, y Arregi concluyó afirmando que la única solución para salir de esa enorme crisis era la cultura… Es fácil imaginar lo que comentaron los periodistas de entonces, convencidos de que la cultura no solucionaba aquella enorme crisis, y salieron de la rueda de prensa sorprendidos e incrédulos…
Fue precisamente en el periódico municipal “Bilbao” de mayo de 1989 donde publicaron en la portada un artículo de Joseba Arregi titulado exactamente así: “La cultura, reactivadora de la economía” (…) En el texto, el consejero mostraba toda su experiencia en los años en los que residió en el centro de Europa, principalmente Alemania, y escribía: Bilbao ha sido siempre una ciudad de clara personalidad y gancho o atracción. Tiene carácter, es vibrante e industriosa… Y si a principio de ese siglo e incluso antes, los bilbaínos supieron aprovechar la circunstancia de proceso industrial, para impulsar la cultura, en un momento de crisis han de hacer precisamente lo contrario, aprovechar la cultura, impulsarla, para atraer el progreso” (…)
Después de recordar que otras ciudades europeas de características similares están compaginando la calidad y la cultura con el desarrollo, “recuperando el esplendor, promocionando la estética, la actividad y la muestra cultural” (…) Continúa: “La cultura, por decirlo con terminología de hoy ha transformado las señas de identidad, ha sido ella el medio capaz de reactivar la industria, el imán que ha atraído a los inversores… La cultura ha tomado el relevo de motor de marketing y ha despertado la retina de la economía” (…)
Gracias a ello, afirma, “la recuperación industrial y la cultura caminan juntas… Los empresarios norteamericanos lo entendieron hace tiempo: Cuando la cultura está fuerte, solo entonces se fortalece la economía… Y después de citar varias ciudades alemanas y francesas que lo estaban aplicando desde sus instancias de poder, recordaba una frase del alcalde de Montpelier: “Sin política cultual previa no hubiéramos atraído a las empresas. Francia puede crear quince polos de desarrollo con el único cebo de una generosa política cultural” (…)
Joseba Arregi, concluye: “Este es el camino que ha de emprender Bilbao, que ha emprendido ya, que supo emprenderlo a finales del siglo pasado y principios de este, aunque en aquella ocasión fue la industria, la economía o el progreso material el que abriera la retina del intelectual, del artista o del político para promocionar e impulsar la cultura. Esta vez, a mi modo de ver, ha de ser al contrario… Y en este camino estamos” (…)
Nueva York-Bilbao-Venecia
Dos años después de aquel artículo de Joseba Arregi, Juan Luís Laskurain, que, como hemos señalado, era diputado de Hacienda de Bizkaia, recordaba: “El compromiso alcanzado con la Fundación Guggenheim supuso la ruptura de un modelo, de unos arquetipos, de un estado de ánimo. Fue la apuesta por un elemento llamado a ser emblemático para la ciudad, que iba a ofrecer a propios y extraños lo mejor del arte moderno y contemporáneo del mundo, que iba a significar el punto de arranque de una nueva concepción urbanística, económica, sociológica y cultural… Y más adelante, Laskurain escribe: “Vamos a encontrarnos incluidos en un circuito cultural: Nueva York-Bilbao-Venecia algo que, por su propia importancia va a impregnar el devenir de la Villa (…) Con esto, no cabe duda que nuestra imagen exterior va a verse enormemente beneficiada, contrarrestando la actual y aportándonos prestigio” (…) Y lo afirmaba añadiendo que “El País Vasco por aquel entonces estaba en un momento histórico complicado social y políticamente… y conocido en EEUU básicamente por la crisis y el terrorismo” (…)
La primera noticia en Euskadi sobre el hecho de que el Guggenheim de Nueva York deseaba instalar otro gran museo en Europa, además del de Venecia, fue a través de Pedro Ruiz Aldasoro, que lo transmitió de inmediato a la Diputación de Bizkaia y de esta al Gobierno Vasco, y ambas instituciones, a través de Juan Luis Laskurain, diputado, y Joseba Arregi, consejero, comenzaron a trabajar sobre la posibilidad de instalar ese museo en Vizcaya… Precisamente fue en un momento en el que la Diputación estudiaba distintas estrategias ortodoxas puestas en marcha hasta entonces para poner remedio a la enorme crisis económica, y el Departamento de Cultura del Gobierno Vasco estaba estudiando la posibilidad de abrir un nuevo museo de arte contemporáneo…
El departamento de Cultura entendió de inmediato la justificación del proyecto de la Diputación de resolver, aunque fuera por vías nada ortodoxas, la crisis industrial y económica en la que estaba sumida Bizkaia… Por su parte, añade algunas razones más: la necesidad de contar con ese museo de arte moderno y contemporáneo de nivel internacional, además del que ya existía en Bilbao, y la maldición de no disponer para ello ni de un edificio adecuado ni de una colección, lo que hacía imposible ni siquiera plantear la necesidad de una financiación presupuestaria… Pese a todo, lo que estaba claro era que un gran museo justificaba una legislatura, eligiéndose Bizkaia por la enorme crisis en el territorio…