Es la primera causa de discapacidad laboral en las féminas de entre 18 y 44 años, según concluyeron los expertos en el XX Seminario Lundbeck “Depresión y género, en femenino y plural”
Por N. Lauzirika y L. Rodríguez vía El Médico Interactivo
os datos en torno a la depresión son “apabullantes”. Afecta al 3,8 por ciento de la población. Unos 280 millones de personas tienen esta enfermedad. Y muy ligada a los suicidios, un dato más: en el mundo se suicidan anualmente 700.000 personas. La depresión mayor ha aumentado un 28% por la pandemia.
Aunque la Medicina no ha reconocido tradicionalmente diferencias de tratamiento por género y siga habiendo quien piense que es así, la realidad es que en la salud existe el género y con frecuencia con diferencias muy notables.
En el caso de las mujeres, la depresión es la primera causa de discapacidad laboral entre 18 y 44 años. Además, tienen el doble de probabilidades que los hombres de experimentar un episodio depresivo a lo largo de la vida. Los casos de depresión con severidad grave en mujeres triplica la de los hombres: por cada caso grave en hombres hay 3,5 que son mujeres. Son datos manejados por los expertos presentes en el XX Seminario Lundbeck “Depresión y género, en femenino y plural”, celebrado recientemente en Sitges.
Mapa de la depresión
En la presentación del encuentro, Eva Perea, directora de la Unidad CNS de Lundbeck Iberia, hizo especial hincapié en la necesidad de luchar contra el estigma que se sigue dando con estas patologías. “Las mujeres tienen el doble de posibilidades de padecer depresión; lo vemos ya en la adolescencia, pasando por las etapas del embarazo y la menopausia”.
La Dra. Marina Díaz Marsá, jefa de Sección de Psiquiatría del Hospital Clínico San Carlos y ex presidenta de la Sociedad de Psiquiatría de Madrid, fue desgranando el mapa de la depresión en la mujer. «En 2020 se diagnosticaron 53 millones de trastornos depresivos, 35 de ellos en mujeres, quienes, junto a los jóvenes, han sido los más afectados”, explicó la especialista.
Díaz Marsá recordó que la mayor prevalencia de la depresión en la mujer tiene lugar durante su etapa fértil. En la infancia y hasta despuntar la pubertad, la presencia es igual en mujeres que en varones. «Pero el pico de inicio se halla alrededor de los 40 años”.
Contra el estigma
La presencia de síntomas depresivos es superior en la perimenopausia (entre el 45 y el 70% de las mujeres) que en la premenopausia (cerca del 30%), las hormonas juegan un papel clave en esta superior prevalencia. Y es que el cerebro femenino «está al compás del estrógeno. De hecho, los episodios depresivos comienzan con la aparición de la menstruación y los momentos de mayor riesgo son la gestación, el postparto, y la perimenopausia».
A esto, según la experta, se suman factores estresantes asociados al género, como son el papel maternal, las exigencias culturales relacionadas con el cuerpo y la belleza, la discriminación laboral, así como factores vinculados a diferentes experiencias vitales más frecuentes en las mujeres, como los abusos sexuales, estrés por infertilidad o el síndrome del nido vacío, entre otros.
En este encuentro, la Dra. Marina Díaz Marsá ha incidido en el estigma que esto supone, apoyando la importancia de “hablar de vulnerabilidad y no de debilidad”. Y es que, según ha destacado, “el mayor conocimiento del modelo biopsicosocial y considerar la perspectiva de género permite desechar esta idea”. Son los factores biológicos, psicológicos y ambientales los que explican esta diferencia de género en depresión, tal y como ha señalado. “De ahí la importancia de su abordaje precoz e integral”.
Infradiagnósticos
A pesar de que la Atención Primaria (AP) constituye, en muchos casos, el primer acceso al sistema sanitario también para las pacientes con trastorno depresivo, “la sobrecarga de trabajo hace que se escapen más de la mitad de los casos», subrayó Verónica Olmo, especialista de AP en el Centro sevillano de Torreblanca.
Miembro del Grupo de Trabajo de Salud Mental (SEMERGEN), Olmo sostuvo que los médicos de AP tienen poco más de siete minutos para “sospechar” que un paciente sufre depresión.
En este nivel asistencial, este trastorno tiene una prevalencia del 5,28%, pero la femenina duplica la masculina: 7,22% frente al 3,5%. “Sin embargo tan solo el 47,3% de los casos están diagnosticados”.
El perfil femenino mayoritario con depresión en AP se caracteriza por “la multiplicidad de los roles -trabajadora, ama de casa, cuidadora, madre, pareja, hija.., ser más frecuentadora, presentar somatizaciones frecuentes, dolor muscular, de cabeza, más insomnio y ansiedad asociados”, puso de manifiesto Olmo.
Frente al infradiagnóstico, los especialistas de AP se encuentran con la medicalización y la psiquiatrización de la vida. “Cada vez más pacientes vienen a la consulta buscando soluciones a problemas de la vida diaria que quieren solucionar con una pastilla”, explicó.
Como detalló esta experta, la mayoría de los casos de depresión que ven en AP son leves, un 71%. “Los cuadros moderados constituyen un 22%. Ambos se asocian, en su mayoría, con causas sociales más que con motivos hereditarios o endógenos. El 7% de los casos son graves”.
Sin escucha activa
Su abordaje precisa de una escucha activa y el manejo de técnicas adecuadas de entrevista. “Sin embargo, la realidad es que la sobrecarga crónica que soportamos, agravada por la pandemia, hace que no tengamos tiempo para escucharles como es debido”. Reconoció que en su centro tienen siete minutos por paciente. “Esto dificulta el abordaje de un trastorno depresivo. Hacemos lo que podemos. Esto hace que, en numerosas ocasiones, la derivación al especialista no sea la adecuada”.
La prevención es uno de los pilares fundamentales de la AP. En el caso de la depresión, el abordaje preventivo se sustenta en la “detección precoz de los factores de riesgo de la mujer, que difieren según la edad, el entorno social y laboral, el nivel económico, la cultura de cada país, los estilos de vida, etc.».
La especialista de AP alertó también de la falta de herramientas psicosociales para hacer frente a la demanda más habituales de adolescentes, muy frecuentemente con comorbilidades asociadas a trastornos de comportamiento alimentario. “No estamos capacitados para abordar estos problemas, no tenemos esa formación”, señaló. “Lo lógico sería que la AP se dedicara a la prevención, porque es el ámbito idóneo ya que conocemos al paciente y el contexto. Esto evitaría que se nos escaparan ese gran porcentaje de casos”, alertó.
En su opinión, una AP fuerte es un filtro perfecto para la atención especializada. “El gasto público crece por no dotar de medios a la AP. Si se invirtiera más seríamos capaces de detectar mejor estos trastornos”, concluyó.
Abordaje terapéutico y recuperación funcional
Con respecto a los objetivos del tratamiento de la depresión, se destacó que son reducir los síntomas a corto plazo, prevenir la recurrencia y restaurar el funcionamiento psicosocial. Siendo el objetivo final la remisión completa, aunque, como se puso de manifiesto en el encuentro, en el caso de las mujeres, en el 70 % de las ocasiones no se consigue.
El tratamiento recomendado comprende antidepresivos, terapias psicosociales y cambios en el estilo de vida. Se ha demostrado que la terapia de mantenimiento reduce el riesgo de recurrencia hasta en un 70%.
En conjunto, los factores que impulsan la depresión en las mujeres son multifacéticos y el tratamiento a través de la administración de antidepresivos “es altamente eficaz en las mujeres en general”. Aunque algunos estudios han sugerido que el estado menopáusico puede influir en la respuesta, particularmente con antidepresivos tricíclicos e inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina.
Depresión geriátrica
En el caso de la mujer mayor, el doctor Javier Olivera Pueyo, psiquiatra responsable del Programa de Psicogeriatría del Hospital Universitario San Jorge y del Hospital Provincial Sagrado Corazón de Huesca, durante su intervención en el seminario, destacó que se deben de priorizar los fármacos con efectos sobre varios neurotransmisores y reducir la polifarmacia.
“Los mayores de 60 años son menos vulnerables a la depresión y al estrés agudo; los mayores en España presentan más resiliencia, ya que son la generación que soportó mayores dificultades asociadas a la posguerra civil, que podría ser la causa de su capacidad para afrontar momentos complicados que depara la vida”.
Recordó que en mayores también la depresión sigue siendo más prevalente en mujeres que en hombres, aunque esta diferencia se estrecha a partir de los 85 años.
Las causas físicas señaladas por este especialista fueron principalmente el “envejecimiento del cerebro que llega a provocar en bucle dolor y depresión. Después, existen procesos psíquicos en personas mayores, y el principal acontecimiento vital más estresante a lo largo de la vida es el fallecimiento de un hijo, convirtiéndose en el duelo más complicado por una mujer”.
Olivera puso el acento en el importante papel de cuidadora que la mujer ha desempeñado a lo largo de su vida. “Esto, unido al deterioro físico, funcional y cognitivo propio del envejecimiento, favorece el desarrollo de trastornos en las mayores con una prevalencia que dobla a los varones”.
Terapias cognitivas
Según reveló el también secretario de la Sociedad Española de Psicogeriatría (SEPG), “el dolor y la dependencia funcional también se asocian con la depresión de los mayores”
En consonancia con el resto de los participantes en el Seminario Lundbeck, Olivera sostuvo que las mujeres se deprimen más que los hombres por su rol de género, “dependen económicamente de sus parejas y sufren más distimia”.
En relación al tratamiento de la depresión en mayores, relató que los no farmacológicos pasan por la terapia cognitiva, la resolución de problemas, la reminiscencia, el ejercicio físico moderado, la terapia con mascotas, así como una buena dieta y diferentes actividades como la jardinería y horticultura.
Citó también la psicogeriatría con un enfoque claramente multidisciplinar, en el que intervendrían psiquiatras, geriatras, la enfermería, los trabajadores sociales, especialistas en terapias ocupacionales, equipos de atención primaria, etc.
“Una grieta en el alma”
La escultora e ilustradora, Meritxell Durán, puso el punto final del Seminario compartiendo con los ponentes su propia vivencia sobre esta grave enfermedad. “La depresión es una enfermedad muy dura, difícil de superar y poco tolerada socialmente”, explicó.
“Es una dolencia que te deja una grieta en el alma para siempre. Aún soy depresiva, pero vivo con una calidad de vida buena, diría que bestial”.
Durán ha plasmado su experiencia con la patología en un libro ilustrado «Depresión o Victoria. Crónica de una batalla», creado con la idea de cerrar una etapa de su vida y de que pudiera servir a otras personas con depresión, desde un final con una visión optimista, de alegría y esperanza.
“Sanar de esta enfermedad es un antes y un después en la vida; es como tener una segunda oportunidad. Siempre hay que estar alerta; no se puede bajar la guardia, porque está al acecho”, advirtió.