Por Koldo Saratxaga
Una de las virtudes del colibrí es su constancia y pelea por aquello en lo que cree y entiende como parte de su entorno. Parece que me ha identificado como parte de su entorno; aquí se me presenta, mi tercer amigo colibrí, animándome a compartir un encuentro en torno a los paradigmas.
Hace tres lustros, me invitaron desde la Facultad de Economía y Empresa (Sarriko – UPV/EHU) a participar en su primer Máster en Dirección y Gestión de Empresas – Executive MBA, para acercar la experiencia Irizar a más de cuarenta ejecutivos/as. En mi primer libro, titulé esta experiencia ‘Nuevo Estilo de Relaciones’ (ner) con el propósito de que sirviera de referencia. Hemos aplicado el ner en más de cincuenta organizaciones que conforman ‘ner group’, desde donde continuamos acompañándonos.
Las colaboraciones con la Universidad se repitieron durante algunos años, hasta que pasé el testigo a compañeros de K2K Emocionando que han ido trasladando experiencias de la última década.
El mes pasado me llamaron, con mucho cariño, desde la misma Facultad para invitarme de nuevo a participar en un encuentro abierto -en el Aula Magna- con una “charla magistral”, en el marco del 15º Aniversario. Les indiqué, también con mucho cariño, que creía que eso ya estaba fuera de contexto y que, difícilmente, tras tantos años de dar la matraca con las mismas ideas básicas, una nueva charla mía tuviera suficiente interés.
Ante su insistencia tuve que pensar cómo aceptar la invitación sin caer en lo ya indicado; necesitaba una idea novedosa para poder insistir en lo mismo sin que resultara un monólogo. Finalmente, acepté. Acepté con la condición de poder generar un diálogo con y entre los asistentes. La idea les pareció estupenda, sabiendo, además, que quien tenía que lograrlo no era otro que quien lo proponía.
Me puse a pensar cómo lograr ese diálogo tan difícil en este tipo de actos públicos; para empezar, lanzar un título que no generara ninguna duda a las personas asistentes: ‘Diálogos con Koldo Saratxaga de K2K Emocionando’. El titular no asustó a las ciento cincuenta personas congregadas ese día en el Aula Magna.
El tema a tratar, ‘Los Paradigmas’.
Tras una introducción de unos quince minutos, para asentar la atención y relajar la mente, compartí algunas ideas que, aunque las he repetido en muchas ocasiones, están muy poco enraizadas en los huertos organizacionales:
- Que todas las personas somos únicas.
- Que no hay dos personas iguales.
- Que hay demasiada gente que nunca conecta con sus verdaderos talentos naturales.
- Que solo la imaginación es más importante que el talento.
- Que no dejéis que vuestro trabajo sea el centro de vuestra vida, pero tampoco que sea una rutina, porque vuestra mente dejará de soñar.
Compartí el siguiente pantallazo en el que aparecen más de treinta paradigmas, que vienen siendo los palabros que se utilizan con suma facilidad en el día a día por personas que saben y, también, por personas que las utilizan a modo de muletilla -para salir del paso-; y esto hace que dichos palabros se usen y se repitan, de igual manera, como reales paradigmas a finales del siglo XIX o como nuevos remedios que han surgido en el último año. La palabra paradigma deriva de la filosofía griega y fue Platón quien le dio la forma de “ejemplo de lo que hay que hacer”.
La propuesta que les hacía, por medio de esta imagen, consistía en reflexionar sobre qué les sugerían y hacían sentir estos paradigmas y elegir los cinco que les gustaría fueran los que formaran los ejemplos a seguir en sus lugares de trabajo, o que ellos/as mismos/as impulsarían si tuvieran la oportunidad.
Se repartieron folios y, tras unos minutos para pensar, para interiorizar la esencia de esos paradigmas escritos y sentir con cuáles conectaba cada cual, se trataba de ponerlos sobre papel y pasar a compartirlos con el grupo.
Fue un éxito. Más de veinte personas -no hubo tiempo para más- participaron indicando sus opciones, así como el ‘por qué’ de las mismas. Recuerdo que, tras la exposición de la primera persona, un asistente sentado en una fila posterior, indicó que no coincidía con ninguna de sus paradigmas, lo que motivó a seguir sin parar, con decisión, queriendo expresar que había otras opciones que la sociedad actual demandaba. Haciendo pocos apuntes por mi parte, estas conversaciones nos llevaron a que el acto se prolongara durante dos horas.
Quedé satisfecho con el encuentro, ya que fue una experiencia de pensamiento y sentimiento que, realmente, facilitó que muchas personas, durante unos momentos, se sintieron en una organización casi seguro idílica. Los resultados fueron en este orden de preferencia: Personas y Valores, Decisiones Compartidas, Liderazgo, Sostenibilidad, Autogestión, Propósito, Ecosistema…
Resulta fácil comprobar que lo que indica esta encuesta -no sé lo que los expertos dirán sobre su representatividad- poco tiene que ver con la realidad que se vive en la inmensa mayoría de las organizaciones. Sin embargo, no parece tan complicado preguntarlo y, así, crear entornos en los que haya motivos claros para la conexión, la armonía y el logro de objetivos compartidos.
Esta tendencia de necesidad de cambio no hay quien la pare. Por tanto, es necesario y urgente migrar del hábitat actual -que impregna las organizaciones de trabajo de cualquier tipo-, a un lugar en el que quienes lo habitan, y pasan tanto tiempo de su vida, lleguen a sentir orgullo por lo que hacen y para qué lo hacen.
Nuestro nuevo miembro del equipo, Colibrí 3, me indica que en manos de todos/as está rodearse de un propósito compartido que logre la armonía y la plenitud para las personas, la sociedad y el ecosistema.
Sigo pensando que los esfuerzos están posicionados en crear gestores que están lejos de estos paradigmas; necesitamos líderes que sepan que los paradigmas imperantes -competitividad, innovación, internacionalización, creación de valor…- se logran como los frutos que da la naturaleza, con una buena siembra acompañada de un clima adecuado.
Vamos con el pie cambiado y, por tanto, forzado. No observamos la realidad, no queremos verla; está pasando, y pasará, que cada vez menos personas quieran hipotecar su vida y transitar por un camino que no es el suyo. Llevamos más de dos siglos sin que el concepto empresa – sociedad – ecosistema haya evolucionado hacia un encuentro de equidad y orden de valores.
Por cierto, mi opción, que compartí en el último momento fue Liderazgo, Propósito, Plenitud, Autogestión y Complejidad. Es muy enriquecedor y da muchas satisfacciones liderar ‘qué queremos ser’, ya que solo pensar en el ‘queremos tener’ genera muchas frustraciones.