Por José Manuel Alonso.
El pasado día 1 de diciembre, sin ser todavía el día de los santos inocentes, se publicaba en la prensa vasca que “una parte del Museo Guggenheim de Bilbao invade terrenos de Abandoibarra, terrenos que son de titularidad estatal al estar dentro de la franja de terreno pegado a la ría” (…) Los informes del Gobierno central abrían así un enfrentamiento administrativo entre el museo y el ministerio. Y aunque se espera solución inmediata, parece que han olvidado algo muy importante y es que el Museo Guggenheim Bilbao, además de su propio valor, es un elemento dinamizador de actuación urbanística, así como recuperador social y artístico de una zona que no tenía sentido en sus antiguos usos, elemento, repito, cuya relevancia y trascendencia parece que, de momento, no ha sido tenido en cuenta… Creo que se olvidan de que tanto el estanque como la torre, diseñados también por Frank Gehry, afortunadamente forman parte del Museo. La escultura-torre del museo es un punto culminante que parece doblarse, enroscarse y envolver el colosal puente de la ciudad, incorporándolo al edificio… Y tal como se ha escrito, el museo recupera una zona, en la orilla del Nervión, que ya no tenía mucho sentido en sus antiguos usos…
Precisamente esa elección se ha llegado a comparar con la Opera de Sidney (Nueva Gales del Sur, Australia), donde construyeron el edificio sobre el agua y ha sido considerado como uno de los edificios más famosos y distintivos del siglo XX. Diseñado por el arquitecto danés Jorn Utzon en 1957 e inaugurado el 20 de octubre de 1973… Y si ese fue declarado en 2007 Patrimonio de la Humanidad, ¿por qué no va a serlo también el Guggenheim de Bilbao?…
Todo esto nos hace recordar otros momentos históricos en los que se trataba, social y políticamente, de evitar por todos los medios la construcción del propio museo… Fueron aquellos años que hemos recordado en artículos anteriores limitándonos ya a subrayar la propia construcción del extraordinario museo, más bien único, y se incorporara a él la extensísima y extraordinaria obra artística propiedad norteamericana, así como la aportada desde el propio Museo de Bilbao, motivo suficiente, como se pensaba entonces, para que un turismo de calidad se desplazara a Euskadi…
Y había otro propósito y otra esperanza, la de que el Guggenheim Bilbao vaya a ofrecer una plataforma óptima para que el arte que, en cantidad y calidad producen nuestros artistas, pueda obtener un reconocimiento internacional. Es decir, “la vitalidad, creatividad y sensibilidad de nuestros hombres y mujeres dedicados a la elaboración de obras de arte, necesitan de nuevas y originales vías de accesos a escenarios más amplios”. Y para demostrarlo se ponía el ejemplo de la exposición de artistas vascos en el Museo que dispone la Fundación Americana en el Soho de la capital mundial del arte de aquel entonces: Nueva York…
Primera piedra del Museo Guggenheim Bilbao
Fue el 22 de octubre de aquel año guggengiano (perdón por mi ocurrencia) de 1993 en el que se ponía la primera piedra del Museo Guggenheim Bilbao. La noticia se explicaba desde las instituciones vascas de esta manera: “Es una fecha que va a figurar en los anales de la historia vasca… Estábamos dando un mensaje al mundo de nuestra preocupación y apuesta por algo tan consustancial a los vascos como es el arte. Si esto es siempre importante para Euskadi, lo es más por razones tan obvias que no necesitan explicación” (…)
Después de esa primera piedra colocada por los dirigentes de la Fundación Guggenheim, del Gobierno Vasco y de la Diputación de Vizcaya, como se aprecia en la foto, y con el comienzo del trabajo directo de más de doscientas personas de distinta cualificación, en un período de tiempo que se dilatará unos cuatro años, el 18 de octubre de 1997 Bilbao dispuso de un gran edificio singular y simbólico. Un edificio que siendo en sí mismo una auténtica obra de arte será, ante todo, un espacio para el arte, la cultura y el turismo, digamos, más curioso, más interesado y más intelectual…
Para entonces, lógicamente, se conocía y se aplaudía al autor de la grandísima obra, Frank O. Gehry, arquitecto de origen canadiense y residente en Santa Mónica de California… Su obra se extiende por todo el mundo y los premios y galardones obtenidos avalaban su prestigio… Y la idea de contratarle no era otra que “la de disponer de un hogar para el arte que fuese por sí mismo un motivo de atracción “… Y para Bilbao, un motivo obligado de visita y conocimiento, que sirviera para salir de la extraordinaria crisis… Y tal y como se publicó y hemos recordado: “la propuesta de Gehry tiene la fuerza simbólica del edificio de la Opera de Sidney, al tiempo que los materiales elegidos: piedra y acero lo enraizaban en nuestra historia y en su emplazamiento” (…)
Y se añade: “Su fuerza exterior, su claro valor simbólico e identificativo, se ve complementada con un interior que cumple las exigencias del más escrupuloso de los museólogos… El planteamiento que propone Gehry para las salas y demás espacios, da una respuesta adecuada a los problemas de orden práctico y conceptual, problemas planteados por los responsables de los museos de arte moderno y contemporáneo en el mundo” (…)
Recordando aquel noviembre de 1992, se dan cifras sobre el museo: los 22.000 metros cuadrados. De ese total, el espacio expositivo es la mitad: 11.000 metros cuadrados, que a su vez se subdivide en dos grandes apartados: un 80% se adjudicaría a la parte permanente del museo: colección Guggenheim y colección propia; el resto, una mitad tiene con destino las exposiciones temporales. Sean estas en su versión internacional o la de autores vascos… La otra mitad tiene, a su vez, dos destinos: Una parte serán servicios anexos al museo: auditórium, biblioteca, oficinas, tiendas, restaurante… Al tiempo que se pudiera crear un espacio público con estanque y plazas públicas que beneficiaran a toda la colectividad del museo…
País Vasco: tierra de numerosos y excelentes museos
Desde que se habló de la necesidad de un nuevo museo para el País Vasco, y este periodista lo conoció de forma directa: como responsable de comunicación del Departamento de Cultura del Gobierno Vasco, se pensó en los ya existentes, sobre todo los abiertos al público en el mismo Bilbao: Museo de Bellas Artes, ampliado en aquella época, Museo Marítimo, Museo Vasco, y Museo Arqueológico, además de varias galerías de arte… Desde un principio, las instituciones políticas vascas eran conscientes del establecimiento de los adecuados lazos del Museo Guggenheim con el resto de los museos, sobre todo bilbaínos, sin olvidar los que existen tanto en Álava como en Gipuzkoa… Este periodista recuerda que, en aquellos años, los responsables políticos, siempre que se manifestaban al exterior, hablaban de que el País Vasco es una tierra de excelentes centros y museos de arte, lo que era y es cierto…
Estudio y proyecto Guggenheim Bilbao: 26 apartados
A finales de aquel año de1993, Mikel Etxebarría Etxeita, entonces Viceconsejero de Cultura, presentaba un amplio y detallado cuestionario sobre el “Proyecto Guggenheim”, con 26 apartados. El primero de todos: Breve historia del desarrollo de las negociaciones y contactos para llegar al acuerdo definitivo con los americanos… Segundo apartado: ¿Por qué se ha decidido invertir en un Museo dentro de diferentes posibilidades de inversión en infraestructura cultural?… Tercer apartado: ¿Por qué se ha decidido llegar a un acuerdo con la Fundación Guggenheim y no con otro organismo que pudiera servir para hacer un Museo?… Cuarto apartado: Razones para una inversión de tanta cuantía económica en la situación económica actual… Quinto apartado: ¿Qué beneficios se esperan del proyecto a nivel cultural, económico, urbanístico?… Y todos los siguientes apartados se refieren al costo del proyecto; al acuerdo con la Fundación Guggenheim y cuál será la participación real de los norteamericanos; las obras y sus diferentes estilos que vendrán a Bilbao; el estilo del edificio; por qué se elige a Ghery como arquitecto; cuál será la participación y presencia del arte vasco; la relación del museo con el resto de los museos del País, sobre todo con el Museo de Bellas Artes de Bilbao; ¿por qué ha habido tanto silencio en la relación con la Fundación norteamericana?; ¿cuáles son los plazos de la puesta en marcha del proyecto Guggenheim Bilbao; quien o quienes compondrán la dirección del Museo y la dirección política: así como los puestos de trabajo… Y a partir del apartado 21: cuál será la estructura jurídica y cómo se gestionará; cuál ha sido y cuál va a ser la incidencia del Museo en los presupuestos del Departamento de Cultura del Gobierno Vasco, así como de otras instituciones participantes, incluida la incidencia del Museo en los presupuestos de otras infraestructuras culturales, y así como de otras instituciones colaboradoras con el Museo, tanto en su fase de construcción como de gestión… Y los dos últimos apartados, sobre las incidencias del Museo, fueron: Qué aporta al País Vasco la relación con la Fundación norteamericana; y cuál es realmente el peso y la muy positiva consecuencia de la directa implicación norteamericana…
Hubo también un informe detallado sobre todo el Proyecto, haciendo un repaso de cuál era y sería la situación financiera hasta el año de la inauguración, calculada para 1997, como así fue… Y el estudio detallado de la comunicación del proyecto, las relaciones con la Fundación norteamericana, la propia construcción del Museo paso a paso, el plan de formación, la sociedad tenedora y lo que se definió como “otras cuestiones”, como la de continuar e incluso mejorar los cauces de comunicación de los agentes que están interviniendo ya en el proyecto, sobre todo: el Consocio, el propio equipo de comunicación, así como las instituciones políticas: Gobierno Vasco, Diputación de Vizcaya y Ayuntamiento de Bilbao… que se encargarían de llevar día adía el proyecto, con su permanente avance y construcción (…)
En aquellas fechas, Joseba Arregi (1946-2021), consejero de Cultura, declaraba: “El museo representa un poderoso símbolo de enorme potencial de crecimiento de la ciudad de Bilbao; y al actuar de enlace entre la ciudad y el nuevo desarrollo de la ribera de Bilbao, el museo servirá de punto emblemático para toda la revitalización de la ciudad (…) Este programa, repito, de revitalización de Bilbao transformará las instalaciones infrautilizadas situadas en la ribera de la Ría, para convertirse en zonas de uso múltiple… El Museo Guggenheim Bilbao desempeñará un papel clave en dentro de los objetivos de transformación urbanística, objetivos que pretenden convertir una zona industrial y portuaria en el área de desarrollo terciario y de ubicación, tanto de instalaciones culturales como de ocio del Bilbao metropolitano y del Gran Bilbao” (…)
Frank O. Gehry defiende su edificio como “provocativo”
Frank O. Ghery, en aquel año 1993, al presentar su proyecto del Museo Guggenheim Bilbao, tal y como informaba Concha Lago en el diario “Deia”: desconcertó a su experimentada audiencia, compuesta por arquitectos e ingenieros, con unos bocetos incomprensibles incluso para profesionales, que no tuvieron más remedio que rendirse ante la genialidad de este arquitecto que compagina edificios provocativos con el diseño… y que quiere dar sensación de torbellino a todas sus creaciones… Gehry explicó la satisfacción que tenía con estas palabras: “El cliente nos pidió un edificio muy escultórico, con líneas monumentales, y creo que lo hemos conseguido”. Y en unas jornadas de arquitectura, Gehry aclaró: “Se nos ha pedido un edificio, además de bello, provocativo, imponente, que fuera representativo de la ciudad y que atrajera en sí mismo a los visitantes, tanto por su contenido como para ver y disfrutar del edificio en sí mismo” (…)
Y preguntado si realmente Bilbao le había enganchado, el universal arquitecto contestó: “Estoy enamorado de Bilbao a nivel estético. La ría, la ciudad y el entorno tienen una presencia muy poderosa que exige que las obras se adapten a las peculiaridades de su naturaleza” (…) Y recordando la periodista de que Gehry había acompañado a Norman Foster en su visita a las obras del metro, la impresión que le había causado, contestó: Me sorprendió gratamente la calidad de la artesanía con la que se trabaja aquí. En América no existe este nivel”
A partir del comienzo de la construcción del museo, decrecía el número de críticas y barbaridades en su contra, recordando, por ejemplo, aquel escrito que firmaba un tal Duson, que se publicó en “El Mundo” y del que recojo solamente el titular porque con él sobra el texto: “Un disparate: el Guggenheim o la historia de un botijo” (…)
Opuesto a este ejemplo, es la firmada y rubricada pretensión de quienes trabajábamos en el Departamento de Cultura, tal y como lo expresamos: “El Museo Guggenheim Bilbao supone una pieza fundamental dentro de un programa completo de vitalización de la ciudad de Bilbao” (…)
La recuperación de la ría y de Bilbao
Bilbao y su entorno, articulado por el cauce fluvial de la ría, ha sufrido a lo largo de su dilatada historia sucesivas transformaciones fundamentalmente a partir de siglo XVIII y durante toda la época contemporánea… Durante este tiempo, el paisaje de la ría fue testigo del desarrollo de un importante tráfico marítimo, dio cabida en sus márgenes a una potente industria, y fue escenario de numerosos acontecimientos bélicos… Con el tiempo, la ría no estaba, como ya hemos comentado en otras ocasiones, aportando ya demasiado beneficio a la ciudad y era necesario plantearse nuevos objetivos en beneficio de la propia sociedad y de los ciudadanos.
Las raíces más profundas de esta situación estaban en lo que los expertos definían como crisis cultural y también suprasistémica, anunciando que “ningún país ni estado, sea cual fuese su tamaño o su sistema económico y social, está en condiciones de afrontar con éxito los nuevos desafíos sino emprende, a niveles culturales, sociales y políticos, profundas transformaciones sin precedentes” (…) Y fueron sobre todo determinados líderes políticos vascos, a los que nos hemos referido en este y anteriores artículos, los que emprendieron la transformación, sobre todo de Bilbao, en “El gran Bilbao del año 2000”, con iniciativas y obras como el Museo Guggenheim, Euskalduna, el Palacio de Congresos y de la Música, las considerables mejoras de la ría, el Ayuntamiento, la Alhóndiga, la ordenación urbanística, el aeropuerto, el Parque Tecnológico de Zamudio y otras infraestructuras…
Hoy, por ejemplo, la ría tiene otra imagen muy distinta, que ilustra y engrandece a la ciudad de Bilbao, y no solo por el Guggenheim, donde se podrán apreciar las cerca de diez mil obras pictóricas del museo de Nueva York, sino por los otros extraordinarios iniciativas que pueden verse y disfrutarse en la ciudad…
Para terminar el artículo como periodista y, por tanto, comunicador, quiero recordar que “un proyecto o una acción, por muy valiosa y grande que sea, vale menos si no se explica convenientemente a los ciudadanos». Eso intentamos durante los complicados años de la apuesta por el Museo Guggenheim Bilbao, y lo hicimos tomando nota de una frase de Thomas Krens: ¿Cómo se consigue el éxito de una institución cultural?… Yo diría que su habilidad para generar excitación, de ir más allá de las expectativas del público, y tener un fuerte sentido de la historia y del lugar»… Durante aquellos años de gestación y construcción del museo trabajamos decidida y plenamente en la comunicación, apoyados, eso sí por unos muy pocos artistas, escritores y periodistas, de los que espero y confiamos escribir en otra ocasión…
José Manuel Alonso
Nota: El próximo artículo será un paréntesis a los dedicados al Museo Guggenheim Bilbao, y es porque, desde que existe el periódico Kazetariak, en las fechas navideñas recuerdo a don Miguel de Unamuno, bilbaíno universal nacido el 27 de septiembre de 1864, y lo hago al coincidir el 31 de diciembre con la fecha de su fallecimiento en 1936, que, en esta ocasión, son ya 88 años…