Por José Manuel Alonso
Mañana, 18 de octubre de 2022 se cumplen 25 años de la inauguración del Museo Guggenheim de Bilbao, continuando con un variado programa de eventos conmemorativos desde el pasado septiembre hasta diciembre. Y lo hace olvidándose o prestando mucha menos atención al momento en que se gestó toda la operación con los norteamericanos, y con la gran mayoría de la sociedad y la política de Euskadi en contra, sufriendo incluso un atentado de ETA que le costó la vida al agente José María Aguirre, asesinado cuando descubrió a un comando que pretendía atentar contra el Museo… Y en la propia inauguración del Museo, ETA quiso atentar también contra la comitiva con granadas y cohetes…
Precisamente mañana, 18 de octubre, se inaugurará la exposición titulada “Secciones/Intersecciones. 25 años de la Colección del Museo Guggenheim de Bilbao”… Tres plantas del museo, tres relatos hilados a partir de la colección de arte….
Juan Ignacio Vidarte, director del Museo ha calificado los 25 años de historia como una época en la que «se han cumplido los objetivos», recibiendo una media superior al millón de visitantes anuales. Precisamente a finales de septiembre de este año la cifra de visitantes ha llegado a los 840.000 y mira ya hacia el futuro. Y así lo refleja en el lema que preside la conmemoración: ‘El arte inspira futuro’…
Como cada año en las fechas del aniversario, la entrada del sábado 22 y del domingo 23 de octubre será gratis. Y del 25 de octubre al 2 diciembre tendrá lugar la campaña ‘Denontzako BBK’, una iniciativa para la celebración del 25° Aniversario por la cual los ciudadanos de la Comunidad Autónoma Vasca podrán visitar el museo de manera gratuita.
De la crisis de los años 80 a la insólita apuesta por la cultura
A los visitantes del Museo Guggenheim de Bilbao convendría recordarles cómo nació o se gestó: “No podemos olvidar lo que ocurría a finales de los años 80, con industrias desmanteladas en todo el entorno y continuos conflictos y manifestaciones en las calles… Y toda la operación del museo se debió a una triple conjunción: (1) Que el Guggenheim de Nueva York tuviera problemas financieros y necesitara dinero; (2) que Bilbao fuera en los años 80 una ciudad sin esperanza y precisara de algo que la reactivase, y (3) que Frank Gehry fuera un gran arquitecto sin obra admitida que se volcó en esta su tabla de salvación· (Pedro Ruiz Aldasoro, entonces director de “Pausoka” y de un programa económico en ETB, así como primer informador a las instituciones vascas de la voluntad norteamericana de instalar un museo en Europa)
Tal y como se escribió a finales de los años 80, hace más de 34 años, Bilbao era una ciudad (villa) desalentada, acosada por la reconversión industrial, la conflictividad social y económica, una ruina empresarial y un desastre en términos urbanos y de imagen. “En aquel entonces era el País Vasco conocido básicamente en Estados Unidos por la crisis y el terrorismo”, eso recordaba Juan Luís Laskurain, que, como diputado entonces de Hacienda de Bizkaia, fue uno de los grandes artífices del Museo Guggenheim Bilbao, y lo fue junto con Joseba Arregi (1946—2021), consejero de Cultura del Gobierno Vasco. Y eso hizo precisamente que el Gobierno y la Diputación firmaran el Acuerdo con la Solomon R. Guggenheim Foundation. No podemos olvidar tampoco la aportación del Ayuntamiento de Bilbao, que cedió el terreno, y lo hizo pese a encontrarse la alcaldía en un proceso de relevo de José María Duñabeitia a Josu Ortuondo, que desde entonces respaldó la obra y contribuyó a su creación. También Iñaki Azkuna, alcalde posterior a los citados, con motivo del X Aniversario de la inauguración del Museo, escribía: “Suelo repetir a Ibon Areso (teniente alcalde del Ayuntamiento de Bilbao entonces y alcalde en los años 2014 y 2015) que, sin su acción decidida sobre el planteamiento y la ordenación del museo, el Guggenheim no se habría construido”. Y el propio Ibon Areso siempre ha calificado la implantación del museo como un milagro que “se hizo realidad convencidos de la necesidad de cambiar una ciudad desastre en un enclave moderno y postindustrial”.
Volviendo hacia atrás, al año 1986, Bilbao se mantenía en una crisis que parecía imparable: la desindustrialización… Por ejemplo, los Altos Hornos de Vizcaya, la que fue la mayor empresa de España, sufría una gran reconversión y cerraba sus instalaciones en el año 1996, un año antes de la apertura del Museo Guggenheim En aquel año 1986, la periodista Josefa Marzo, en un artículo en el periódico Bilbao, escribía: “la capital de Bizkaia se ha apeado de su tradicional perfil de gran capital del Norte y ciudad puntera del Estado… Pero parece que, pasados unos años de resignación y apatía, Bilbao dispondrá ya de elementos de reactivación que pretenden dar la campanada”. Y añadía: “A punto de iniciarse la década 90 Gobierno Vasco y Diputación de Bizkaia, conscientes de un déficit insoportable para la población bilbaína, lanzan un marco de actuación: el Plan de Revitalización de Bilbao Metropolitano” (…)
Esa revitalización trataba de ser “abierta, plural, integradora, moderna, creativa, social y cultural”, y los encargados de realizarla deberían ser inicialmente el Gobierno Vasco y la Diputación Foral de Bizkaia. Junto a los agentes sociales de ese Bilbao Metropolitano, cuyo presidente fue José Antonio Garrido… , aquel proceso de revitalización era de gran envergadura porque vinculaba actividad económica con calidad de vida y regeneración urbanística, social y cultural, con el fin de conseguir una nueva metrópoli…
Siguiendo en el año 1986, Kosme de Barañano, historiador, crítico y profesor de arte, escribía sobre esa nueva realidad en el mundo refiriéndose al continente europeo y los fines de semana: “Europa se está ahogando con el embotellamiento de coches y el boom turístico de los museos, una Europa que se convierte en un alud de arte y de exposiciones (…), con una política cultural de hacer circular a la gente por estos lugares; quizá porque las viejas plazas ciudadanas son ahora meros nudos de tráfico” (…)
Era una época en la que se necesitaba una transformación de 180º, ya que la crisis industrial había traído un área urbana claramente en declive. , y ante esa grave situación, el Gobierno Vasco, al comienzo de los 90 impulsa un plan estratégico para el Bilbao Metropolitano, en el que se hace costar, entre otras cosas, que la capital vizcaína incumple tres requisitos para que la metrópoli sea atractiva de cara a las empresas de servicios avanzados: la regeneración del medio ambiente, la mejora de la calidad del entorno urbano y la proyección cultural… Y se añade que “sería deseable una vida cultural más rica, lo que requiere nuevos equipamientos y contar con el estímulo de entidades culturales que potencien sus actividades” (…)
Y la fortuna llegó gracias a que aparecen dos grandísimos personajes en la política vasca: Juan Luis Lasqurain, diputado de Hacienda y Finanzas de la Diputación Foral de Bizkaia, y Joseba Arregi, consejero de Cultura y Portavoz del Gobierno Vasco. Y un par de años después del plan estratégico para transformar Bilbao/Bizkaia, es cuando se decide dar a conocer a la prensa vasca, en una cena con los periodistas la idea que tanto Laskurain como Arregi tenían para el futuro inmediato… Y este periodista pudo comprobarlo directamente como testigo y trabajando con ellos como responsable de comunicación…
“¡Que barbaridad!: ¿la cultura reactivador de la economía?”…
En los postres de esa cena con los periodistas en el Hotel Villa de Bilbao, intervino en primer lugar Juan Luis Laskurain para exponer la situación económica y social de Bizkaia/Bilbao. Sus palabras se centraron en dar datos concretos de la preocupante actualidad y su empeoramiento posterior de la sociedad vizcaína, por lo que debería buscarse de inmediato una nueva salida que inyectara de trabajo y de servicios a la sociedad vizcaína…
Juan Luis Laskurain y Joseba Arregi
A continuación, tomó la palabra Joseba Arregi, recogiendo la idea del entonces compañero de partido (PNV) y afirmar: “Bilbao ha sido siempre una ciudad de clara personalidad y gancho o atracción. Tiene carácter, es vibrante e industrial… y si al principio de este siglo, e incluso antes, los bilbaínos/vizcaínos supieron aprovechar la circunstancia del progreso industrial, para impulsar la cultura…, en un momento de crisis como el que vivimos han de hacer precisamente lo contrario, aprovechar la cultura, impulsarla para atraer el progreso. Otras ciudades europeas de características similares (citó algunas ciudades principalmente alemanas y francesas) lo están haciendo así, compaginando la calidad y la cultura con el desarrollo, recuperando el esplendor, promocionando la estética, la actividad y la muestra cultural… La cultura, por decirlo con terminología de hoy, ha transformado las señas de identidad, ha sido ella el medio capaz de reactivar la industria; el imán que ha atraído a los inversores… La cultura en Europa ha tomado el relevo de motor de “marketing” y ha despertado la retina de la economía” (…)
Y seguidamente, Joseba Arregi puso algunos ejemplos que demostraban que la recuperación industrial y la cultura caminan juntos, lo que entendieron los empresarios norteamericanos hace tiempo con esta frase bien aplicada: “Cuando la cultura está fuerte, sólo entonces, se fortalece la economía” (…) Y citaba otra frase, del alcalde de Montpelier: “Sin política cultural previa no hubiéramos atraído a las empresas… Francia puede crear quince polos de desarrollo con el único cebo de una generosa política cultural”
Y Joseba Arregi concluía: “Este es el camino que ha de emprender Bilbao, que ha emprendido ya, que supo emprenderlo a finales del siglo pasado y principios de éste, aunque en aquella ocasión fuera la industria, la economía o el progreso material el que abriera la retina del intelectual, del artista o del político para promocionar e impulsar la cultura. Pero esta vez, a mi modo de ver, ha de ser lo contrario. Y en ese camino estamos” (…)
En resumen, si Juan Luís Laskurain habló de la situación económica y su necesaria reactivación, Arregi lo concretó afirmando que ese reactivador de la economía debía ser la cultura, lo que ocasionó sorpresa y duras reacciones de la mayoría de los periodistas que estaban en la sala… Expresaron su indiferencia e incredibilidad al respeto: “¡Qué barbaridad!: ¿la cultura, reactivador de la economía?” (…)
De la “Ventana económica” de ETB al inicio del proyecto
Poco después de aquellas declaraciones en favor de la cultura, Pedro Ruiz Aldasoro, entonces director de la productora “Pausoka”, y que fue quien estuvo en las primeras negociaciones con los norteamericanos, comenta que “todo comenzó en el programa que teníamos en ETB, un programa de gran audiencia, Ventana Económica, y a través de nuestras informaciones nos enteramos y confirmamos de los intereses de la Fundación norteamericana en Europa… Fue en una comida, a la que entre otros asistió el socialista catalán Ernest Lluch, asesinado por ETA en el 2000, cuando contaba con 63 años y estaba retirado de la política… Nos enteramos entonces que la norteamericana Fundación Guggenheim pretendía montar un museo en Madrid de la mano del Banco Bilbao Vizcaya, pero al fallecer el entonces presidente del Banco, Pedro de Toledo (1935-1989), el proyecto se vino abajo… De manera informal se comentó la posibilidad de retomarlo cambiando Madrid por Bilbao” (…) Y esa proposición –comentaba Ruiz Aldasoro— se la trasladamos al Diputado General de Bizkaia, José Alberto Pradera, que la aceptó de inmediato y con buen criterio posibilista se la encomendó al entonces diputado de Hacienda, Juan Luís Laskurain, entendiendo que eran más importantes lo criterios económicos que los culturales… Lógicamente, Laskurain comprendió enseguida que para un proyecto de ese carácter e inversión se precisaba el concurso del Gobierno Vasco, incorporándole de inmediato…
El propio Pedro Ruiz Aldasoro fue quien presentó el proyecto a Joseba Arregi que se entusiasmó porque llevaba un tiempo (con la colaboración del galerista y escritor José Luis Merino) estudiando la posibilidad de un nuevo museo de Arte Contemporáneo en Euskadi. Y posteriormente influyó también la creación en 1992 de la Sociedad “Bilbao Ría 2000”, así como la extraordinaria y tradicional empresa de arquitectura e ingeniería IDOM… También se precisó la participación del Ayuntamiento de Bilbao y sería su alcalde, Josu Ortuondo y, sobre todo, el concejal Ibon Areso, los valedores del proyecto” (…)
En 1990, Juan Luis Laskurain remitió una carta a la Fundación Guggenheim informando del interés de Bilbao por dar establecimiento a un museo con esa firma. Y tras un largo proceso de negociación, acompañado por la elaboración de un estudio de viabilidad técnica y financiera para el proyecto de construcción del museo…, en abril de 1991 (seis años previos a la inauguración del Guggenheim Bilbao) las autoridades vascas se reunieron con Thomas Krens, director de la Sociedad Solomon R. Guggenheim Foundation, para iniciar las conversaciones vasco-norteamericanos para la posibilidad de construir ya ese nuevo Museo Guggenheim en Bilbao…
El 25 de junio de 1991, El Correo publicaba esta información: “La fundación Guggenheim, una de las sociedades culturales de mayor prestigio internacional, negocia con las instituciones vascas la fundación de un museo moderno en la comunidad autónoma. Los técnicos estadounidenses han apostado inicialmente por implantarse en Bilbao, aunque no descartan la posibilidad de exponer su patrimonio en otras localidades, como Vitoria y Gernika” (…)
Compromiso de futuro, pese a las críticas de aquella sociedad vasca
El compromiso del Gobierno Vasco con la Fundación norteamericana fue firmado inicialmente en las instalaciones de la Bodega Campillo, en Laguardia (Álava), muy cerca de donde años más tarde el propio Frank Ghery realizaría una de sus obras más celebradas: la Bodega del Marqués de Riscal… Y la firma oficial fue en Nueva York a través de un preacuerdo el 29 de septiembre de 1991 por Joseba Arregi como representante de la presidencia del Gobierno Vasco, ya que el lehendakari José Antonio Ardanza no pudo acudir. Se hizo aprovechando la inauguración de la muestra en Estados Unidos del genial pintor vasco Ignacio Zuloaga. Con tal motivo, en la ciudad de los rascacielos y como ocurriría en otros escenarios del mundo (Francia, en el Louvre; Alemania, Italia, además de en diversas ciudades españolas) Joseba Arregi fue presentando el diseño esquemático del futuro museo, así como las razones culturales y económicas que habían motivado la arriesgada y criticada apuesta. Desde aquel momento, el proyecto fue más favorablemente acogido en el mundo que en Euskadi, y hay pruebas evidentes de ello porque las vivimos en persona… La crítica en los medios de información, en la mayoría de los artistas y de los políticos vascos fue brutal, que aumentó al finalizar 1991 por la nueva firma del acuerdo en Bilbao y posteriormente el acuerdo definitivo en Nueva York, febrero de 1992, con lo que las instituciones vascas adquirían un compromiso extraordinario y de futuro…
A partir de esa fecha, los que estaban (estábamos) comprometidos con el proyecto nos vimos obligados a realizar una labor de convencimiento, en primer lugar a los políticos, empezando por los miembros del Gobierno Vasco: PNV y PSE/EE, porque seguían teniendo constantes objeciones negativas al museo, y eso a pesar de que el proyecto contaba ya con el respaldo de la ejecutiva nacional del PNV. Incluso José Antonio Ardanza, lehendakari entre 1985 y 1999, confesó que la noche anterior a la firma definitiva con los norteamericanos no pudo dormir. El otro grupo político que gobernaba, el PSE/EE, se oponía seriamente al proyecto y no estaba por la labor de llevarlo a cabo. Y a eso había que añadir la reacción negativa de la mayoría de los artistas, calificándolo el gran Jorge Oteiza como “negocio repugnante”, y también de los medios de información, por lo que se hacía necesaria una labor seria y detallada de comunicación y convencimiento a la opinión pública.
Primeros dibujos de Frank Gehry para su insólito museo
Mientras tanto, el canadiense Frank O. Gehry (por cierto, enamorado de Bilbao desde que lo conoció) es seleccionado como arquitecto del museo y las Administraciones asignan el solar situado junto a la Ría del Nervión como ubicación elegida para la futura pinacoteca… El diseño de Gehry se adapta a un solar irregular, homenajeando la vida industrial y portuaria de la ciudad tanto en su estructura como en la elección de los materiales constructivos. El diseño se convertirá enseguida en pieza central visual y estética de Bilbao, así como en uno de los hitos arquitectónicos del siglo XX…
Para la construcción del Museo y las obras de arte en su interior fueron muchísimos los obstáculos que hubo que salvar o superar… Entre ellos estaba la decisión de la ubicación del futuro museo y la designación del arquitecto, entre tres seleccionados se aligió al canadiense, asentado en Estados Unidos, Frank Ghery ganador del Premio Pritzker y reconocido por las innovadoras y peculiares formas de los edificios que ha diseñado. En la inauguración del Museo se dijo que el trabajar con Ghery ha sido una experiencia positiva siendo como es una persona positiva que entendía las objeciones y preocupaciones de la parte vasca, de form que su selección resultó plenamente acertada…
Estaba claro de que había que intentar hacer un museo diferente a los demás por su construcción u obra arquitectónica y por su contenido, basándose sobre todo en la calidad, que actuara cono foco de auténtico valor estético y de progresiva promoción cultural, impulsando el estudio, fomentando la investigación artística y atrayendo al público. Un museo que permitiera disponer de una concentración única de arte del siglo XX, no sólo por la colección en sí misma procedente de las diez mil obras de la Fundación Guggenheim, así como de la nueva adquisición de obra por parte de las instituciones vascas para el museo, sino por la capacidad de la Fundación en la preparación y exhibición de exposiciones puntuales, temáticas y artísticas, únicas en el mundo, y que a partir de la inauguración del Museos Guggenheim Bilbao sólo se pudieran contemplar en este recinto como centro de atracción y visita obligada de toda Europa y el resto del mundo.
Podríamos hacernos una pregunta: ¿Por qué el Museo está donde está?… Se dice que en principio fue Thomas Krens que en una de las caminatas mañaneras, cerca del hotel donde se hospedaba en Bilbao, le pareció que junto a la ría, lo que entonces era una playa de vías para la descarga de contenedores de la naviera, podría ser la ubicación perfecta para el museo. Otras fuentes, entre ellas la de este periodista, fue el mismo Ghery quien en lo alto de Archanda se fijó en ese mismo lugar y le pareció adecuado para la ubicación del Museo, y en la comida posterior dibujó en trazos de bolígrafo lo que podría ser el museo…, tal y como recogemos en el artículo
La materialización del proyecto Guggenheim en Bilbao significó la reinvención urbanística de la capital vizcaína y además de cuanto se hizo en paralelo en la limpieza y mejora de la ría, con la que hoy se vive de frente y no de espaldas, el metro, nuevos edificios y zonas urbanas, etc, también surgieron nuevas preocupaciones culturales y artísticas para ofrecérselo a los bilbaínos y a los previstos miles y miles de visitantes…
Se crearon dos sociedades públicas: una que iba a asumir a responsabilidad de la construcción y otra denominada “Tenedora” en referencia a que sería la propietaria de las compras que se fueran realizando. Y pese a la aportación norteamericana al proyecto fueron empresas vascas las que plasmaron y realizaron la obra de Ghery, empresas vascas, algo propio, nada “americano”, nada importado, sino producto de la tierra con aportaciones también de distintas zonas españolas. Y recuerdo personalmente como una mujer bilbaína, poco antes de la inauguración del Museo se dirigió a las autoridades para decir. “¡Gracias por habernos devuelto la confianza a los bilbaínos y bilbaínas!” (…) La muy difícil y complicada batalla estaba ganada…
Museo Guggenheim: “Apuesta cultural y proyecto de país”
En julio de 1992, el Gobierno Vasco y la Diputación Foral de Bizkaia constituyen el Consorcio del Proyecto Guggenheim Bilbao para la supervisión de la planificación y construcción de edificio. Recomendado por la Diputación, es nombrado director-gerente de la entidad Juan Ignacio Vidarte.
El primer apartado respondía a la situación real, con las relaciones con el exterior, la preocupación económica, la necesaria transformación social y la apuesta cultural: “Estamos ya en el mítico 93, con la apertura a Europa y el Mundo, con el vacío de ideologías e ideas del pasado, con la reconversión de valores, mercados, economías, modelos y culturas. Esta situación anuncia profundas transformaciones económicas y sociales. Todas ellas obligan a buscar respuestas y apuestas políticas y culturales. Es decir, estrategias que permitan alcanzar nuevos objetivos en beneficio de la sociedad y de los ciudadanos” (…)
Y en aquel año de 1993, cuatro antes de la inauguración del Museo, cuando el museo impresionaba al ser una realidad viva y comenzaba a verse con claridad, por encima de la política e incluso de la cultura, un museo aglutinador y aglutinante, que iba a servir de estímulo hacia el progreso y el bienestar de nuestro país en el futuro inmediato. Por todo ello, aquellos estudios los titulábamos subrayando el acuerdo y atracción internacional, “la apuesta cultural y el proyecto de país”.
Es en julio del año 1993 cuando comienzan las obras de construcción del museo en el solar de Abadoibarra y en octubre de ese año se lleva a cabo la ceremonia de colocación de la primera piedra. Y ese mismo año 93 se presentan distintos informes, estudios, comunicados e informaciones. En cada uno de ellos participaban los encargados de cada materia. En el terreno informativo y comunicativo me tocó participar, y voy a tratar de sintetizar lo elaborado aquel año 1993, documentos que titulábamos “Museo Guggenheim Bilbao: Acuerdo y atracción internacional, apuesta cultural y proyecto de país”.
Primera piedra, con Ardanza, Pradera, Ortuondo y Ghery; y posterior estructura ya montada
Incluso pudimos comprobar y demostrar que en aquellos meses en los que se inició el proceso de construcción del Guggenheim nunca se había hablado o escrito tanto de la cultura vasca, por ejemplo, del extraordinario Museo de Bellas Artes de Bilbao, que recobraba así nuevo valor en sí mismo, por los que lo conocían ya y por los que no conocían sus riquezas artísticas. Ello se constató a través del interés exhibido por numerosas capitales francesas, holandesas, inglesas y alemanas, o el apoyo de dos ciudades estrechamente vinculadas al mandato de la Comunidad Europea: Bruselas y Luxemburgo… Y hoy hay todavía iniciativas para el futuro, como la ampliación del Museo de Bellas Artes de Bilbao, que desde el regreso de Miguel Zugaza en la dirección, en 2017, se están realizando o aprobando obras de ampliación firmadas por Norman Foster y Luis María Uriarte, obras que estará completadas en el verano de 2024, aunque las salas y edificios renovados se irán inaugurando paulatinamente antes de esa fecha. De todo ello confiamos en escribir un próximo día…
Y recogiendo los últimos datos de visitas al Museo Guggenheim, hemos de señalar que ha sido el verano pasado el de mayor éxito desde su inauguración, ya que ha alcanzado este mes de septiembre la cifra de visitantes prevista inicialmente para todo el 2022, y que se situaba en 840.000 personas. Su director, Juan Ignacio Vidarte ha destacado que lo «más positivo» de estos últimos meses ha sido cierta recuperación de visitantes extranjeros. Según ha expuesto, antes de la pandemia los extranjeros suponían las dos terceras partes de las personas que se acercaban al museo, y en este momento son el 50%, lo que, tras los dos años de restricciones por el covid-19, “es un dato esperanzador”.
Y termino con parte de la respuesta que este periodista facilitó en una encuesta realizada el 13 de septiembre de 2007, con motivo de los diez años de la inauguración del Museo: el Guggenheim es en la actualidad la mejor referencia (con el puerto) en el exterior. Bilbao es hoy grande, hermosa, modelo regenerativo en el mundo, una villa que se ha transformado 180º. Antes del Guggenheim, en Bilbao todo se vendía o se despreciaba, o se chapuceaba… Se vivía de espaldas a la ría, a la historia, a la cultura y al horizonte. Bilbao parecía resignado. Hoy existe una conciencia y sentimiento nuevos en el bilbaíno a favor de la estética y del futuro, y todas las demás ciudades del mundo quieren ser tan “grandes” como Bilbao. Todo ello, gracias al Guggenheim y a sus fervientes iniciadores, ilustradores, tomados por “locos” en aquellos principios, en la prehistoria del museo” (…) Así fue y así está siendo, todo un éxito que ha transformado Bilbao y Euskadi… Nuestro recuerdo y aplauso va por los que gestaron y crearon esta maravillosa obra que, con 25 años, sigue creciendo…, ¡que así continúe en el futuro!…