M.Urraburu
Por fin, esto se acaba. Agobios, prisas, gastos, niños, barullo … Todo lo que, con errónea actitud hemos incorporado a la fiesta consumista que borra la imagen de lo sencillo que fuimos. Claro que si preguntásemos a los mas pequeños sobre la Navidad, si quieren que acabe, si quieren que las luces de colores se apaguen…nos dirían que, la iluminación navideña se debiera mantener todo el año con bombillas de colores en los arboles en vez de hojas, que los semáforos entonasen villancicos navideños o que los policías vistiesen de Papa Noel, Olentzero o Reyes . Los niños no entienden por qué no se dosifica todo esto y los mayores tampoco, aunque estos últimos, por distintos motivos. Personalmente pienso que, mejor dejarlo como está y satisfacer a los más pequeños, pero con medida, sin decir sí a todos sus caprichos.
Pero, vayamos a lo nuestro. Supongo que a estas alturas no esperaran gran cosa de los Reyes. En esta vida lo mejor es no esperar nada de nadie, y de los Reyes Magos menos, que tienen de magos lo mismo que yo.
En estas fechas es imposible intentar olvidar lo que nos recuerda, un año más, el calendario. La Navidad se impone para bien o para mal. Supongo que para bien y para mal. Atrás queda la Noche Buena, la Navidad, y la Noche Vieja, y, cuando creemos sentirnos liberados, llega otra encantadora costumbre de hacernos regalos, unos a otros. En el caso de los hombres, estos se repiten con frecuencia cada año. Ya saben: la camisa, la corbata, los calcetines, los gallumbos…Ellas suelen tener más suerte… y más gusto. Y luego, los más pequeños. Lo que más me gusta de ellos en este día son sus miradas de sorpresa e ilusión.
Muchas veces un regalo es un intruso. Lo admites como otros aceptan el nuestro, con esa sonrisa que a veces nos delata. Evidentemente, no todo es
generosidad en este intercambio de agasajos. La tradición, el compromiso, la rutina y la presión social suelen pesar más que el deseo de hacer feliz a alguien. A fuerza de abundar, las cosas han perdido gran parte de su valor en términos de ilusión y deseo. Pese a todo, cada cual se va haciendo con un bazar lleno de objetos tan costosos como inútiles, que si a algo rinden tributo es a los escaparates de las tiendas.
Sea cual sea la formula que cada uno escoja para intercambiar sus regalos, lo importante es que sea capaz de conservar el calor de las buenas emociones e Intenciones.