M.Urraburu
Hay un tiempo para todo y un tiempo para cada cosa. Es algo que no todos tienen en cuenta . Administrar adecuadamente nuestro tiempo es necesario, pero lo es mas todavía la forma en que lo hacen los demás. La compleja vida moderna nos impone ritmos distintos y ya no existen calendarios ni horarios iguales. Cuando unos duermen otros trabajan; mientras unos se divierten hay otros que no terminan un trabajo urgente. El tiempo tiene un valor diferente para cada uno según sus circunstancias. Nos sorprenden las formas de actuar de algunas personas que parece no haberse enterado de que, los demás, se rigen por agendas diferentes a la suya. Los hay quienes alargan su conversación sin preguntar o preguntarse si el otro dispone de tiempo para escucharle. Otros llaman por teléfono a deshoras porque piensan que, “ Ahora le pillo en casa porque es su hora de comer “. Ellos han comido y, claro, se pegan al teléfono intentando venderte el mejor teléfono móvil, o cambiar de compañía eléctrica. Las modalidades del robo del tiempo son incontables. Para mí, la peor de todas, es la impuntualidad. El retraso a una reunión, es una falta de respeto y consideración a los demás, está haciendo perder el tiempo a quienes le
esperan.
Sin embargo no recibe la misma consideración quien en esa misma reunión alarga su intervención más de lo debido. Es lo que conocemos como el pelmazo de turno. Pienso que a falta de una cultura del respeto, sería oportuno llegar a acuerdos sobre los límites del tiempo propio y ajeno. En definitiva dar con técnicas de aprovechamiento y administración del tiempo. Claro que, muchas veces, estas técnicas pueden conseguir lo contrario, digamos que un atentado sobre el tiempo de los demás, ejemplo: saber delegar – es decir, cargar marrones – dirigir equipos – es decir convocar reuniones en el momento más inoportuno sin justificación alguna, incluso fuera del horario laboral. Y, así, una larga lista de situaciones que se dan entre quienes, abusando de su cargo se creen dueños y señores del tiempo de los demás.
Una sociedad consciente de los derechos y libertades, es la que respeta el tiempo de los demás y su derecho de administrarlo a su conveniencia. Y, hablando del tiempo – no el meteorológico – si no el que equivale a 60 minutos y que no es otro que la hora. En las antiguas civilizaciones, la hora era una de las doce partes en las que se dividía el tiempo entre la salida y la puesta del sol, más adelante se dividió también la noche en otras doce horas , dando lugar al día de veinticuatro horas que hoy conocemos. Pues bien en marzo – por eso del cambio horario al adelanto y atraso de una hora que realizamos en primavera y otoño – nos robaron una hora, que recuperaremos el último fin de semana de octubre. Una cosa más y además reciente. En el Congreso Nacional para la Racionalización del Horario en España se ha dicho que estamos en horario equivocado que corresponde a Europa Central y que debemos regresar al de Europa Occidental en el que se encuentra Gran Bretaña, Portugal y la Comunidad Canaria, por su ubicación en el mapa respecto al Meridiano de Greenwich, que determina su horario solar. Esto acabaría con la coletilla de “ una hora menos en Canarias “ . Y, eso, no les gusta a los canarios que se quedarían sin “publicidad gratuita” y un factor diferenciador.