M. Urraburu.
Para un régimen democrático, el menos malo para concordar discrepancias e intereses legítimos, el periodismo es pieza indispensable y correa de transmisión para el ciudadano. Sin información, no puede existir una autentica democracia. No olvidemos que, nuestra Constitución la exige y además como derecho fundamental.
Sin embargo, en estos momentos nuestra realidad dista bastante de estos en su texto constitucional. Los grupos ideológico-económicos, aparte de controlar directamente importantes empresas de comunicación, presionan de forma incluso descarada sobre periodistas, obstaculizando que se pueda dar más y mejor información. Y son ellos los que se han convertido en uno de los mayores peligros para el correcto funcionamiento del modelo democrático de comunicación. El dejar a un lado la incidencia de los políticos- gobernantes no quiere decir que no les corresponda menor responsabilidad. Nuestros políticos, máxime cuando se requiere mayor información, precisamente por la crisis económica galopante, corrupción degradante y su credibilidad bajo mínimos, nos confunden a diario con argumentos estériles
¿Qué otra explicación tiene esas ruedas de prensa en que no se admiten preguntas?
Los gobernantes se deben a los ciudadanos, por lo tanto tienen que rendir cuentas de lo que hacen…y no hacen.
Sin embargo , hemos llegado a tales extremos que, entre preguntas, argumentarios para subnormales y periodistas alineados con la respectiva causa, condicionados por orejeras ideológicas, políticas o interesadas, el resultado lo podemos visualizar en la mayor parte de la tertulias. Se sabe de antemano lo que cada tertuliano va a defender para lo cual echa mano de los consabidos tópicos, criterios y del argumento final que acaba por descubrirlos: Y los tuyos…. mas.
Tampoco, a la hora de buscar responsables nos debemos olvidar del comportamiento de gran parte de los ciudadanos. La gran mayoría no valora realmente la información y, si la gravedad del asunto perjudica a su partido dice lo mismo. Y los tuyos…mas.