Por Julen Rekondo- Experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente
Hace sesenta años, concretamente el 27 de septiembre, se publicó el libro “La Primavera Silenciosa” (Silent Spring, en inglés), obra de la bióloga Rachel Carson y que fue un verdadero aldabonazo. Un hito fundamental en el nacimiento de la conciencia medioambiental, y un libro de cabecera para miles y miles de personas, entre las que me encuentro, que nos permitió iniciarnos en el mundo medioambiental con cierta base argumental de tipo científico.
“Primavera Silenciosa” fue considerado uno de los 25 libros de divulgación científica más influyentes de todos los tiempos por los editores de Discover Magazine en 2005. Diez años más tarde, en 2015, como uno de los 20 libros más influyentes.
Esta gran obra de Rachel Carson demostró, entre otras cosas, que el uso indiscriminado del DDT y otras pesticidas producían efectos muy perjudiciales en el medio ambiente al acumularse en los organismos vivos y, a través de las cadenas tróficas, pasar desde los vegetales fumigados hasta los organismos situados en la cúspide de la cadena trófica. En el transcurso de los años y debido al fenómeno de bioacumulación, la concentración del tóxico era mucho más elevada.
Su obra fue pionera para el movimiento ecologista y llevó a la prohibición de sustancias de elevada peligrosidad como el DDT.
Rachel Carson nació hace 111 años -el 27 de mayo de 1907- en un pequeño pueblo de Pensilvania. Mujer pionera en prácticamente todo lo que acometió, se licenció en Biología, se especializó en ciencias del mar y ocupó un puesto profesional en la Dirección de Pesca y en el Servicio Pesca y Fauna Silvestre de Estados Unidos en un momento en que las mujeres tenían acceso muy limitado a la vida pública y al trabajo remunerado”.
Rachel Carson escribió diversos libros, en sus inicios, de los más variados, incluso de literatura, pero su obra más conocida, tuvo lugar, cuando en 1958 se traslada a vivir a una zona rural en Maryland y allí ve en directo los efectos e impactos de la utilización de los pesticidas y plaguicidas en los campos y en la salud humana. Así nació “Primavera Silenciosa”.
Rachel Carson con “Primavera Silenciosa” denunciaba el uso indiscriminado de DDT y de otros pesticidas. Rachel Carson fue una de las primeras voces que alertó sobre el uso masivo de pesticidas que ponía en peligro al conjunto del planeta y de la especie humana. La respuesta de la industria que fabricaba los plaguicidas fue terrible y trató de descalificar a Rachel Carson por todos los medios, incluso con insultos. Fue acusada de insensibilidad ante las muertes causadas por la malaria o el hambre, se aludió a su condición de mujer y se amenazó a revistas y periódicos con retirar publicidad si se publicaban reseñas o comentarios positivos sobre “Primavera Silenciosa”.
Rachel Carson mostró con todas las consecuencias que es un auténtico error llamar progreso a todo aquello que contamina los recursos básicos para que haya vida en el planeta.
No obstante, seis décadas después, el sistema de producción agraria no ha cambiado mucho y las ventas de plaguicidas nunca han sido tan altas como en la actualidad, según la organización Ecologistas en Acción. Dicha organización, precisamente, para conmemorar la obra de Rachel Carson e incrementar la conciencia de la necesidad de poner un punto y final a los plaguicidas, acaba de publicar el informe “El doble rasero del mercado europeo de plaguicidas”.
En este informe, la organización ecologista señala “la hipocresía de la Unión Europea que, al tiempo que prohíbe el uso de plaguicidas en Europa, permite su fabricación y exportación a otros territorios”.
El Reglamento 1107/2009 de la UE sobre comercialización de plaguicidas impide que se autoricen los de mayor peligro para la salud humana y el medioambiente. En la actualidad hay 450 plaguicidas autorizados a nivel de la UE frente a los 943 no autorizados para su uso. Esta prohibición afecta únicamente a su uso en la UE, pero pueden seguir fabricándose en cualquiera de los Estados miembros y venderse a países no pertenecientes a la UE.
De esta forma, “los plaguicidas no autorizados en la UE pueden retornar en forma de residuos de plaguicidas a las estanterías de nuestras tiendas de alimentación. Y, siempre que se encuentren en cantidades inferiores a sus respectivos límites máximos de residuos de plaguicidas, no se generará la alarma de las autoridades de la seguridad alimentaria”.
Según Ecologistas en Acción, “la exportación de plaguicidas prohibidos traslada a otros países el modelo de producción agrícola que la UE descarta. Es decir, Europa externaliza las consecuencias adversas para la salud humana y el medioambiente que afectan directamente a los agricultores y agricultoras de los países importadores. Además, también causa de manera indirecta un riesgo a las consumidoras y consumidores europeos a través de la alimentación”.
Por todo ello, Ecologistas en Acción insiste: urge que la UE tome medidas que prohíban la fabricación y exportación de plaguicidas no autorizados, y que se limite la comercialización de alimentos que contengan estas sustancias, sea cual sea su origen.