Por Javier Martín-Domínguez
Un líder sin escrúpulos para llegar al poder, tampoco los ha tenido para mantenerse. Poder sin límites para Xi en esta China que mira más a Mao que a Deng. Pero el espectáculo inesperado en la clausura del Congreso el PC es por fin el elemento revelador de que no todo son luces. Hay muchas sombras sobre el futuro inmediato de China y de Xi.
No todo es brillo bajo los focos de la mastodóntica reunión de los cuadros comunistas estos días en Pekín. Tambien hay sombras- la clave más importante para analizar el futuro –en la gestión y el uso del poder del hombre que más poder ha amasado en la historia reciente del país, incluido Mao.
Corrupción, represión, desequilibrios financieros, crisis inmobiliaria, mala planificación inversora, desconfianza internacional…son algunos de los puntos negros en la trayectoria del líder que ha roto con el mandato del primer líder del cambio, Deng Xiaoping, quien fijo en uno máximo de diez años la permanencia al frente del partido y de la presidencia del país. No ha sido su única ruptura. Tambien con los principios de economía abierta, actitudes liberales y críticas que favorecieron el inicio del desarrollismo chino desde los años ochenta.
Los halcones se emplearon a fondo para debilitar al equipo de Deng que perdido gran parte del poder hace diez años cuando Hu Jintao, ahora vilipendiado en público, cedió el asiento a Xi tras una lucha de poder descarnaba. Xi consiguió deshacerse- literalmente -del favorito y máximo contrincante, Bo Xilai, líder de la provincia más poblada de Chongqing, y aún permanece en prisión tras ser acusado, como de costumbre, de corrupción y hasta de asesinato.
Ahora se ha desembarazado- por jubilación -del primer ministro Li Keqiang, mas proccidental y mano derecha del anterior presidente Hu. Por lo conocido, solo quedan en torno al líder- que se ha saltado la limitación de mandatos impuesta por el modernizador Deng -hombres afines, de ortodoxia comunista, que sospechan del libre mercado y de Occidente. Malos augurios en este proceso creciente de desconfianza hacia la economía globalizada. Tras el Brexit, Trump y Putin es el turno de Xi para dejar claro su oposición a las fronteras nacionales abiertas y a la economía de mercado. El precio será alto. Como la progresiva deslocalización de empresas norteamericanas que huyen hacia Vietnam, país que ya lidera el crecimiento económico en Asia.
Nadie puede ocultar la historia de éxito de la década de Xi Jinping al frente de los destinos de China, en buena parte heredado. Un desarrollo sin par en la historia del mundo, un crecimiento económico y del bienestar de la población y un progresivo reconocimiento internacional acorde con su nueva dimensión. Ni el líder de la operación, ni la cúpula del Partido quieren dejar en manos de otro tan suculenta herencia. De ahí, los cinco años más que Xi permanecerá en el poder. Bajo los focos de la pompa organizada para inaugurar su inédito tercer mandato al frente del Partido Comunista Chino, no todo es luz, también hay sombras proyectadas sobre el dirigente chino cuyo poder en tiempo y potencia solo es comparable al de Mao. Esta China no es aquella. De la penuria que encumbro a la Revolución Proletaria se ha pasado a un desarrollismo sin par en la historia de la humanidad. Esta nueva China, irreconocible frente a la de 1976, abrazada y al crecimiento económico y las nuevas tecnologías, es la que Xi y el partido modelado a su manera quieren mantener con una línea más ortodoxa en lo referente al control ideológico el partido comunista en un difícil momento del mapa internacional, y también de un bien ocultado pero creciente malestar dentro del país.
Erraríamos en el análisis del conclave del partido se lo venos como mero culto a la personalidad del líder reafirmado en su sillón de mando. Aquel tímido Xi, que se trabajó el puesto entre las bambalinas del partido, a la sombra de su padre y los cuadros dirigentes de Shanghái, esta cómodo con su papel. Ha arriesgado mucho hasta llegar aquí. Primero en las luchas intestabas que le llevaron al poder, dejando por medio cadáveres políticos y muertos reales.
LAS SOMBRAS SOBRE XI
1.- La corrupción es el mantra bajo el que Xi ha llevado a cabo la mayor limpieza entre los cuadros del partido y de la administración. Sin duda es difícil el control y los límites del enriquecimiento en la singular fórmula mixta del comunismo capitalista chino, que concede la gestión de empresas estatales a gestores que actúan como empresarios privados, pero bajo control. Bajo la acusación de corrupción se aparta tanto a los eventuales corruptos, como a los enemigos políticos.
Xi llego al poder deshaciéndose de su principal contrincante Bo Xilai, secretario del partido en la región más poblada del interior de China, Chongqing. Él y su esposa fueron acusados de todo tipo de delitos y condenados a prisión. Asi quedó despejado el acceso de Xi y el clan de Shanghái al poder. No fue la única víctima entonces, y ha habido muchas más despues. El grado de corrupción interna entre los cuadros al mando del país es la otra cara oculta del proceso.
2. La gestión de la pandemia. El débil sistema sanitario, la falta de planificación, la escasa calidad de las vacunas propias y su modelo de implantación, unidos a la ocultación inicial del problema del COVID y la falta de respuesta rápida terminó generando una solución cuyos resultados han sido más que discutibles. El intento de erradicar el covid mediante una política de estrictas y repetidas cuarentenas no ha sido una solución práctica. No ha conseguido la erradicación, ha provocado pérdidas económicas graves y sobretodo ha generado un efecto para nada deseado por el partido: la desconfianza e incluso desafección creciente de la población con el poder. Empieza ser común entre los ciudadanos escuchar fuertes críticas- hasta ahora inéditas por la represión – por unas decisiones consideradas erróneas, que algunos creen que están más relacionadas con el deseo de acallar cualquier crítica antes de la reelección de Xi para este tercer mandato.
3. Abusos de poder. El sistema cerrado del Partido único permite sin contemplaciones los abusos de poder, poniendo y quitando cuadros y líderes a voluntad, descontando la intervención directa y sin control judicial en la vida de los ciudadanos. No solo afecta al sistema de organización política, sino que se extiende de una forma indiscriminada a la ciudadanía en general. Se demostrado a nivel territorial en Hong Kong y con los igures, y en general se ha acentuado durante las cuarentenas que están exasperando la paciencia de los ciudadana. Con la sangrienta represión de Tiananmen se acabó desde entonces con cualquier atisbo de libertad de expresión. En aquellos días de brutal erradicación de la protesta, una de las encargadas de amenizar a las tropas enviadas a reprimir a los manifestantes fue la cantante de baladas patrióticas y actual esposa del líder chino, Peng Liyuan. La represión se ha extendido especialmente al ámbito de los medios digitales hasta el punto de crear sus propias redes sociales para evitar la contaminación del exterior y asegurar el control. Redes en las que no ha aparecido el incidente de la salida obligada del expresidente Hu de la sala de congresos del partido.
4. Desconfianza empresarial. La apertura a la entrada de capitales, tecnología y productos extranjeros que permitió el mayor empujón a la economía China desde la muerte de Mao ha empezado a limitarse. Las empresas extranjeras cada vez tienen más dificultades para operar en China a todos los niveles, en mercado, financiación u acuerdos bilaterales. En esta última etapa Xi ha impuesto férreos controles en las empresas volviendo a una progresiva estatalización y a su control férreo por dirigentes del partido único. La inversión internacional ha empezado a resentirse. China perderá progresivamente su atractivo como mercado, que ha empezado a dar síntomas de un menor crecimiento. Se ha retrasado la publicación de los datos oficiales poco esperanzadores sobre crecimiento a la espera de que finalizase el conclave del partido. Algunos de los grandes empresarios chinos surgidos en la última década se ven sometidos a tal presión que incluso han optado por desaparecer del ojo público, como el fundador del gigante Alibaba. Vuelta a la economía estatalizada. Presagio de un estancamiento económico. El empleo juvenil tambien está decayendo (un veinte por ciento) sin duda relacionado con los controles en las empresas de desarrollo digital. El problema de los créditos y el valor de las viviendas siguen siendo un problema latente y pendiente de resolver.
5. La nueva generación. La generación que había liberalizado la economía del país está en retirada. Oficialmente, son demasiado mayores y se les jubila. Nuevos cuadros tomaran su relevo con el nuevo año. Los formados en universidades norteamericanas y británicas tienen en sus manos la clave de que el futuro de china sea más aperturista y democrático o que el radicalismo izquierdista de Xi coloque de nuevo al país en un nivel de ortodoxia comunista que impida reformas, aires democráticos y progreso.
Los ahora defenestrados son antiguos tecnócratas que pusieron las verdaderas bases del despegue económico. Ahora se les sustituye por líderes provinciales del Partido con menos conocimiento económico y empresarial.
La impresión es que de la reunión quinquenal sale reforzada la línea más dura, las familias de Shanghái que controlan el partido y quieren extender su sombra sobre las principales empresas. Pero los cachorros del sistema serán una esperanza para unos o un dolor de cabeza futuro para la actual nomenclatura. Podría volver a funcionar la ley del péndulo cuando la economía tome una deriva negativa.
6. Malas inversiones internacionales. El mundo se ha asombrado de la extensión del brazo de China. Controla desde centrales eléctricas en África o instalaciones portuarias en América Latina. La expansión marcada por el plan de la nueva ruta de la seda ha sido amplísima. Pero esta tambien llenas de agujeros negros. El caso de Sri Lanka ha sido el más notorio. La inversión sin los controles habituales que marcan el Banco Mundial o el Fondo Monetario de los que China ha renegado han conducido finalmente a descubrir una mala planificación financiera, que ha conducido a algunos países a la ruina, y a Pekín a quedarse sin el retorno financiero previsto. L a soberbia economía de Pekín en estos acuerdos ha llevado a errores de bulto y perdidas millonarias. No tendrá más remedio que volver al redil de los acuerdos con las instituciones financieras internacionales con mayor capacidad de vigilancia y control para evitar o resolver problemas. Tambien es clave la situación de la deuda soberna americana en manos chinas. No hay posibilidad de una mala relación entre los dos gigantes, porque el colapso sería mutuo.
7. Dependencia tecnológica. La obsesión de Xi es el desarrollo tecnológico. Sabe que a pedir de los grandes progresos del país su dependencia de Estados Unidos y de Europa es muy alta. En el campo de los chips y en el de la industria aeroespacial no pueden funcionar sin el concurso de las empresas occidentales. Pero el objetivo es seguir desarrollando sus propios productos. El progreso cierre de puertas económicos prácticos por Pekín le lleva a un callejón sin salida. Así no mejorara su independencia tecnológica. En ese sentido, la relación con Rusia no sería ninguna solución es un paria que no resolvería ninguno de los objetos chino. Esta es una gran prueba para el futuro de una China más independiente y para el poder de Xi. Sin un desarrollo propio en este campo, no habrá conseguido el éxito nacional esperado.
8. Desequilibrio mundial. La situación creada por Rusia con la invasión de Ucrania ha colocado a Xi en el bando de apoyos verbales a Putin, aunque la diplomacia China trata de preservar su independencia y el equilibrio internacional. ¿Pesará más la solidaridad entre comunistas o la necesidad de comercio y tecnología de Occidente? Xi y su nuevo equipo tendrán que bailar en el fino alambre del mundo a punto de romperse. Mas allá el lazo comunista, Rusia y China nunca han sido una perfecta pareja de baile. Nadie lo espera ahora tampoco. Cuando Mao se vio en las ultimas y con la economía hundida, recurrió a Washington. El nuevo Mao no tendrá soluciones fáciles.
En conclusión, los indicadores ideológicos pintan un camino muy pesimista. Un Xi en deriva controladora, con un comunismo extremista que sospecha del exterior, y sin duda también de los suyos. Si los datos económicos empiezan a ir a la baja, como marcan todas las previsiones, las sombras sobre Xi y su futuro no tardaran en agrandarse. La lucha de poder subterránea está servida en cuanto la población se resienta de la pérdida de poder adquisitivo, el encarecimiento, la caída del empleo…. mas la visible corrupción entre los cuadros de mando que el poder dice contrarrestar. China entra en territorio controlado pero asentado sobre arenas movedizas. Mao acabo arruinando al país y llamando en su auxilio in extremis a la norteamericana de Nixon. Veremos cómo termina el nuevo capítulo en la historia de China bajo el radical Xi Jinping.