Por José Manuel Alonso
Un aniversario, según la Real Academia de la Lengua, es un día en el que se cumple un número exacto de años desde que se produjo un acontecimiento; y lo es también la celebración o fiesta en que se conmemora ese día… Son memorias del pasado, del ayer que se recuerdan hoy para añadir esperanzas para el mañana… Y eso fue lo que celebramos los periodistas y sus familias que habitamos y/o siguen habitando en la Urbanización Askartza de Lejona (Leioa) en Bizkaia… y lo hicimos con una jornada repleta de recuerdos…
Fue el pasado 13 de mayo, cuando las familias de los primeros habitantes en la Urbanización de Sarriena, Leioa (Lejona), a unos pocos metros de la Universidad Vasca, dedicada fundamentalmente a los periodistas vizcaínos, celebramos los cincuenta años de su inauguración… Históricamente, todo se debió a una operación de José Ramón Basterra, extraordinario comentarista de deportes, principalmente del Athletic, y que en aquella fecha ocupaba la gerencia de la Asociación de Periodistas, al adquirir una finca de gran tamaño y compartirla con el enorme y plurilingüe colegio de Askartza-Claret, construyéndose posteriormente toda una urbanización de viviendas, espacios verdes y zonas deportivas…
A la celebración de este aniversario acudieron unas 150 personas, reuniéndose en la urbanización primero y en una comida posteriormente, servida por el Grupo Iruña, en el gran espacio de lo más alto del recinto del BEC (Bilbao Exhibition Centre), con actuaciones del extraordinario grupo coral Earth Songs Proyect y del musico y compositor Eduardo Basterra… La jornada fue extraordinaria gracias a un grupo de personas de las primeras familias de la Urbanización: Cristina Fernández, Natalia de Miguel, Rocío Barrena, Oscar Beraza, José Mari Goñi, Luis Alberto Alonso y Currita Blanco…
Durante todo el día los recuerdos y emociones fueron constantes. En el repaso que los asistentes dieron a la que denominábamos la urba, no apreciaron muchos cambios desde su fundación: la piscina más pequeña y el pequeño campo de fútbol repleto de árboles; y tras la comida, este periodista se atrevió a dedicar unas líneas que recojo en el artículo, dado que Kazetariak es revista especialmente de periodistas…
Palabras de recuerdo de aquellos primeros años de la Urba
“Cuantos vivimos y aún más, supongo, los que siguen viviendo en la Urbanización de Lejona o Leioa, volvemos a sentir el soplo sano y saludable del viento, el esplendor de la luz, la cercanía de la amistad, el recreo de una cuadrilla de chavalas y chavales, el ofrecimiento de la práctica de hasta diez deportes: tenis, pelota vasca, natación, baloncesto, fútbol, ciclismo, balonmano, atletismo, incluso golf improvisado y paseísmo, todos y cada uno de ellos tan sano y cercano como compartido…
Para muchos de los que hoy estáis en este reencuentro, aquellos años en la Urba acontecieron durante vuestra mejor infancia y adolescencia, para todos fueron (y supongo que son) años de permanente descanso, paz, serenidad y salud… Y tanto en aquel entonces como seguramente en la actualidad, los habitantes de la Urba captamos y registramos para siempre el esplendor de la libertad, así como las cualidades de una sonrisa muy cercana, vecinal o familiar… Y, por si fuera poco, con nuestros sueños, iniciativas y trabajo, disfrutamos de los principios y las normas de la tranquilidad y de las relaciones humanas…, relaciones salpicadas por el agua de las piscinas y celebradas en fiestas, fiestas agosteñas y navideñas compartidas, repletas de música, baile, deporte e incluso desfile de divertidos disfraces…
Si Ulises tardó diez años para regresar a Itaca, muchos de nosotros volvemos a la Urba años después de que creáramos y crecieran nuestras familias, donde se inició la buena relación, la amistad y la cuadrilla… Y tenemos hoy el sentimiento de haber estado años y años en la Magna Urba, es decir, aquel reservado centro de nuestro antiguo y propio mundo familiar, rural y urbano… Y lo hicimos construyendo un modelo de convivencia y vecindad sobre el que se fundamentaba la comunidad, la cultura vecinal y el comportamiento natural, casi como un hermanamiento… Incluso establecimos normas naturales de convivencia y buena conducta que nos hermanó y protegió del individualismo, y, además, nos facilitó la felicidad compartida e incluso festiva… Y para nuestros hijos, aquella naturaleza de energía positiva y aquella o esta afectividad contribuyeron al desarrollo y crecimiento corporal y de su inteligencia, lo que supongo permanecerá hoy mismo…
Los vecinos de aquella nuestra urba de Lejona celebramos hoy 50 años de vivos y hermosos recuerdos. Muchos lo hacéis soñando con la infancia y con la amistad de un grupo, tan diario y positivo, de secretos, juegos y cercanías… Y otros mayores lo hacemos recordando la familia en el descanso y la felicidad tan sana como íntima, e igualmente tan compartida como ajena al trabajo o estudio de cada uno y de cada día…. Cierto que abundaban los periodistas, con menos tiempo en la urba, probablemente debido, en aquel entonces, a su trabajo sin horas… Y abundaban porque la urba se hizo en principio para la mayoría de ellos, y gracias a la venta de gran parte del terreno al colegio de los claretianos, colegio donde estudiaron la mayoría de nuestros hijos, así como lo hicieron los jóvenes que del Bachillerato pasaron a la Universidad, inaugurada años después de la urba, a unos pocos metros… Una Universidad donde hubo también vecinos que trabajamos en ella como profesores… Y todo ello significó y supongo que significa que la libertad, la educación y el trabajo estuvieron y están, metidos en las propias casas y en sus jardines, metidos en un paraíso terrenal, nuestra urba, una urba con fisonomía muy particular, idílica la mayoría de las veces, tanto con el disfrute del sol y del aire, como el de la lluvia o incluso de la nieve…
Abríamos (y abrimos) la ventana o salíamos al balcón y uno se encontraba y se encuentra con el campo y la salud, en unas estancias hermosas, de tres alturas y dos viviendas a cada lado, cada una de ellas con media docena de habitaciones, cocina y terraza, garaje y trastero, en espacios nunca muy limitados…
Recuerdo que la cercanía del pueblo de Lejona (Leioa) facilitó el compromiso de vecinos que trabajaron en la Urba tanto en servicios, incluido el transporte, con el abastecimiento de muy buenos alimentos, así como el servicio religioso en la parroquia, donde la mayoría de nuestros hijos celebraron su primera comunión…
Y un detalle significativo: En la urba siempre hubo perros de distintos vecinos y del guarda, pero, cuando llegaba el verano, otros vecinos ajenos a la urbanización abandonaban sus perros a sabiendas de que allí no les iba a faltar de nada…
Voy a terminar recordando a nuestros convecinos fallecidos, nunca muertos, porque no se muere mientras alguien te recuerde… Vecinos aquellos que permanecen en vivencias compartidas o ayudas necesarias… Y cuantos vivimos disfrutando de árboles cercanos siempre en paz y por la paz, en aquellos tiempos relacionados precisamente con la amenaza terrorista… Hoy esos árboles tanto como la paz son mucho más grandes…, y espero y confío que, como entonces, seamos también vecinos recolectores de la mejor relación, de amistades y de amores… De todo ello estamos seguros porque todos cuantos estuvimos en esta celebración abrimos los ojos del pasado y, si los cerrábamos, lo hacíamos con la luz del recuerdo encendido… Y es que la jornada fue una fiesta grande, hermosa, íntima y única…