Por Iñaki García Uribe
OROZKO. Hoy 31 de Julio de 2022, escribo este artículo para los decanos de los artículos vascos (los periodistas). San Ignacio de Loiola, el vasco más universal de la historia, seguro que fue un grandísimo comunicador. En caso contrario no hubiera liado la que lio, entendedme. En la comunicación esta casi todo.
Tengo la suerte que mi amiga Amaia Goikoetxea, presidenta de la asociación y del colegio vasco de periodistas, me haya solicitado que escriba un artículo para publicarlo aquí, en la revista digital KAZETARIAK. Con mucho gusto voy a contaros mi experiencia acerca de esta ciencia de la comunicación. Eso sí, me siento una hormiguita en el desierto del periodismo en general. Soy un mero aficionado que defiende siempre y desde hace muchísimos años la buena comunicación.
Comunicar es expresarse para dar a conocer datos y señales en general que nos traslada la vida y, nosotros, los comunicadores, a los demás. La comunicación es tan necesaria como el respirar.
Por supuesto que doy por hecho que dicha comunicación tiene que ser de nivel, bien trasladada, con sentido, sentimiento y conocimiento. Es como un plato recién cocinado que no solamente te va a interesar su gusto, sino su presentación.
Si alguien sabe de comunicar en Euzkadi sois vosotras y vosotros, el eslabón de la comunicación en el país de los vascos.
Esto empezaría con la txalaparta, en Canarias con los silbidos, pero ya sabemos que hace 800 años las campanas de los primeros templos vascos comunicaban al balancearse el badajo y golpear el bronce. Cada golpe, cadencia y tiempo de sonido, era una noticia que comunicar. Un fallecimiento, un incendio y así salían a ayudar, un alumbramiento de un bebé, una reunión de Juntas…
Luego ya llega el telégrafo y después el teléfono, un aparato sin cable que te permite comunicar con facilidad. No sé si hoy día es más importante el teléfono o tener comida en la nevera de casa.
El fax revolucionó en sus años la comunicación. Hoy día ya casi no se usa. Pero igualmente creemos, pienso, que comunicamos bien, y no es así. Comunicamos bien a veces. Como todo en esta vida, hay que esmerarse, hay que profundizar más, nunca hay límite, aquí tampoco, por eso debemos todos mejorar la puesta en escena de la noticia.
Existen diversas maneras de comunicar según el medio desde el que salga la información. La radial, la televisiva, la escrita en periódicos o revistas, y la digital. Aunque el patrón en general sea el mismo, difiere su puesta en escena, la imagen también manda en la comunicación, claro, cuando esta se ve.
También es importante en la comunicación otros aspectos que no son periodísticos, tales como dar una conferencia, realizar una visita guiada, incluso debatir y exponer un tema cenando en el txoko con los amigos. Tengo la suerte de hacer muchas visitas guiadas de diversas materias, vinculadas con la etnografía y la memoria histórica y creo lo domino un poco, pues han sido multitud de periodistas, escritores, investigadores y montañeros en general los que me han acompañado en la comunicación de tantas ´visitas guiadas´.
Sin una buena comunicación nunca conseguirás el objetivo final, esto es, multiplicar el conocimiento sobre la materia que vas a contar. Suelo decir que en la ciencia de la investigación hay tres pilares que la soportan. El trabajo de archivo, de búsqueda de información, es el primero a realizar. Después el de campo, el que te permite tomar contacto con una realidad fuera de los libros, es la real, pero cuesta más acercarte a ella por diversos motivos que ya os podéis imaginar, sobre todo por la incomodidad y el no conocer dónde vas y con quién vas a estar.
Por tercera dimensión es la comunicación la que aflora todo el conocimiento que has recogido acerca de cualquier materia que has investigado o estudiado. El saber comunicar es un don, claro que se aprende, pero, en parte, se nace con la palabra.
Hay dos tipologías de informantes diferentes. Unos sois los profesionales, los que vivís económicamente de la noticia, y otros somos amateurs, aprendices de informadores que disfrutamos lo que no está escrito trasladando información. Tampoco somos muchos, ahora que me doy cuenta, los del otro bando.
Mi caso, permitidme, pudiera ser un tanto curioso. No por más que por la estadística, que yo no sé si todavía he acertado a comunicar, eso sí, lo intentó a diario desde hace 30 años. Tengo un estanco en Miravalles, yo vendo humo, y disfruto de la comunicación cómo nadie.
Comunicar es transportar datos, noticias, es la traslación de la información. En parte te sientes importante por dar noticia, pero claro, no es lo mismo comunicar un partido de balompié (no me gusta el futbol), que contar la historia de los Kirikiño-hesiak, los almacenes de castañas en el bosque que tuvimos hasta que en 1958 llegó la luz a los caseríos vascos y cambió el formato de alimentación por completo al meter la nevera o frigorífico como primer electrodoméstico en el armatoste cultural vasco.
Arranqué en Radio Euskadi, en un programa dominical de tres horas en directo, era un magazín mañanero radial. Yo era un joven castor que no sabía ni hacer la O con un canuto.
Ahí creo aprendí a desenvolverme en el directo. A desnudarme sin que se me vieran. A medir los tiempos. El directo es algo mágico, me encanta. Cuando me llaman de una radio o tele, es lo primero que pregunto, si es directo me gusta más.
En el directo no puedes confundirte, no se puede corregir, eres tú solo ante el peligro, es como en las pelis de oeste, que, si no disparas primero, te matan.
Seguí colaborando con otros programas de la radio pública vasca, pero empezaron a llamarme de otras emisoras. Llegué a tener cinco programas, trocitos de radio, de lunes a viernes, en cinco emisoras de Bizkaia. A veces creía que competía conmigo mismo. Por supuesto que era un trabajo sin ningún interés lucrativo, algunos dicen esto está mal, no es ejemplar, pero que cojones voy a hacer yo si quiero comunicar y me ponían una alcachofa con muchos miles de oyentes detrás.
Después me llamaron de algunas televisiones y fui yendo sobre todo a debates qué es lo que más me gusta. Directo y dificultad. Es como una ascensión montañera, no puedes fallar, tienes que hacer cumbre. Estando en TeleBilbao de tertuliano en La Kapital, dirigida por mi colega Joseba Solozábal, una de las emisoras vascas más importantes, donde yo tenía los jueves mis 8 minutos de gloria montañera, me llamaron y me dijeron que era incompatible que estuviera en teleboina y a su vez con ellos, como si yo comiera de ello. Hay me di cuenta de los intereses y en muchas ocasiones el poco alma que las empresas periodísticas tienen.
Sigo actualmente colaborando con LA VISITA que se emite en las tres teles locales y cuyo director es Jabier Calle. Somos un grupo de amigos que acompañamos a Jabi y que disfrutamos con la comunicación entrevistando a actores, músicos, escritores, artistas…
Yo he escrito mucho, escribo a diario, centenares y centenares de palabras. Tengo la suerte de publicar en el rotativo Deia los domingos una página que titulo HISTORIAS MONTAÑERAS. Llevo 85 y mi objetivo es alcanzar los 100, que si todo va bien, coincidirá con el segundo domingo del año que viene.
Los números cantan por si solos. Os los cuento. Desde que comencé a colaborar con los medios de comunicación he ido apuntado en un ´libro vacío´, una muestra de libro de 608 páginas que conseguí en una imprenta donde trabajé, los datos de cada colaboración. Qué medio era, nombre del o la periodista, tema a tratar, duración, fecha y hora de emisión y día de grabación si así lo era.
1771 programas de radio en 25 emisoras diferentes y 409 programas de televisión en 15 teles. En lo relativo a artículos no lo tengo ordenado y me costaría mucho hacerlo, pero sumarán más de 400 publicados en decenas de periódicos y revistas.
Si alguno quiere fisgar no tiene más que ir a mi página de Facebook que atiende a mi nombre y dos apellidos y allí verá parte de lo que hablo.
Ha sido un placer contaros este cuento. Quiero daros las gracias por vuestro trabajo y que el nivel de periodismo en los medios vascos siga siendo exigente y veraz. La verdad sólo es una y no se debe manipular.
Eskerrik asko.