Por Cristina Maruri
Una pregunta cuya respuesta no puede estar más en boga, al celebrarse durante estos días y por nuestra tierra, el Tour de Francia.
Mucho se están frotando muchos las manos, y no es para menos, con los precios que alcanzan las plazas hoteleras y las mesas de las terrazas en los restaurantes; todos ellos a rebosar. Pero para otros, que al parecer no son todavía tantos, la llegada en oleadas de turistas sobre la capital del Nervión, supone algo así como la llegada de la plaga de langostas al lejano Egipto.
Eso de que no se pueda dar un paso, debido a la aglomeración que sufren ciertas calles, o no dormir por las noches según en qué lugares, hace que por un lado y con razón, no toda la ciudadanía esté contenta, ni aplauda eventos de esta envergadura. Nos recuerda de que hemos de vigilar la equidad, cuidando de no potenciar los derechos de una parte de la misma, a costa del detrimento de los derechos de la otra.
Supongo el debate surge como en otras tantas cuestiones de nuestra vida, porque estamos tratando con una moneda de dos caras inseparables; con una balanza de dos platillos.
Sea como fuere el melón ya está abierto, y podemos sentirnos aventajados, porque han sido ciudades como Barcelona o Málaga las que, yendo por delante en el problema, es posible que también nos arrojen cierta luz en su solución.
Encontrándose el quid de la misma, bajo mi modesto entender, en no esconder la cabeza como el avestruz, o desviar el balón a córner (comparación que me viene muy a mano, dado el carácter futbolero del cosmopolita y ahora más universal que nunca, Bilbao), sino que, muy al contrario, hay que empezar a reflexionar y hacerlo con ganas y rigor.
Cierto es que estamos en modo elecciones y de reparto de sillas y trozos de tarta; pero cierto es también, que los ciudadanos nos merecemos que se piense en nosotros y en este nuevo peligro que nos acecha y que está mucho más cercano que el irnos a vivir a Marte o a la Luna. Además, y que conste, preferimos que se arregle lo que haga falta, antes de marcharnos de un lugar que es y siempre será nuestro hogar.