Asociación Vasca de periodistas - Colegio Vasco de periodistas

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CARTA ABIERTA A OIHANA GOIRIENA

Por Elisa Pavón, periodista y defensora de DDHH

Mi querida Oihana,

No nos conocemos, pero siento enorme empatía contigo por la lucha que estás librando contra los elementos por la libertad de Pablo, como tú dices, el padre de tus hijos. No te rindas y piensa que la única lucha que se pierde es la que no se hace, créeme.

El día 13 de julio, cuando Pablo cumplía 500 días detenido en Polonia, recibí por WhatsApp un vídeo con tu llamamiento por su libertad. Soy de las que creen profundamente en los Derechos Humanos y en la Libertad de Prensa, como soportes estructurales de una Democracia que se precie de serlo. Y lamento tener que reconocer que la nuestra no hace méritos, esté quien esté gobernando. Llevo demasiados años en luchas largas, desgastantes y agotadoras, todas ellas vinculadas con injusticias que han atentado contra los Derechos de personas a las que quiero. Me aprendí casi de memoria la Carta Internacional de los Derechos Humanos, el Pacto de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las personas, entre otros, sólo para poder defenderlos desde el conocimiento y con la tan nombrada legislación internacional en la mano.

No te voy a negar que, a veces, se tambalean los cimientos de mis propios principios, porque los años y la experiencia me han enseñado que los Derechos Humanos sólo son excusas que se utilizan como arma arrojadiza contra contrincantes políticos, sin que nadie tenga el más mínimo respeto por la dignidad y la integridad de las víctimas y sus familias. Es triste, pero de verdad lo creo así. En muy contadas ocasiones he recibido apoyo institucional y/o gubernamental para defender a españoles y españolas con sus Derechos violados flagrantemente en el exterior y, cuando lo he tenido, ha sido casi siempre porque había motivos e intereses políticos detrás. Nunca se ha priorizado a las personas, ni la nacionalidad, ni sus familias sufriendo, ni las condiciones de vida denigrantes en que se encuentran, ni por supuesto sus Derechos… Nada importa, amiga, es política y ese es un Himalaya inalcanzable si no tienes en la mano contraprestación al esfuerzo del apoyo que puedan prestarte.

Aún así, hay que seguir. Porque a Pablo hay quienes no le vamos a abandonar y yo ya he convertido tu lucha en la mía. Te confieso que me enerva que la solidaridad se limite a buenas palabras, así que, si te digo que me uno a la lucha por su libertad, ten por seguro que volveré a hacer honor de esa frase que me dicen los políticos más a menudo de lo que me gustaría, eso de que soy una mosca cojonera, pero que, al final, logra pequeñas grandes victorias en forma de liberaciones necesarias y objetivos cumplidos.

Tengo un as en la manga que siempre me hace sacar fuerzas de donde no las tengo para continuar sin rendirme en estas arduas luchas por la Justicia que merecen. Como tú, Oihana, que tu As es Pablo, tu familia entera.

Mi as se llama Juantxu Rodríguez, fotógrafo asesinado en Panamá en 1989 durante la invasión estadounidense. Durante tres décadas hemos luchado por que se recuerde a Juantxu por cómo vivió y no por cómo murió. Y lo logramos. El “Premio Fotoperiodismo Juantxu Rodríguez”, otorgado por la Asociación de Periodistas Vascos y el Colectivo de Periodistas Vascos, le sacó definitivamente del encasillamiento de “fotógrafo de guerra”, porque no lo era. Ni siquiera murió en una guerra. Aquello fue una invasión, una indiscriminada y brutal acción militar estadounidense que cercenó muchas vidas inocentes como la suya. Pero, treinta años después, llegó la Justicia que merecen, gracias a la valiente y desinteresada denuncia y posterior lucha de la abogada Gilma Camargo, gran defensora de DDHH de Panamá, que logró una victoria histórica con una resolución vinculante de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos responsabilizó a Estados Unidos por el asesinato de 252 civiles durante la invasión, entre ellos Juantxu.

Hoy tenemos un culpable. Tenemos también la capacidad de hablar de asesinato con todas las letras y tenemos Verdad y Justicia por su muerte. Este puede que sea el mayor legado de Juantxu, porque se ha conseguido gracias a una fotografía suya de la morgue del Hospital Santo Tomás de Panamá, porque en ella aparecen nueve cadáveres y es la prueba fehaciente que aplastó la versión estadounidense de que había sido una invasión limpia sin víctimas. Treinta años después, colgamos en Panamá esa foto en un homenaje y comprobamos cómo convierte en verdad toda la mentira que rodeó su muerte. Estaban allí las familias de esas víctimas, que nos dieron las gracias por no haber guardado aquella foto y se paraban delante del retrato de Juantxu para lanzarle un emocionado beso.

Ante eso, no cabe más que concluir que la muerte de Juantxu no fue en vano.

Por eso, grito una y otra vez en todas las oportunidades que tengo que ninguna injusticia contra los compañeros de profesión y amigos asesinados, secuestrados, torturados, encarcelados o silenciados por ser testigos incómodos quede impune. Como decía Juantxu, “ante todo, somos personas”.

Ay, Oihana, si me pongo a hablar de él, te escribo una carta de tres tomos y lo que quiero decirte es que se me saltaron las lágrimas al escucharte tan impotente, tan indefensa por la falta de piedad, de empatía y de humanidad de todos cuantos saben la situación de Pablo, pero también tus palabras activaron mis resortes de protesta. Y es de ley decirte que te felicito de todo corazón por tu entereza, tu fuerza, tu tenacidad y por tu convencimiento de que la libertad es un derecho inalienable y que él, como todo detenido, merece su juicio justo, conocer los cargos que se le imputan y las pruebas que le incriminan. El silencio que rodea la historia de Pablo no es de recibo. Son, como bien dices, vaguedades, acusaciones sin fundamento, pero tienes el as más grande en la mano, la certeza de que sus Derechos Humanos y sus Libertades Individuales están siendo violados de manera flagrante, está detenido arbitrariamente, con absoluta premeditación y añadiría alevosía, porque Pablo no puede defenderse, y con dolo, porque es un acto malicioso hecho con voluntad deliberada de quitarle del medio.

Todo ello, sumado a las condiciones de confinamiento irracionales y devastadoras en una “democracia”, contradice los principios de los DDHH y pone en tela de juicio el compromiso de Polonia con los valores de la UE. Por eso, me exaspera.

Llevo casi 12 años en una lucha constante por la libertad de mujeres españolas de origen saharaui secuestradas en los campamentos saharauis de Tinduf (Argelia). De 50 casos, 17 de ellas recuperaron su libertad, 28 viven resignadas a una vida impuesta y 4 se suicidaron. Pero hay una, que se llama Koria Badbad Hafed, que sólo se ha podido comunicar en 12 años tres veces con el exterior y nunca paró de repetir que no cejemos la lucha por su libertad. Y en ello seguimos, porque ella tiene que poder ejercer sus Derechos y elegir dónde, cómo y con quién vivir su propia vida. Sin imposiciones. Una vida vale toda una lucha.   

Koria también es española, como Pablo, no nacida en España, pero con nacionalidad por derecho. Pero por alguna razón, parece que el Ministerio de Asuntos Exteriores hace diferencia entre dos tipos de españoles, cosa que nuestra Constitución prohíbe taxativamente, porque todos los españoles somos iguales en derecho sin que quepa ningún tipo de discriminación. Oihana, sólo cabe hacer ruido. Mucho ruido, que sientan la presión, que sepan que Pablo González no está solo, que tiene quien le defiende más allá de comunicados de solidaridad vacíos que no llegan más allá.

España ocupa la presidencia de la UE, el Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la UE es español, en la ONU están cansados ya de que España no defienda a sus ciudadanos a pesar de los llamamientos y ha habido sentencias del tribunal de Justicia de Estrasburgo condenando la inacción gubernamental español. Y da igual quien Gobierne. No podemos olvidarnos de que es una obligación del Gobierno salvaguardar, proteger, defender y garantizar los Derechos Humanos de sus ciudadanos, Pues vamos a exigírselo, Oihaana, por él, por ti, por vuestros hijos y por todos cuantos le quieren y por todos, que nunca sabemos cuándo podemos encontrarnos en una situación tan surrealista como ésta y no nos gustaría estar solos. Sólo puede conseguirlo quien lo intenta dejándose la piel y el alma en ello.