Asociación Vasca de periodistas - Colegio Vasco de periodistas

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DE LIBROS Y ALGO MÁS

Por Toti Martínez de Lezea.

Había trabajado con ahínco, convencido de que tenía algo que contar, de que sabría hacerlo al menos igual de bien que los autores que admiraba. Si ellos podían, él también. Durante meses se encerró en su escritorio y tecleó poseído por una ansiedad que lo agotaba y, al mismo tiempo, lo hacía dueño de su pequeño universo. Creaba a sus personajes, los hacía reír o llorar, hablar, amar u odiar de tal forma que él era ellos, y ellos eran él; una sensación difícil de explicar  pues no siempre se encuentran las palabras adecuadas para describir los sentimientos.

Finalizado el trabajo, sopesó el taco de hojas impresas y sonrió orgulloso de su proeza. La primera editorial a la que envió el original lo rechazó, y la segunda, y la tercera. Pasaron los meses y, por fin, una se puso en contacto con él para comunicarle que estaba dispuesta a editar su libro. Firmó un contrato leonino, pero no le importó ya que solo quería verlo publicado. Después llegaron las correcciones, las discusiones sobre el título, las galeradas, el diseño de las cubiertas, la imprenta… y una mañana, un mensajero le entregó los primeros diez ejemplares. Su corazón latió con fuerza al abrir el paquete y estuvo a punto de llorar de emoción al tener a su criatura en las manos y leer su nombre escrito en letras de molde. No recordaba un día más feliz en toda su vida.

Y allí estaba, en la feria del libro. Pasaba por delante de la caseta una y otra vez, veía su libro rodeado de muchos otros, pero aquel, el suyo, brillaba con luz propia; era imposible no verlo, destacaba entre los demás y, en cualquier momento, alguien alargaría la mano y lo elegiría, pero transcurrieron las horas y nadie alargó la mano, nadie lo eligió. 

En abril y junio los libros salen a la calle. Cada uno de ellos ha supuesto un gran esfuerzo para muchas personas, además de para su correspondiente autor o autora. Editores, correctores, maquetadores, impresores, distribuidores, libreros, expositores y responsables de las ferias aúnan sus fuerzas para acercar los libros al público, pero la última palabra la tiene el lector que libremente opta por una determinada obra y la escoge entre otras miles. Ese es el momento mágico, el único que importa.