Por Montxo Urraburu
Las crisis globales relacionadas con el agua, desde las sequias en las agriculturas más productivas del mundo hasta los millones de personas sin acceso al agua potable son la mayor amenaza a la que se enfrenta el planeta durante la próxima década. Cada vez hay mas grupos de capital riesgo que están intentando controlar el agua que va a ser un recurso estratégico.
En ese panorama, el agua se convierte en un bien valioso, una materia esencial tanto en la industria alimenticia como en la energética. De ahí que no solo los Estados Unidos velen por su posesión, sino también multinacionales y fondos de inversión. En 2008, un informe de Goldman Sachas lo denomino como “el petróleo del siglo XXI “. En el recordaba que el consumo se doblaba cada 25 años, y que en 2025, un tercio de la población global no tendría acceso al agua potable. Pocos años después se fundaba la Agueduct Alliance, de la que formaban parte dicho banco, JP Morgan, General Electric, Shell o los gobiernos holandeses y sueco, y cuyo objetivo era hacer frente común y compartir información estratégica.
Con el agua va asociada la agricultura y la producción de alimentos, cuya tecnología está en manos de grandes empresas del mundo occidental. Por tanto, el agua puede ahondar en las próximas décadas la separación ya existente entre países avanzados y subdesarrollados por su nivel de renta. Una crisis de agua podría convertirse en el mayor riesgo global para la humanidad.
España es uno del os países con más problemas de agua del mundo. Si sufriésemos sequia como en 2017, tendríamos un conflicto entre comunidades autónomas. El agua es un negocio seguro. Se obtiene generalmente con bajo coste (lluvia ríos, lagos) y se puede vender a un alto precio a los consumidores.
Los conflictos generados por el control de este recurso son cada vez más frecuentes La situación de países como Mali esta en estrés hídrico desde hace tiempo pero emplea grandes cantidades de agua para regar terrenos cedidos a una multinacional donde se cultiva caña de azúcar para biodiesel que luego viaja a Europa.
Los conflictos generados por el control de este recurso son cada vez más frecuentes, y afectan a todo el planeta. Está ocurriendo en lugares como Oriente , por ejemplo,, en el aprovechamiento de los ríos Tigris y Éufrates por parte de Turquía, donde tienen su nacimiento, en perjuicio de Siria, donde como denuncia Acción contra el Hambre , más de la mitad de la red del agua ha sido dañada o destruida.
Como se ve y, por no alargarnos, los resultados no son nada halagüeños. La subida de las temperaturas no solo provocara una mayor evaporación del agua del suelo, los arboles y los lagos y embalses, además de traer periodos de sequia más frecuentes y prolongados y, por tanto, reducciones severas del suministro del agua. Aunque hay quien dice que nunca se ha producido una guerra por el agua, no hay que olvidar que nada descarta que, en el futuro no las vaya a haber.
