Asociación Vasca de periodistas - Colegio Vasco de periodistas

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EL SUICIDIO COMO NOTICIA

Txuskan Coterón

Como consecuencia de la muerte de la actriz Verónica Forqué, los medios de comunicación, especialmente las televisiones han desarrollado diversas formas de contar las circunstancias de esa muerte. Y muchas de ellas de manera penosa.
Informar sobre un suicidio es uno de los temas que en la práctica totalidad de las redacciones de los medios tradicionales, se ha tenido en cuenta en sus “libros de estilo”. Hasta hace no demasiados años, la fórmula era no hacer ninguna mención alguna a la forma de morir.

Únicamente, si esa persona era conocida o tenía algún tipo de relevancia social, sí se contaba la fórmula utilizada. Y, aún se mantiene. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, en el mundo se suicidan unas 800.000 personas , al año, y en el Estado español, más de 3.500 personas . Muchas más que en accidentes de tráfico.

Durante estos días en que la información de la muerte de Veronica Forqué ha protagonizado buena parte de los informativos y de los programas falsamente denominados del “corazón”, hemos podido asistir a descripciones excesivamente detalladas sobre el supuesto estado mental de la actriz y de las circunstancias de su muerte. Por cierto, solo una semana antes, una cadena de televisión trataba en dos de sus programas, otra muerte, esta sobre el marido de una presentadora de televisión, sucedida en “extrañas circunstancias” según decían, en la que no se cortaron en dar todo tipo de detalles, incluidas infografías sobre imágenes reales del fallecido y del estado y forma en el que se le encontró.

Precisamente, estos detalles están perfectamente referenciados como elementos negativos a la hora de referirse a un suicidio, ya que pueden crear un efecto de contagio. Los libros de estilo de los medios de comunicación así como las recomendaciones realizadas por la OMS para tratar este tipo de temas hacen mención expresa a no referirse al suicidio de forma sensacionalista. A ser prudente en el uso de imágenes. A no publicar fotografías ni vídeos de la persona fallecida, ni del método empleado, ni de la escena del suicidio, ni fotos dramáticas (por ejemplo, fotos de la persona en cornisas o similares, o de los instrumentos utilizados). Desgraciadamente, la búsqueda de audiencias fáciles hacen que algunos medios no tengan el mayor reparo en saltarse estas recomendaciones y revolcarse en la basura. Y eso no es información, ni periodismo.