Asociación Vasca de periodistas - Colegio Vasco de periodistas

Asociación Vasca de periodistas - Colegio Vasco de periodistas

Juan, el mar y los miedos

Por Carlos Casabona

Como se indica en la solapa de la tapa del libro, a la que me remito para lo demás, en esta novela se presenta una narración intimista, aparentemente no recargada de agobios o truculencias, y que mantiene abierta cierta esperanza para los protagonistas. Veamos.

Es una narración de las que a primera vista se calificaría de romántica, como colocan ahora en las secciones y estanterías de las librerías, dado que los protagonistas no paran de expresar y mostrar sus afectos recíprocos.

Alguno añadiría que es una historia dirigida al público juvenil, pues jóvenes son sus protagonistas y expresan los sentimientos, preocupaciones y alegrías que se suelen experimentar en esa época de la vida.

Y como ya se deduce del resumen de la portada, trata de los afectos entre dos muchachos, por lo que para otros parecerá una historia LGTBi+, todavía no siempre bien vista, sobre todo en tiempos pasados de menor libertad.

También se ha apuntado hacia una autobiografía, lo que vendría apoyado porque hay un narrador en primera persona que es uno de las protagonistas de la historia que va contando, y los hechos parecen situarse en un momento temporal definido y uniforme.

Finalmente, otros verán una novela sobre o del pasado, pues todo pretende aparecer bien ordenado, con un lenguaje cuidado pero sencillo y muy visual, sin palabrotas ni escenas pornográficas; una obra de estilo clásico, podría decirse.

Puede que todo lo anterior tenga una parte de verdad, tal vez, pero lo que domina en la narración es una indagación en la psicología y en la mentalidad de los dos protagonistas, cómo van reaccionando ante aquella situación afectiva tan nueva, desconocida y probablemente extraña para ellos, cómo sienten las situaciones tanto agradables como adversas y penosas que van sucediéndose, pero que también les permite madurar.

¿Qué pretendía cuando escribí la novela? ¿Por qué me lancé a ella, precisamente con ese tema y su variante afectiva? ¿Por qué se cuenta en primera persona, estando precisamente el narrador implicado en la –su- historia?

Algunos han tratado de descubrirlo por mi y han apuntado algunas hipótesis, sin que yo haya reaccionado de ningún modo; no ha hecho falta, tampoco habría servido de nada.

Una razón podría ser el simple deseo de alguien que ha publicado muchos libros, pero que nada tienen que ver con lo literario. Habría sido como intentar entrar en otro mundo, en gran medida desconocido para el autor, cierto que más creativo, pero también con mayor riesgo de hacerlo mal.

También se ha dicho que ha sido como una especie de proceso de descarga personal y extroversión; tenía que echar algo fuera y lo he hecho.

En esta línea me han asegurado también que se trata de una autobiografía, más o menos adornada, con tintes nostálgicos, y de ahí el recurso a la narración en primera persona, aunque sea a través de un tercero, un narrador. Alguno menos intrusivo ha preferido quedarse con que desde un punto de vista narrativo la primera persona es más fácil de manejar literariamente para un principiante, pues el narrador se limita a contar, más o menos ordenadamente, lo que sabe o cree saber de su historia, desentendiéndose de lo demás.

No voy a añadir nada a estos comentarios, el lector es muy libre de pensar lo que quiera. Eso es lo fascinante de la literatura, el lector reinterpreta lo que lee y saca sus propias impresiones de acuerdo con su propia subjetividad. Puede haber tantas perspectivas como lectores. Importa entonces menos lo que haya pretendido el autor con su escritura.

Al final, lo que realmente interesa es si gustó la historia al lector, comparta o no lo que en ella se cuenta. Y si desde el punto de vista literario tiene una calidad aceptable.