Asociación Vasca de periodistas - Colegio Vasco de periodistas

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LA LIBERTAD ES MI DIOS

Por Josu Legarreta

Cuando releo textos de clásicos de la literatura española, una de las estrofas del romántico poeta José Espronceda (1808-1842) me induce a pensar que su texto “Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad…”, define a perfección la personalidad de Francisco (Paco) Igartua. No había para él concepto filosófico más importante que la Libertad, y en base a esta concepción plantea y planifica toda su vida,, piloteando siempre su “barco”, contra viento y marea, procediendo de donde procediera, hacia sus dos soñados puertos, especialmente Perú y Oñate (Euskal Herria). Y llegará a escribir que «nada hay tan excitante y conmovedor que ser dueños de nuestro propio destino»[1].

Varios son los componentes a resaltar para una mejor comprensión de las características de su personalidad y de su obra. Paco no se plantea si era posible que una persona pudiera acogerse a la pertenencia simultánea a la doble nacionalidad, vasca y peruana, como lo hacía el gran escritor Amìn Maalouf en su ensayo Identidades Asesinas cuando afrontala hipótesis de si sentía libanés o francés. La vida de Paco es esa conjunción compuesta de Amor (con mayúscula) al País Vasco, y en especial al municipio de Oñate (Gipuzkoa), y a Perú, su país natal. El mismo confiesa qque, «aunque mi pasión por el periodismo era cada más intensa y mi curiosidad política se agudizaba más y más» especialmente por  sueños de amor a Perú,  […] Tampoco podía dejar de volver y volver a Oñate […] a sus orígenes. Tenía que visitar a su familia y a sus amigos, a su hermana Mima. En cada uno de esos viajes, fueran a París o Moscú, jamas dejaba de llegarse a Oñate.[2] Para él, todos los caminos del mundo pasaban por su casa, por Berótegui de Oñate. […] Allí terminó, por ejemplo, la invitación para visitar Inglaterrra, que Francisco recibió del Gobierno de su Graciosa Majestad Británica, a fines de septiembre del 56»[3].

Junto a estos sus dos amores, es necesario resaltar su innegable su capacidad intelectual y su conocimiento de la problemática internacional. Sus destierros, sus viajes y sus relaciones personales con escritores de reconocido renombre como  García Marquez, Jorge Edwars,  Octavio Paz, Carlos Fuentes, José Donoso,  Julio Cortazar,  Ernesto Sábato, Vargas Llosa, Francisco Miró-Quesada Cantuarias, Mercedes Valdivieso y Luis Alberto Sánchez y su cuñado Bryce Echenique, por citar  unos pocos, o sus contactos con presidentes de su propio País, Fidel Castro o el presidente Echeverria de Mexico  evidencian su innegable conocimiento de las tendencias mundiales y del aprecio, interesado o no, de importantes líderes que le invitaban a entrevistas «unas veces como amigo y otras citado por crítico impertinente»[4], como fue su viaje en la comitiva del general Francisco Morales Bermúdez con su canciller al encuentro de presidentes latinoamericanos en Cartagena de Indias (Colombia) en un intento de resolver la situación de Nicaragua sandinista y procubana. En palabras del propio Paco, «Como que el presidente Morales me había invitado para endulzarme de alguna manera las largas y amargas horas de angustia que pasé en el aeropuerto de Lima, donde me bajaron del avión igual que a un delicuente»[5].

Un tercer aspecto de su personalidad es su compromiso social. Sus análisis de las políticas presidenciales, de los círculos militares[6], policiales y de la oligarquía peruana, del racismo, sus críticas del dominio de las derechas y «de las viejas podedumbre o alfombras que escondían –y aun esconden- los doscientos años de errores cometidos por una clase dirigente»[7] y las adjetivaciones atrevidas vertidas contra el Partido APRA, «indisciplinado, marxistoide y fascista», de Odria por «el derrumbre de un físico agotado por el sexo y el acohol»[8], de Alan García tratándole de «el atolondrado nuevo lider del APRA»[9], o por las críticas a Manuel Prado tratándole de «un zorro político enfermo de frivolidad»[10] o contra Belaunde por su arrogancia y sentimiento de sentirse «predestinado a ser presidente  [y] ser él la representación del Perú»[11], por citar unos meros ejemplos, le costaron a Paco amenazas, interrogatorios policiales[12], cárcel, acosos terroristas y destierros a Panamá y México. Ante lo que confiesa: «No tuve que hacer ningun esfuerzo mental para darme por enterado de los fines del explosivo. Era una advertencia, con marca de fábrica aprista, para asustarme. Y la razón estaba cantada. En esos días Oiga ponía al descubierto los signos exteriores de riqueza del presidente Alán García y sus cuentas.[ …] Oiga, a pesar de la bomba, que no era la primera vez a la que había hecho frente, no calló. Siguió dando y dando, inutilmente, pruebas contundentes del desbalance entre los ingresos y el patrimonio del presidente»[13]. Paco ejerce este activismo crítico incansable y confiesa  que  «por piadosa decisión del destino, mi vida periodística ha estado  ligada a las cumbres del periodismo peruano de este siglo [XX]»[14], convencido de que  «[…] lo que se necesitaba en el Perú era afianzar un estado de derecho, […], institucionalizar un orden jurídico que, poco a poco, estableciera el imperio de la ley sobre gobernantes y gobernados, sin distingosentre unos peruanos y otros, sin diferenccias ni privilegios enre los varios Perús que conforman este país de indios, mestizos y un puñado de blancos»[15].

 Pero esta defensa de sus aspiraciones tuvo para sus vida personal graves consecuencia, y en su obra Huellas de un destierro afirma: “En proporción, no creo que haya muchos que se puedan ufanar de haber sido saqueados más que yo por la “revolución” militar”[16]. Pocos recuerdan, por ejemplo, que en 1988  existió en Perú el Plan Verde en el que se planifica un posible golpe de estado y asesinato de su presidente Alan García;  y el  documento llegó a las manos de Paco Igartua, y lo publicó por partes, evitando el citado atentado.

Paco ejerció su profesión de periodista en los periódicos El Comercio, Jornada y La Prensa, o como director del suplemento El Sol de México, pero también funfó sus propias revistas, Caretas y Oiga, porque , en su opinión, sólo se puede mantener la libertad de expresión siendo dueño de un medio de comunicación propio.

El próximo año 2023 celebraos el centenario de su nacimiento. Bien merecería que en Euskal Herría se tomara en consideración esta efemérides, teniendo en cuenta su gran amor a ésta, por la que estuvo incluso elaborando un proyecto de comunicación específico: Con Celaya  y Andoni Arrieta ideó la creación de una revista para el País Vasco, a semejanza de Cambio-16  para España. Como describe el propio Paco, Juan Celaya se encargaría «de montar la empresa y Andoni Arrieta, de la impresión. Los dos conocían de primera mano mis habilidades como periodista. Arrieta fue un tiempo impresor en Lima – dirigía la imprenta que fundó en el Perú su suegro, D. Santiago Valverde, ardiende buscador de bosques para hacer papel – y ayudó mucho a Caretas en esa época, cuando yo era su director. Y Juanito estaba al tanto de la actualidad peruana por Caretas primero y luego por Oiga que le llegaban regularmente a su casa de Oñate. Ambos sabían con quién trataban y los entusiasmó el proyecto»[17].

Y por su realmente loable perspectiva profesional y ética. He aquí su confesión: «Así corren los dados en este apasionado y apasionante oficio en el que, por distintas casualidades, me vi envuelto hace cincuenta años, y en el que, a pesar de todo lo sufrido, de todo lo perdido, de todas las injurias recibidas, de todos los sinsabores pasados,  me siento tan a gusto que no cambiaría mi vida por otra. Descubrí, sin quererlo, mi vocación y no hay mayor benevolencia del destino que poder desarrollarnos libremente en lo que cada uno siente es su vocación ¿Por qué no darle gracias a Dios por favor tan singular? Pocos son los hombres que logran lo que yo he logrado: trabajar en lo que más me place, sirviendo a los demás»[18].


[1] IGARTUA, Francisco; Siempre un extraño, Santillana, S. A., 1995, pág. 319.

[2] En su obra Huellas de un destierro realiza de nuevo la misma afirmación: «Todos mis viajes, fueran invitaciones a Moscú, a  Bucarest o a Jerusalén pasaban indefectiblemente por Oñate»,  pág. 271.

[3] IGARTUA, Francisco; Siempre un extraño, pág. 315.

[4] IGARTUA, Francisco; Huellas de un destierro, pág. 123.

[5] IGARTUA, Francisco; Huellas de un destierro, pág. 266.

[6] Paco, desde esa su transparencia intelectual, no tiene reparo alguno incluso en confesar su tendencia, aunque moderada, de ideologia de izquierda e incluso sus relaciones con los militares, unas veces críticas y otras de amistad, como es el caso de la «estima personal inmensa, [que le tuvo Velasco] aunque no se vieron con frecuencia, esos encuentros fueron estrechísimos y prolongados» y que «según el edecán Ibañez y otros generales- a ningún civil le permitió Velasco el tono en que le hablaba Francisco». (IGARTUA, Francisco; Siempre un extraño, o. c. pág. 357. (Ver también Huellas de un destierro, págs. 25-29).

[7] IGARTUA, Francisco; Siempre un extraño, pág. 334.

[8] IGARTUA, Francisco; Siempre un extraño, pág. 37.

[9] IGARTUA, Francisco; Reflexiones entre molinos de viento, Peisa, Lima, 1997, pág. 31. Y en la página 32: «…desde el inicio fui de los pocos peridistas –quién sabe el único- que estaba seguro de que Alan nos llevaría a un catastrófico desastre».(Ver también págs. 145 y 220

[10] IGARTUA, Francisco; Huellas de un destierro, pág. 178.

[11] IGARTUA, Francisco; Siempre un extraño, pág. 200.                   

[12] IGARTUA, Francisco; Siempre un extraño, pág. 166-167.

[13] IGARTUA, Francisco; Huellas de un destierro, pág. 258-259

[14] IGARTUA, Francisco; Reflexiones entre molinos de viento, pág. 23.

[15] IGARTUA, Francisco; Siempre un extraño, o. c.  pág. 250.

[16] IGARTUA, Francisco; Reflexiones entre molinos de viento, Peisa, Lima, 1997, pág. 30.

[17] IGARTUA, Francisco; Huellas de un destierro, Agular, Lima, 1998, pág. 206

[18] IGARTUA, Francisco; Reflexiones entre molinos de viento, Peisa, Lima, 1997, pág. 32.