Asociación Vasca de periodistas - Colegio Vasco de periodistas

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LA TXAPELA QUE NOS UNE

Por Antton Bastero

Cuando los nietos visitábamos a nuestra amama en su domicilio y encontrábamos la txapela del aitite apoyada en un aparador del salón sabíamos que ya estaba en casa y que solo oiríamos el carillón de la catedral o las campanas de San Nicolás. Eran los años sesenta y yo era un niño con ganas de observarlo todo. Si la txapela del aitite no estaba allí apoyada, sin embargo, salía música a todo volumen de la habitación de nuestro tío, un forofo de los Beatles, con todas las paredes llenas de carteles, portadas de discos y noticias del grupo británico (algo increíble para mí en aquel piso de decoración antigua y olor a viejos muebles de madera). La vivienda de mis aitites estaba situada en una cuarta planta en medio del Casco Viejo de Bilbao, justo en la esquina conocida hoy como plaza de Miguel de Unamuno. Asi que de alguna forma la presencia de la txapela en aquella casa familiar era para mí una especie de diapasón entre el sonido celestial repeinado y el sonido terrenal desmelenado.

Cuando hace apenas tres años una cuadrilla de locas y locos pusimos en marcha en Bilbao la Cofradía de la Txapela A Medio Lao pensé que aquello no llegaría muy lejos. «Será una comida como muchas otras, con txapelas que volverán a los aparadores a los postres», pensé. Pero el tiempo me está llevado la contraria, como muchas otras veces. De pronto comenzaron a aparecer txapelas de mil colores, músicos con txapela, cantantes de ópera con txapela, bertsolaris con txapela, periodistas con txapela y la cosa se comenzó a liar a mares. Nos propusimos centrarnos solo en comer y compartir unas horas el cuarto día de la Aste Nagusia pero la cosa fue a mayores. Alguien construía una txapela gigante para Marijaia, otros nombraban a Gargantúa Cofrade de Honor por ser el bilbaíno que más días lleva puesta la txapela, se organizaban mesas redondas sobre la txapela y viajes al museo de boinas de Balmaseda como quien viaja a París. Y es que la txapela de Bilbao estaba ahí acurrucada encima de un viejo aparador esperando que alguien se la colocara en la cabeza, saliera a la calle y le diera la vida que late en su redondez desde hace muchos, muchos años. Y sí, parece que ya se han juntado las campanas de la iglesia con la música de los Beatles montando una nueva sinfonía. Y así, la txapela bilbaína vuela ya libre más allá del Guggenheim, incluso hasta Japón convirtiéndose en protagonista de su televisión nipona o hasta la Gran Bretaña formando parte de su familia de actores más conocidos. Joven, revolucionaria, tradicional, euskalduna, internacional, políglota, rebelde, clásica, altiva, a medio lao, negra a veces, otras rosa, roja, azul, morada, verde, blanca, naranja, amarilla y a rayas, la Txapela de Bilbao comienza a despertarse de su largo letargo sobre los viejos aparadores de las casa bilbaínas para vivir un nuevo tiempo, más creativo e imaginativo, pero con los mismos valores que nos han acompañado siempre: comunidad, diversidad y libertad.