Por Fidel Raso
Hace una par de días recibía la triste noticia del fallecimiento de Leopoldo Zugaza. Me la transmitió telefónicamente su hijo Alejandro, que suponía, con acierto, que al tener mi residencia fuera del País Vasco no me había enterado en su momento. Me costó asimilarlo porque, efectivamente, no lo sabía y me causó una gran pena.
Conocía a Leopoldo desde mediados de los años ochenta en Bilbao y fue a través de la fotografía que yo desarrollaba por aquel entonces y así continuó a través de los años hasta hoy.
Aunque nos veíamos esporádicamente, siempre hubo momentos en los que coincidíamos por Bilbao o en el Photmuseum de Zarauz, especialmente si había algún trabajo mío de por medio.
Se ha ido una gran persona que supo llevar la cultura vasca y la universal sobre sus espaldas en tiempos extremadamente difíciles. Personalmente debo mucho a Leopoldo sin quien no hubiera podido caminar fotográficamente en aquellos primeros años de mi vida profesional. Me dio su confianza y ello me obligó a superarme para intentar devolver con creces tanto cariño y su decisiva apuesta por mi.
Hace unos pocos años estuvimos juntos en el Photomuseum de Zarautz, donde se inauguraba una exposición mía sobre inmigración. Poco después coincidímos en la librería Astarloa de Bilbao. Leopoldo siempre con libros, con proyectos e ideas. No podía imaginar que aquella era la última vez que iba a verle.
Siento mucho el fallecimiento de Zugaza pero me reconforta saber que su obra queda proyectada al futuro. Ezkerrik asko y Goian Bego, Leopodo. Nos veremos en alguna otra exposición que estés montando allá donde te encuentres.