Asociación Vasca de periodistas - Colegio Vasco de periodistas

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MALTRATO

Por Montxo Urraburu

De vez en cuando los medios de comunicación nos estremecen con la noticia de una persona mayor atendida en el hospital a causa de lesiones producidas por sus hijos o por sus cuidadores. Otro día leemos que ha estafado a sus propios padres, o que una residencia de la tercera edad ha sido denunciada por carecer de las más mínimas condiciones sanitarias.

Es difícil precisar con datos la magnitud del problema, pero hay profesionales de la cosa que  hablan, de que cerca del 5% de los mayores que reciben atención domiciliaria son objeto de maltrato por parte de sus familiares más directos. No se trata de situaciones de desatención ni de marginación, sino de agresiones en toda regla, tanto físicas como morales y psicológicas. Si son pocos los casos que salen a la luz es debido a las condiciones de las víctimas, bien deterioradas por la mala salud física o psíquica, bien temerosas de ser más maltratadas. Esta especie de callado consentimiento representa uno de los mayores obstáculos para la erradicación del problemas son los médicos quienes, carentes de protocolo especifico para la detección de maltrato quienes observan lesiones fuera de lo común.

Por otra parte hay preguntas que se hacen los mayores ¿Cómo denunciar a la nuera que me obliga a limpiar la casa cuando hace feliz a mi hijo?¿qué caso van a hacer a un viejo como yo si voy a la comisaria diciendo que en la residencia me retienen la cartilla de ahorros? ¿a quién contar que mis nietos no me tratan bien, si creen que la nuestra es un familia ejemplar? Una cultura que abandona el respeto a la ancianidad y el aprecio de la experiencia, la memoria y transmisión de valores crea actitudes de exclusión y con ellas de abuso y violencia. La figura del patriarca venerable de antaño es hoy en el mejor de los casos, un número acomplejado en la fila de beneficencia. Frente a la larga lista de obstáculos solo queda el afecto de los tuyos. El tratamiento infantilizado de la persona mayor atenta contra su dignidad porque le advierte que depende del favor de otros. Ese favor puede convertirse cualquier día en maltrato porque no parte de un reconocimiento de igualdad. Por fortuna la sociedad es cada día más sensible ante el maltrato de las mujeres y de los niños. Siguiendo ese mismo camino confiemos en que pronto llegue el turno de los mayores, y de algunos hombres.