Asociación Vasca de periodistas - Colegio Vasco de periodistas

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“Museo Guggenheim Bilbao: acuerdo y atracción internacional, apuesta cultural y proyecto de país” (…)

Comencemos el artículo con un dato significativo: El Museo Guggenheim Bilbao en el pasado año 2024 tuvo un 1.301.343 de visitantes, tan solo un 2% menos que en el 2023, el año del récord, que nos vale para seguir recordando lo mucho que costó, sobre todo políticamente, el hecho de convencer a los vascos, y de ellos a los bilbaínos, que llegaron a estar el 97% en contra, en un momento histórico, complicado social y políticamente…. Y volvamos a recordar de nuevo a los principales protagonistas, Joseba Arregi (1946-2021), como Consejero de Cultura del Gobierno Vasco, y Juan Luís Laskurain, como Diputado de Hacienda de la Diputación de Vizcaya…

Después de los cinco anteriores artículos vamos con el sexto y seguiremos hasta el nacimiento del Museo bilbaíno… Y hemos de recordar de nuevo que cuando se convocó el concurso internacional para seleccionar al arquitecto que diseñara la sede del Museo Guggenheim Bilbao, las instituciones vascas tenían claro que la propuesta ganadora: debería tener una identidad que la convirtiera en uno de los edificios más significativos del siglo XX… La obra del arquitecto norteamericano Frank O Gehry cumplía todas las expectativas de una verdadera e insólita obra de arte… Y con toda seguridad se convertiría en un símbolo de Bilbao hacia el mundo…

Siguiendo el camino de artículos anteriores estamos ya en aquel año 1994 y el Museo Guggenheim comenzaba a ser una realidad… Firmado el acuerdo con los norteamericanos, se anunciaba que “sería pronto un elemento esencial tanto para su contribución a la cultura y bienestar del País Vasco, como para su aportación al progreso y desarrollo de las artes a nivel internacional” (…) Este propósito, como escribía Daniel Gómez Valcárcel unos meses antes del comienzo de las obras, “lo entendió perfectamente Frank Gehry, que afina, maqueta tras maqueta, las relaciones entre los volúmenes de piedra y acero que alojarán el Museo Guggenheim, cuyas obras deben comenzar en otoño para poder abrir sus puertas, como está previsto, en 1997” (…)

Hemos de destacar que en aquellas fechas: finales de 1993 y comienzos de 1994 hay un extraordinario e histórico estudio/informe del entonces Viceconsejero de Cultura, Mikel Etxebarría Etxeita, distribuido en siete apartados: Situación financiera; comunicación del proyecto Guggenheim; relaciones con la Fundación Guggenheim; Construcción del Museo, Plan de formación, Sociedad Tenedora y Otras cuestiones….

      Precisamente en este último apartado se subraya la importancia de mejorar los cauces de comunicación interna de los agentes que están interviniendo en el proyecto Guggenheim, es decir, el Consorcio, el encargado de la comunicación, la Diputación, el Gobierno Vasco y el Ayuntamiento… Y para ello se subraya la importancia del sosiego suficiente para ir definiendo los problemas que surgieran cada día…

Museo Guggenheim Bilbao: “el temor conquistado”

Y es que cada día iban surgiendo, además de informaciones sobre las obras ya iniciadas, así como informaciones, artículos, comentarios, cada vez más conscientes del posible valor del Museo en el futuro… José Luis Merino, literato, galerista, crítico de arte y autor de varios libros de creación, que regentó la famosa Galería Grises de Bilbao, siempre se manifestó a favor del proyecto Guggenheim y precisamente de lo que iba a suponer su proyección para Bilbao, recordando “la amplísima lista (más de cincuenta) de escritores que nominaron a la capital vizcaína en sus escritos, y por extensión a la provincia y a los vizcaínos”… Y concluye el artículo afirmando: “Se pide la colaboración de aquellos que sepan de textos que hablan de Bilbao. La idea ha quedado de ser mía para ser de todos” (…)

      Sus artículos sobre el museo, publicados en “El Mundo”, fueron constantes y para ello creó una sección titulada: “Luz de cruce” (…) En uno de esos artículos, titulado “Fuera máscaras” escribe: “Obviamente, sin el apoyo de sus opositores, el Guggenheim de Bilbao, se pondrá de pie como un gigante enardecido… También quienes lo apoyan saben que los gastos del proyecto son cuantiosos… Lo que pasa es que creen que serán cuantiosas las ventajas que va a reportar. De entrada, el Guggenheim nos va a colocar en mapas en los que hasta este momento no figurábamos”… Y termina el artículo con unas palabras del filósofo austriaco Ludwig Wittgenstein (1889-1951): “Lo digno de admiración y lo que hace la vida digna de ser vivida, no es el temor, sino el temor conquistado” (…) Siento la latencia de esas palabras. Me parecen un soporte alentador para ponerse a luchar contra lo que se presenta como muy dura y dilatada tarea” (…)

      En esas mismas fechas, hay un artículo en “El Diario Vasco” del donostiarra Iñaki Moreno Ruiz de Eguino y lo hace con el título: “Llega el espíritu Guggenheim”, y comienza con estas palabras: El Consorcio Guggenheim abrió al público la primera muestra: “Obras Maestras Modernas de la Colección Guggenheim en la bilbaína Sala Rekalde, lo que viene a ser un aperitivo dentro del programa del futuro Museo que la identidad neoyorkina abrirá a partir de 1996 en Bilbao. Una selección compuesta por 36 obras entre lo más granado y emblemático de sus fondos, describiendo un recorrido por los principales movimientos artísticos de la primera mitad del siglo XX” (…)

“Si la cultura está fuerte, se fortalece la economía”

Un hecho relevante en aquel año de 1993 fue la entrega por parte del Consejero de Cultura, Joseba Arregi (1946-2021), de las 14 primeras becas de formación a los futuros gestores del Museo Guggenheim Bilbao, concurso al que se presentaron 435 personas… En el acto de la entrega Tomás Uribeetxebarría, diputado de Cultura de Vizcaya, indicó que “las becas son una garantía de preparación que redundará en beneficio del Guggenheim de Bilbao y de los museos y galerías del País Vasco” (…) Precisamente Joseba Arregi escribía entonces un artículo titulado: “Museo Guggenheim Bilbao: acuerdo y atracción internacional, apuesta cultural y proyecto de país” … Texto: “Estamos ya en el mítico 93, con la apertura a Europa y el mundo, con la influencia del vacío de ideologías e ideas del pasado, con la reconversión de valores, mercados, economías, modelos y culturas. Esta situación anuncia profundas transformaciones económicas y sociales. Todas ellas obligan a buscar respuestas y apuestas políticas y culturales. Es decir, estrategias que permitan alcanzar nuevos objetivos en beneficio de la sociedad y de los ciudadanos” (…) Después de subrayar que todo ello obliga a profundas transformaciones sin precedentes, señala la importancia que ha adquirido la cultura como un factor económico básico… Y añade: ”El futuro no se parecerá al pasado, aunque sea su consecuencia natural. Y de hecho vivimos ya un presente histórico que nos obliga a comprometernos, a tomar actitudes y decisiones atrevidas, valientes, creadoras e innovadoras, y hacerlo con un prisma y visión internacional…, siguiendo el hilo de lo que defienden los expertos norteamericanos (copiados por los nipones) de que “si la cultura está fuerte, sólo entonces, se fortalece la economía” (…)

            Después de exponer diversas razones humanas, sociales, comunicativas y artísticas para que el nuevo museo se instalara en Bilbao, subrayando incluso fallidos intentos anteriores, Joseba Arregi afirma: hay que buscar, por tanto, nuevas formas y estrategias, dar un giro de 180 grados a la valorización de lo que íbamos a emprender, no hacerlo solos sino compartir el museo con el exterior, con el mundo artístico y, a poder ser, de la mano de los mejores en esta área del siglo XX: Arte Moderno y Contemporáneo… Y añade: “Hacerlo con personas o pueblos dotados de una cultura o de una civilización diferentes, lo que nos enriquece cultural y hasta, pudiera ser, materialmente” (…) En todo este contexto y situación hay que ver y entender el reto a la apuesta de país y la decisión y el presumible éxito del Museo Guggenheim Bilbao, y digo éxito porque ese es el objetivo que nos mueve y nos lleva a las dos partes firmantes del acuerdo, con la ventaja de que una parte (la norteamericana) lo ha logrado ya por si misma y que la vasca tiene tradición, cultura y raíces para lograrlo”(…)

            El largo artículo, un auténtico estudio de la situación una vez firmado el acuerdo con los norteamericanos, hace memoria de la incredulidad muy mayoritaria del acuerdo con los ya socios norteamericanos, y subraya también el valor que estaba recobrando el Museo de Bellas Artes de Bilbao y el éxito de artistas vascos como Zuloaga y Chillida en exposiciones en el extranjero… Y a ellos se unirán otros artistas vascos, ya que la Fundación Guggenheim tiene un equipo de expertos, más de 25, trabajando para la selección de obras nuevas y “sin excluir a los artistas vascos…; ni tampoco las instituciones vascas, lo hubiéramos permitido (…) Y con este acuerdo y proyecto, además, nuestro país va a estar representado en la Fundación Guggenheim, con lo que esto supone de implantación y capacidad de decisión al otro lado del Atlántico” (…)

            Joseba Arregi incidió también en que “no se trataba de un museo sucursal o delegación del Guggenheim de Nueva York, ni de que el País Vasco cediera indefinidamente adquisición de sus obras, se trataba de un nuevo museo con poderes de decisión desde las instituciones vascas y a la misma altura, cuando menos, de la calidad que se exhibe en Nueva York… Además, se adquiere la gestión y experiencia de una sociedad con plena garantía, y una marca, lo que por nuestros propios recursos no hubiera sido posible lograr probablemente nunca”

            Después de recordar y subrayar que las negociaciones con los norteamericanos, que lo fueron en tiempo récord, obligaban a guardar silencio, lo que traería después luz y beneficio para todos… Guardar silencio porque la situación era delicada por inverosímil y novedosa, y solo así se podría llegar a un acuerdo de carácter cultural e internacional entre un país que en Estados Unidos aparecía, por la imagen deteriorada que se había dado de él y de sus habitantes, mal conocido, por extraño y violento, y una Fundación, la Guggenheim, asediada por otras solicitudes o alternativas de ciudades, países e intereses de carácter internacional…

            Ante el reclamo permanente y casi diario de informadores, artistas, políticos, críticos y profesionales del mundo artístico y cultural, reclamo por conocer al detalle la situación e interpretarla a su manera, Arregi afirmaba que la mayoría de ellos entendieron esa petición, y fue digno de agradecer… Sólo unos pocos, la mayoría de nuestro País Vasco, asentaron dardos y comentarios contra el proyecto, confundiendo lo que era apuesta de país y por el país en el futuro con catastrofismos del pasado o, lo que es peor, con localismos e intereses particulares. Surgieron así individualismos, resistencias y convencionalismos minoritarios que creíamos ya superados por el tiempo y por la acción unificadora de nuestro país….

            Tan claro y resolutivo por parte del Gobierno Vasco era la firma del acuerdo con los norteamericanos que, aparte de la apuesta hacia el exterior, se redactó una especie de proclama interior que decía: “Esta colaboración con la Fundación Guggenheim norteamericana nos va a permitir abrir nuevas vías para el desarrollo del arte vasco, para que las obras de nuestros artistas puedan circular aún más, junto con las mejores manifestaciones del arte a nivel internacional y, lo más importante, todo ello para que todos nos enriquezcamos  con la saludable atmósfera que despiden los espacios dedicados al arte y a la cultura” (…)

            A esa proclama vasca respondieron los norteamericanos con otra: ”Desde nuestros primeros contactos y experiencias con los representantes del País Vasco, la ilustración de esta Administración y Pueblo ha sido sorprendentemente patente, así como la importancia que como pueblo daban  a la  integración de la cultura en una estructura más amplia de la sociedad” (…)

Confluencia por el éxito internacional

            En el acuerdo firmado hubo confluencia de deseos e intereses de las instituciones vascas con la Fundación Guggenheim en muchos puntos, sobre todo en los de la calidad, la formación, y la difusión del arte y la cultura, y lo que esto conlleva desde el País Vasco… Pero nada había sido fruto de la casualidad sino de la causalidad… Tanto en las instituciones vascas como en la Fundación Guggenheim hubo unas causas que motivaron el entendimiento, y entre ellas no hemos de olvidar el máximo interés de ambas partes de que la realización del museo fuera un éxito internacional… Por otra parte, contando con lo que toda la operación tiene de reto cultural e internacional, de apuesta innovadora y creativa, las instituciones vascas –explicaba Joseba Arregi– hemos buscado, por encima de todo, la racionalización, la lógica, el raciocinio y los números, incluso poniendo a prueba el valor de la creatividad y el producto cultural. Se ha buscado el consenso y por eso se ha reducido el tamaño del museo y se ha revisado el costo del proyecto: diez mil millones de pesetas la obra arquitectónica, y se han escuchado y atendido sugerencias y deseos de distintos sectores políticos, sociales y culturales” (…)

            El amplísimo e interesante artículo y estudio de Joseba Arregi concluye, afirmando: Ahora, superada ya esa distanciación muy limitada en contra del proyecto; ahora, cuando el museo comienza a ser una realidad, es conveniente lograr una unidad de criterio y de acción que nos permita alcanzar un objetivo y logro por encima, yo diría, de la política e incluso de la cultura, en un afán de lograr o conquistar ese museo aglutinador y aglutinante que sirva de gran estímulo hacia el progreso y bienestar de nuestro país en el futuro inmediato. Por todo ello, hemos titulado este artículo como: Museo Guggenheim Bilbao: acuerdo y atracción internacional, apuesta cultural y proyecto de país… Eso, creo yo, ha sido así y será así esta gran obra” (…)

            El comienzo de las obras cambio el criterio de la sociedad vasca

            El proceso de construcción fue dejando algunas lecciones que es importante reseñar. En primer lugar, tuvo extraordinario atención y significado la reacción de muchos ciudadanos, sobre todo a partir del momento en el que vieron surgir del suelo los pilares del futuro edificio: era verdad, no era un proyecto que se quedaba en papel, no era una promesa más, ni tampoco un sueño de los políticos. Era ya real: se podían ver los pilares de cemento. La percepción de realidad, de algo que se puede ver y tocar, lo que fue un elemento clave en el cambio que se produjo en la percepción de los ciudadanos de Bilbao.

            La construcción de la estructura metálica realizada, lógicamente, por Frank O. Gehry, iba a sostener el futuro edificio, el esqueleto del museo, y era en sí misma de una belleza admirable… Parecía increíble que una estructura llena de inclinaciones, curvas, líneas que invitaban más a un peligro que a un sustento hermoso y duradero, creara una estructura escultórica y espectacular perfectamente integrada en la trama urbana de Bilbao y su entorno junto la ría… A ello había que añadir que enseguida pasó a la opinión pública el hecho de que todo ello había sido diseñado en ordenador, y una empresa vasca había sido capaz de plasmar en la realidad de hierro lo diseñado por el arquitecto en ese ordenador…

            Efectivamente, el edificio se construía y materializaba gracias a la capacidad ingenieril de empresas vascas, era algo propio, nada “americano”, nada importado, sino producto de la tierra, salvo el hecho de cubrir la estructura con placas o panchas de titanio, así como los requisitos de coloración que planteaba, ambas exigencias del genial arquitecto canadiense-americano Frank Gehry… Todo ello redundó en una frase que una vecina que andaba ajetreada por las calles de Bilbao, al ver a uno de los responsables institucionales del proyecto le dijo: ¡Gracias por habernos devuelto la confianza a los bilbaínos!… Todo ello demostraba en principio que “¡la complicada y criticada batalla estaba ganada!” (…)

                                                           José Manuel Alonso