Por Ignacio García-Valdecasas Fernández, Embajador de España (jubilado)
La memoria en un hilo…
A primera vista el libro escrito por Teresa Aranguren no parece tener nada de especial y sin embargo es verdaderamente un libro extraordinario.
Por múltiples razones. Es un libro corto y asequible. De lectura fácil y agradable. Escrito con un lenguaje claro y preciso. Confirma, pues, la máxima del Padre Gracián.
No es un libro aséptico. Sería imposible tratándose de Palestina. Es un libro riguroso, aunque no abruma al lector. Se trata del trabajo de una valiente corresponsal de guerra. Periodismo de acción y de investigación. Al mismo tiempo es un ensayo bien documentado. No es un libro de divulgación. Es una introducción para quienes no conocen bien la historia y los vericuetos del conflicto y una recapitulación para quienes los conocen. Incluso una obra de referencia para los que ya tenemos dificultad a la hora de recordar fechas, sucesos y nombres…Y, finalmente, un libro de reflexión obligada ante una de las grandes tragedias del S. XX, cuya semilla se sembró en el SXIX, y que sigue viva y sangrante bien avanzado el S. XXI.
La pregunta que planea a lo largo de la obra es esencial: ¿cómo es posible que hechos documentados exhaustivamente y con detalle sean tan poco conocidos por el público en general y hayan sido tergiversados y manipulados con tanta intensidad? Teresa Aranguren lo grita cuando nos trae los testimonios de testigos directos de lo ocurrido en 1948 como el diplomático irlandés E. B. Childers (pág.37) y el delegado de la Cruz Roja J. Reynier (pág. 35).
Teresa Aranguren hace un breve, pero esclarecedor resumen de la historia anterior a la partición de Palestina por la AG de NU en 1947. Y a partir de ese momento relata y documenta todos los sucesos esenciales del conflicto que desde ese momento ha enfrentado al estado de Israel con el pueblo palestino. Hasta 2003 con la construcción del muro y la expansión de las colonias judías en los territorios ocupados. No es un libro de historia. Es un ensayo que sigue un hilo temporal.
Especialmente emotivos son sus encuentros con Yaser Arafat, pero lo más valioso es ese contacto natural, pero profundo e intenso, con la gente que va encontrando y conociendo. Con palestinos de a pie que se han visto golpeados por el rayo del infortunio y ahogados por un diluvio de injusticias.
Especialmente emotivas son sus descripciones de la destrucción de los poblados palestinos y la masacre de sus pobladores por el ejército y los movimientos terroristas israelíes en 1947 y 1948 durante la Nakba
Afortunadamente, Teresa Aranguren no ha caído en la tentación, aprovechando ediciones posteriores, de corregir este libro, ampliarlo y continuarlo hasta nuestros días. Hubiera sido una pena. Porque el libro es una joyita que debe permanecer tal cual. Y además esto tiene una lógica histórica y conceptual. A partir de 2003 empieza una historia diferente. Porque se puede considerar que en 2003 el proceso de paz entró definitiva e irreversiblemente en una vía muerta.
A partir de 2003, Netanyahu se afianza en el poder, el partido laborista israelí empieza su lento declive que le llevará desde el poder a la irrelevancia, el cambio demográfico en Israel es dramático, las colonias y asentamientos de colonos judíos en los TTOO se disparan y también comienza la lenta muerte del Proceso de paz. Lo que ocurre es que, en política y a veces, los cadáveres siguen manteniendo un estatus y una gran apariencia. Después de 2003 ya no habrá ningún intento serio de solucionar el conflicto. Ninguna iniciativa nueva. Ningún plan de paz. Ningún dirigente de peso se implicará en un conflicto porque implicarse en él solo le traerá consecuencias negativas. Si alguno lo hiciere, como Trump, será una mezcla de farsa y sarcasmo.
El libro de Aranguren ayuda a conocer las raíces del conflicto y a comprender sus causas. Sin estas herramientas es imposible entender la situación actual. Todo ello es necesario para buscar la salida. Para buscar una solución, aun imperfecta. Difícil. Muy difícil.
El hilo de la memoria… Si.
Porque al pueblo palestino le queda poco más que la memoria y la voluntad de seguir siendo y seguir existiendo contra el viento y la marea. Como bien dice Teresa Aranguren, su patria es la memoria. Por eso, su existencia pende de un hilo. El hilo de la memoria.