Asociación Vasca de periodistas - Colegio Vasco de periodistas

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PENSAR EUROPA EN UNA NUEVA ERA GEOPOLÍTICA

Por María Oianguren Idigoras. Directora de Gernika Gogoratuz. Centro de Investigación por la Paz. Fundación Gernika Gogoratuz.

Introducción

            Este texto es una versión revisada del capítulo “Europa y la paz en un mundo habitable” escrita en febrero del 2021 y editada por Eurobasque. Consejo Vasco del Movimiento Europea, El Futuro de la Unión Europea. Una visión desde Euskadi. Aportaciones a la Conferencia, que se presentó en marzo del 2023. Es, por tanto, una adaptación para Kazetariak la Asociación Vasca de periodistas. Colegio Vasco de periodistas que incorpora una breve reflexión a partir de la invasión de Rusia en Ucrania en febrero de 2022.

Crisis multinivel y economías para la sostenibilidad de la vida  

            La humanidad se encuentra inmersa en una crisis de múltiples dimensiones que amenaza la gobernanza democrática, los derechos humanos y el ecosistema.El Covid-19 y la invasión militar de Rusia en Ucrania se han sumado a otras crisis anteriores, -la lucha contra el terrorismo y las políticas de securitización tras los atentados del 11S del 2001, la crisis económica del 2008 y la crisis de las políticas migratorias del 2015-, que han marcado la política de los últimas dos décadas y han impactado en la vida de las personas de manera diferente como resultado de las grandes desigualdades económicas y sociales agravadas por las condiciones estructurales del neoliberalismo. En este contexto, los retos a los que se enfrenta Europa son de enorme calado. Fuera de sus fronteras, EE. UU. la mayor potencia armamentística del mundo sigue marcando su agenda hegemónica y liderazgo en política exterior. Y, aspira a posicionarse en el mercado de la tecnología digital. Las grandes corporaciones de la comunicación GAFA (Google, Apple, Facebook y Amazon) protagonizan una disputa comercial con China en un ámbito que influye en la industria tanto civil como militar. Europa no quiere quedarse al margen.

            En este escenario global es necesario pensar la modernidad y su influencia histórica en la configuración europea. Si la Unión Europea deberá cimentar sus políticas sobre los valores que inspiraron y contribuyeron a su integración -paz, democracia, justicia social y diversidad-para poder dar respuesta a las crisis derivadas del proyecto civilizatorio de la modernidad capitalista a lo largo de los últimos cinco siglos. La concepción epistemológica de la modernidad fragmentó civilización y barbarie determinando el inició del imperialismo, el colonialismo y el capitalismo (Moore, 2018)[1]. En el siglo XX las dos guerras mundiales influyeron en la configuración europea e iniciaron la integración política garantizando un régimen de propiedad, mercado e imperio de la Ley (Perejil, 2020)[2]. El proyecto neoliberal iniciado en la década de los 70 del siglo XX alteró la gobernanza democrática. A lo largo de este tiempo, las relaciones de acumulación y producción capitalista han perturbado los ecosistemas que sostienen la vida en el planeta configurando la vida política, económica, social y cultural de sus habitantes. Hoy, el 15% de la población del planeta produce el 90% del impacto ecológico debido a sus prácticas de consumo en un sistema neoliberal impuesto por las élites financieras. Un sistema que tiende a la mercantilización de los servicios básicos alterando los procesos de cohesión social necesarios para sostener la vida en condiciones dignas y en equilibro con la naturaleza.  

            Las propuestas críticas al neoliberalismo, al mismo tiempo, se fueron abriendo paso. En los 90, el discurso del alter mundialismo recogió el testigo de las movilizaciones de cariz transformador (feminismo, ecologismo, pacifismo…) de décadas anteriores y evidenció la demanda de cambio social. En 2011, le siguieron las “primaveras árabes” y las protestas se extendieron en las calles. Fueron movilizaciones apoyadas en discursos de sustrato transformador que clamaban por “Otro Mundo es posible”. Articular esta demanda social en políticas públicas distributivas, a la vista de sus resultados, sigue atestiguando que imaginar el fin del capitalismo resulta más arduo que entrever la posibilidad de otros mundos. Prueba de ello son las reivindicaciones de sustrato regresivo y corte xenófobo que han surgido para reclamar “Sólo Nuestro Mundo es posible” favoreciendo la proliferación fuerzas políticas de extrema derecha que ostentan representación política en gobiernos democráticos.

            Las economías transformadoras, como alternativas al sistema hegemónico, plantean preguntas -en cuanto al qué, el cómo y el para qué de la producción de bienes y servicios- que son necesarias tener en cuenta como aportación al bienestar colectivo. Las prácticas de las economías para el cambio social se alejan de las lógicas de acumulación del capital y son consecuentes con los límites del planeta. Por ello, tratan de reorientar la economía a parámetros sostenibles con la vida para preservarlo en condiciones habitables a las generaciones venideras. Las economía social y solidaria, ecológica, feminista, comunitaria, cooperativa, apuntan al cambio del modelo neoliberal que prima la maximización de beneficios y el crecimiento ilimitado de la producción y el consumo. Las economías transformadoras proponen una transición en materias como: eficiencia energética, movilidad sostenible, gestión ecológica y pública del agua, limitación de residuos y protección de la biodiversidad. Plantean un cambio en el sistema productivo de bienes y servicios priorizando la utilidad social y la protección de los bienes comunes de acceso universal y titularidad colectiva. Promueven el emprendimiento social y cooperativo, las economías directa y circular y, el equilibrio de corresponsabilidad en las actividades productivas y reproductivas. Fomentan la producción local y el circuito corto de comercialización, el consumo sostenible, la compra pública responsable, la banca ética, las cooperativas de generación, comercialización y consumo de energías renovables, la promoción de las iniciativas agroecológicas, de comercio justo, la tecnología abierta y las viviendas cooperativas (Askunze, 2021)[3].

Derechos humanos y Agenda 2030

            Es un hecho que los derechos humanos sufren un retroceso significativo a escala mundial. La preeminencia del poder económico de las élites financieras y el debilitamiento del poder político de los Estados repercuten en la capacidad para incorporar normas jurídicas vinculantes que garanticen su defensa y protección. En 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas y el Consejo de Seguridad aprobaron la resolución «Transformando nuestro Mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible«, denominada, también, “Paz Sostenible”, como un nuevo enfoque que preserva en su máxima que hay desarrollo sostenible sin paz, ni paz sin desarrollo sostenible. Si bien, la propuesta de la Comisión Europea para impulsar los ODS se apoya en la transición verde y digital de la economía, sigue siendo necesario insistir con mayor ahínco en el debate sobre los derechos sociales y la sostenibilidad de la vida en el planeta.

            En 2020, la Unión acuerda el programa Next Generation EU y cumplir con el Pacto Verde Europeo. Entre sus postulados se cita como reto la modernización a través de las políticas de investigación e innovación y de las transiciones digitales, además de fortalecer el sistema de salud, educación y cuidados, la protección de la biodiversidad y restaurar los ecosistemas y, atender el reto demográfico y el desempleo juvenil sin dejar a un lado las políticas de acogida e integración migratoria.

            Al mismo tiempo, no obstante, la Unión contempla un presupuesto militar con un Fondo Europeo de Defensa con un objetivo doble, fomentar una base industrial europea competitiva y ayudar a financiar la adquisición conjunta de material militar a los países miembro. Para el 2027, se prevé que el presupuesto de la UE destinado al desarrollo de defensa y seguridad supere a los fondos destinados a reducir la pobreza, promover los derechos humanos y la paz y, la lucha contra la corrupción y el mal gobierno. Está claro que la concepción positiva de la paz entendida como presencia de justicia social, desarrollo sostenible, ejercicio democrático y defensa de los derechos humanos ha ido calando en la retórica institucional con resultados destacables en una parte de las organizaciones nacionales e internacionales, sin embargo, no es suficiente. No hay visos de un mundo más pacífico como logro de justicia social.

            El Green Deal y la Agenda 2030 acuñan un importante potencial de cambio si se desmarcan del canto de sirena que en aras del progreso ha embaucado a la modernidad capitalista. La pandemia ha evidenciado que la vulnerabilidad, por si albergamos algún tipo de fantasía escapista, abarca a la humanidad y a toda forma de vida en el planeta y, por tanto, habitar el mundo sólo es posible a través del vínculo ecológico y social. La certeza de la necesidad del cuidado mutuo y la finitud de la vida son lo que nos sostiene en el planeta.

Geopolíticas de paz

            Este contexto -crisis ecosistémica, desplazamientos forzados, violaciones de derechos humanos, conflictos armados, creciente militarización- se ha visto agravado por la invasión militar de Rusia en Ucrania y la amenaza nuclear que vuelve a ganar protagonismo inician una nueva era geopolítica. Era en la que las perspectivas pacifistas, antimilitaristas y feministas abogan por intensificar las medidas diplomáticas, el diálogo y la cooperación para pensar una seguridad a múltiple escala. A escala micro con políticas socio económicas para abordar los vínculos entre corporeidad, territorialidad y cotidianidad. Y a escala macro con políticas que amplíen las dinámicas estatocéntricas de las relaciones internacionales e incorporen la diplomacia ciudadana para incrementar la participación de la sociedad civil, de las mujeres y otras voces tradicionalmente excluidas en los procesos de deliberación, en aras de promover alternativas ecosociales que contribuyan a la construcción de sociedades más justas, pacíficas e inclusivas.

            Es necesario pensar una seguridad humana y una seguridad compartida que configuren geopolíticas de paz con enfoques de género, decoloniales y medioambientales para cuestionar el paradigma de la inevitabilidad de la guerra porque no cualquier medio sirve para las paces.

            Se trata, sin eludir el conflicto, de cuidar la vida con criterios de justicia social, ambiental y epistémica y establecer estrategias y políticas comprometidas con los derechos humanos. Se trata de profundizar en modelos de gobernanza democrática que ofrezcan respuesta a los retos de nuestro tiempo para garantizar las necesidades básicas, los derechos humanos y el respeto a las libertades.

            Para ello, necesitamos volver a pensar la historia de occidente. El proyecto de cuna ilustrada que posibilitó la modernidad capitalista difiere de la actitud radical ilustrada que confiaba en la capacidad crítica para cuestionar el poder político adscrito al dogma (Garcés, 2017)[4]. Pensar el mundo desde la renuncia al sistema de dominación. Un sistema de acumulación por desposesión que ha restado valor a la vida comunal, al trabajo reproductivo y a la naturaleza. Un sistema de producción que se ha sustentado en el sexismo, racismo y colonialismo evitando, de esa manera, pagar los costes de su propia producción.

            Es preciso recuperar el ejercicio reflexivo y propositivo para revitalizar el discurso de los derechos humanos, con la intención de poner el acento en los deberes y democratizar el conocimiento. Las propuestas para hacer posible otros mundos no emplazan únicamente a la crítica, como razón teórica y práctica, sino que interpelan a la memoria y a la imaginación como formas de conocimientos. La razón, por si sola, es ineficaz ante un análisis que no es capaz de ir más allá. Habitar los espacios del mundo de una manera sostenible con la vida en el planeta requiere pensar desde múltiples conexiones que den cauce al componente creativo para imaginar lo que todavía no es (Haraway, 2020)[5].

            Estas son algunas de las reflexiones que inspiran las líneas de trabajo del Centro de Investigación por la Paz Gernika Gogoratuz e incorporan la dimensión de pensamiento crítico sobre futuros alternativos en los estudios de memoria y en la construcción de sociedades más pacíficas, justas y sostenibles (Alberdi, et al, 2019)[6].


[1] Moore, Jason W. (2020): El capitalismo en la trama de la vida. Madrid: Traficantes de sueños.

[2] Perejil, David (2020): Europa frente a Europa. Mapa de crisis y vías de escape. Madrid: Lengua de Trapo.

[3] Askunze, Carlos (2021): “La transición ecosocial que necesita un mundo poscovid, en- Revista Noticias Obreras nº1635, enero del 2021.

[4] Garcés, Marina (2017): Nueva ilustración radical. Barcelona: Anagrama.

[5] Haraway, Donna dialoga con Marta Segarra (2020): El mundo que necesitamos. Barcelona: Icaria.

[6] Alberdi, J.; Casimiro, I.; Cunha, T.; Dubois, A.; Fernández, G.; Jubeto, Y.; Larrañaga, M.; Oianguren, M.; De Pinho, L. (2019): Territorios en conflicto. Claves para la construcción de alternativas de vida. Gernika-Lumo: Gernika Gogoratuz.