Por M.Urraburu
El verano y las vacaciones constituyen un tiempo y un espacio diferente. Son sinónimo de descanso, de diversión, de viajes, de reencuentros con paisajes y tradiciones, de abrazar a seres queridos. Cambian las costumbres, los horarios; se modifican comidas, y también vestimos de forma distinta. Significa volver a la naturaleza, y a las relaciones próximas, con el paciente, y con el vecino que nos ha visto sin el disfraz de una ropa formal y de una forma de hablar seria y profesional. ¿Qué podemos aprender en el verano? Frente a la vida acelerada y las prisas, las vacaciones de verano posibilitan otras formas de vivir. Volvemos a ser diseños del tiempo, podemos olvidarnos del reloj, podemos dejar pasar el tiempo. La pereza ya no es un pecado. Es posible leer hasta el artículo más largo del periódico. Se puede aprender que es posible vivir sin móvil y sin acceso a internet. Es muy sano dejar de escuchar la pelea de los partidos políticos. ¿No os deprime la gresca diaria y el vacío de sus señorías? ¿No estamos cansados de tanto recorte y por tanta pérdida de derechos sociales?
Mientras, los telediarios continúan dedicando mucho tiempo al futbol (al Barcelona y al Madrid) y como novedad, la gran novedad será que en Sevilla tienen 38 grados. Y, en una población de Estados Unidos se habrá producido una persecución policial con el resultado de cinco muertos. De vez en cuando necesitamos estar solos: necesitamos tiempo para nosotros, para pensar, para revisar proyectos a la vista . . y nuestras vidas.
Puede ser que lo urgente no nos permita ocuparnos de lo importante. Dedicar tiempo a hablar y escuchar a las personas que tenemos a nuestro lado podría ser también recomendable.
Dar vacaciones a la seriedad también es sano; todos sabemos que la risa y la diversión – mejor si es compartida – es confortable. Volver al contacto con la naturaleza. Permanecer callado pudiendo escuchar a un pájaro, a una chicharra, la “música” del viento o el cencerro de una vaca. Participar en las fiestas de los pueblos y sus tradiciones. Lo importante es romper con lo cotidiano y aprovechar el tiempo de un modo diferente.
Soy consciente de que ahora mismo hay muchos que lo están pasando mal. Hay personas que están enfermas; muchos no tienen trabajo; sé que hay personas que sufren la soledad. Para muchos las vacaciones no existen y el verano no es sinónimo de diversión. Estoy seguro que los colegas de la Asociación y Colegio de Periodistas se suman a los mejores deseos paran todos y todas que viven distintas situaciones no deseables.