Asociación Vasca de periodistas - Colegio Vasco de periodistas

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¿Y SI LOS QUE ENGAÑAN -A LOS POLÍTICOS- SON LOS VOTANTES?

Por Fidel Raso.

¡Tiempo! Por favor, que alguien deje entrar la sensatez a esta supuesta civilización. Pero vamos a ver, llevamos veinte siglos, desde los romanos, con tres religiones monoteístas como guía de valores desde oriente a occidente, o a la inversa, además de millones de pensadores, filósofos, ácratas, periodistas, que siempre dicen la verdad y economistas que nunca fallan, junto a cientos de miles de creencias, ritos, cosas de mala vida, pecados con escalas de gravedad, compañeros de trabajo de ¡válgame dios!, familias siempre perfectas, y amigos de to-da la-vi-da como ayuda final y todavía no hemos encontrado el botón de la estabilidad y la felicidad y, sin embargo, tenemos el botón nuclear del fin del mundo. ¡Bum, bum, requetebum!, y todos a tomar por… el aire fresco.

Estaremos permanentemente de broma planetaria, o realmente somos unos canallas irrecuperables. Ya Platón (unos 400 años antes del “Hijo de Dios”), el gran maestro de Aristóteles, decía lo siguiente: «No busco al hombre exento de toda debilidad entre todos cuantos somos a comer los frutos de la vasta Tierra, pero si lo encuentro, correré a decíroslo». Vamos a repetir, para el que no lo entienda bien, demos una segunda oportunidad de explicarse al seguidor de Sócrates: «No soy un criticador de oficio, bien que la raza de los tontos sea innumerable». Parece que no tenemos remedio.

A lo largo de los dos últimos siglos hemos construido una economía que siempre crea excedentes, pero luego nos quejamos. A nuestras mentalidades colectivas las llamamos «civilizaciones», aunque en el paquete de actitudes y decisiones lo que arraiga son los prejuicios aquellos que, generalmente, vienen apuntalados por el capital, la fe o, sencillamente, el miedo ancestral del hombre a lo que es desconocido.

Escarbemos un poco hacia dentro y descubriremos que Europa, ¡ay, Europa, cuántos siglos de historia y qué pocos años de paz!, aquella Europa de la pobreza en los siglos IX y X, del feudalismo en los siglos XI y XII, de los cimientos del Estado Moderno en el XV y que va creciendo con la palabra «libertad», en singular, hasta que llega un Putin en el s. XXI y nos jode, es un puzle elaborado con piezas móviles que nunca encajan si no es a base de golpes y de mala manera.

Pregunto: ¿Alguno de ustedes sabe de qué va a ser capaz Europa en el mundo del mañana?

Voy terminando. Jamás en la historia del ser humano se había dispuesto de tanta tecnología, comida preparada para llevar, duchas, baños y agua corriente para dejar de mear en la campa, niños y niñas que son los más listos del mundo en la escuela y médicos con instalaciones públicas y privadas. Además, hemos conseguido constituciones democráticas, jueces guais, políticos elegidos por su brillante oratoria e inteligencia y congresos de los diputados representativos. Oiga, una suerte se mire por donde se mire. Ahora bien, hagamos un ejercicio de sinceridad: ¿Por qué con nuestros votos destrozamos tanto el sistema este que es envidia de la historia? Acaso somos nosotros los que engañamos a los políticos y no viceversa.